Acto 3

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RANMA NO ME PERTENECE, SOLO HAGO ESTO POR DIVERSIÓN

Cuando las palabras sobran

Acto 3

Akane habia vuelto sola a casa luego de que Ranma le mandara decir por Daisuke de que el gimnasio en el cual trabajaba por las tardes habia pedido por él, para una clase de exhibición especial, y por ello suspendería la pequeña clase que daba en el dojo Tendo, luego del almuerzo.

―Es buen dinero, Akane. Por tanto no almorzaré en casa―habia sido el corto recado, que ni siquiera habia podido darla de forma personal por la prisa

Por ende también se habia suspendido el encuentro de conversación que supuestamente debían tener a la salida de las clases.

Pero de todas formas ahora los ánimos de Akane estaban mucho peores que cuando concertó eso con Ranma.

El muy descarado iba a tener una cita con otra chica. Porque ser compañeros de baile de graduación era como tener una cita. Ese cretino estaba rompiendo uno de sus votos matrimoniales.

No sabía si detestaba a Ranma por ser tan voluble o a Ukyo por ufanarse por salir con un hombre casado.

Que desvergüenza la de esos dos.

¿Con que cara miraría a todos ahora?, ella era consciente de que la gente que la rodeaba no eran especialmente cuerdos pero ella esperaba que Ranma respetara su convenio.

Ni siquiera pudo disfrutar el almuerzo como hubiese querido y ni siquiera oyó lo que decían en la mesa.

Lo único que sabía que le quitaría esa rabia y esos celos era romper todos los ladrillos del dojo, y hacer trizas los sacos.

Quizá con eso se calmaba un poco.

Pero algo si tenía claro. Esto no podía quedarse asi.

―Traidor...

Unas traicioneras lágrimas le salieron sin que ella pudiera frenarlas.

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―Nabiki, ven un momento por favor, hermana―llamó Kasumi a la muchacha que justo pasaba por enfrente de la cocina, con varias revistas.

― ¿Qué pasa, Kasumi?

― ¿Tu sabes qué pasa con Akane?, hace un rato me pidió si podía hacerle el favor de quitar todas las telas que estaban en su cuarto. Ya sabes, las que compró el otro día. Me dijo que podía usarlas como quisiera.

Nabiki se quedó ligeramente pensando. Ella sabía que su hermana habia comprado todo eso porque tenía ganas de coserse unos vestidos para el baile de graduación.

―Eso suena como algo gordo, hermana. Probablemente si estuviera aun en el colegio, sabría muy bien cuál es el problema de esos dos.

―No creo que sea correcto meterse, Nabiki―apuntó Kasumi sin dejar de sazonar el pescado que pensaba servir de cena esa noche.

― ¿Dónde está nuestro cuñadito?, no estuvo en el almuerzo.

―Avisó que no vendría porque tenía un trabajo en el gimnasio del centro―agregó Kasumi al darle una probada con el cucharon al caldo de brócoli

―Akane estuvo, desde que acabó el almuerzo rompiendo ladrillos, y recién la vi que salía a correr. Hoy no hubo clases en el dojo―se tocó la barbilla la joven de pelo corto y mirando a Kasumi con suspicacia añadió―. En serio, aquí hay algo grave, y me temo que no tardaremos en enterarnos.

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Le dolían las manos de tanto romper todas las maderas y ladrillos que encontró. Creía haber roto como cuatro sacos de práctica. Y probablemente si hubiese encontrado más, también los haría añicos.

Cuando las palabras sobranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora