0.3

162 19 7
                                    


—A continuación daré las notas del último examen —el profesor de matemáticas informó, provocando que un asustado Louis se erizase y elevase la mano en busca de ser atendido—. ¿Sí, joven?

—¿Puedo ir al baño? —a su alrededor todos rieron. Era obvio, Louis estaba usando la excusa de siempre para salir de clase y no tener que escuchar las replicas del profesor en cuanto dijese su fatídica nota.

—Claro —sonrió con maldad y cuando vio al chico levantarse, volvió a hablar—. Pero luego de que dé las notas. Tome asiento, Tomlinson.


Resignado se sentó. Se dejó estirar sobre la silla, obteniendo una pose más vaga, pero cómoda y el profesor lo miró mal, pero no dijo nada. Era el segundo año que tenía que aguantar al mismo alumno y sabía cómo podría terminar todo aquello. Entonces, era mejor hacer silencio.

Después de varias notas, muy buenas, yendo desde seis a diez, llegó el turno del desastroso tres con siete de Louis Tomlinson. En la clase todos aplaudieron, por hacer la gracia y por no perder la costumbre. Casi todos conocían a Louis de antes, cuando estaba en un curso superior y otros lo habían hecho ese año cuando se toparon con la cara nueva en clase. Todos tenían muy claro quién era el payaso de la clase y quién estaba repitiendo, volviendo a tener las peores notas de la clase.


—Me parece a mí que deberías estudiar un poco más —con sorna habló el profesor, mirándolo con superioridad.

—A mí me parece que usted debería callarse, con todo el respeto —le devolvió con una sonrisa sarcástica.

—Señor Tomlinson —advirtió con aquel tono que Louis sabía que no iba a llegar a ningún sitio.

—Señor Hole —elevó una ceja divertido, cruzándose de brazos—. Usted sabe que si me sigue suspendiendo, cabe la posibilidad de que el año que viene siga aquí, ¿verdad? —lo vio tragar saliva, asustado y eso produjo risa en el menor— Usted sabrá lo qué hace.


Y en aquel momento, tocó el timbre, y Louis se sintió el puto amo. Porque vamos a ver, acababa de callarle la boca a un profesor con toda la gracia del mundo y justo cuando le iban a responder toca el timbre, librándolo. Si eso no es ser el puto amo, que alguien lo defina mejor.

Se levantó de su lugar, saliendo solo de la clase. Algunos compañeros le dijeron que era el mejor y Louis les sonrió, haciendo una graciosa pose de superhéroe. Era normal para él aquello, ya que lo tenían en un pedestal por nada. Se sentía al darse cuenta de que posiblemente él los primero cursos de secundaria era igual a aquellos panolis que ahora lo admiraban.

Se miró en el reflejo de un ventanal a las afueras del instituto, porque ya era hora de empezar a ir hacia la casa de los Styles, y se colocó bien su uniforme un poco dispar porque tenía mal puesta la corbata, los pantalones algo caídos y para darle el mejor punto, los dos últimos botones de la camisa desabrochados con el cuello irregular. Sí, Louis era un caso.


—Harry, soy yo —dijo en cuanto había tocado el portero y un tranquilo Harry le respondió.


Subió en el ascensor como siempre y en el séptimo piso se detuvo, caminando felizmente hacia la puerta de Harry.

Llevaba algo así como un mes acudiendo al hogar del mayor para cuidar de la niña y era un trabajo de lo más fácil. Además Harry le suministraba comida siempre que necesitase. Eso era lo importante. También sus lazos de amistad con Kim habían ido creciendo y creciendo, incluso la consideraba algo así como una hermana. En cuanto a Harry, bueno, él estaba algunas veces en casa (aunque a la media hora debía de irse) y solía invitar a Louis a ver la televisión o cualquier cosa. Era extraño, demasiado. Pero el de orbes verdes no era un mal tipo y se podía considerar un colega.

Youth !PAUSADA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora