2. Intercambio

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Punteaba algunos acordes mientras esperaba llegar al hotel en Los Ángeles. Nos quedaríamos tres días y luego nos esperaba Nueva York, y ahí se daría por finalizada la gira. Estos tres meses fueron una locura. Conocer tantos fans, o reencontrarnos con algunos, viajar por todos lados. Esta fue una gran experiencia.

Logan apareció junto a mí e interrumpió todos esos pensamientos.

—Schmidt, ya llegamos—anunció. Al caer en la cuenta, el bus ya se había parado. Tomé la guitarra, la guardé en su estuche y seguí a mi amigo hacia la salida del bus. Me encontré con James y Carlos mientras buscábamos nuestras maletas. Entramos al hotel y nos registramos. Nos dieron las llaves y subimos a las habitaciones que se nos fueron asignadas. Tercer piso. Cuando estaba por llegar a mi habitación, como siempre con la mente en cualquier lado, no me fijé por donde iba y choqué con alguien haciendo que la guitarra cayera, y yo también. Al mirar a quien había chocado, era una chica, y una muy linda. Sus rulos azabaches caían por su espalda armoniosamente, y tenía unos ojos pardos grandes, muy brillantes. Ella también llevaba su guitarra. Como todo caballero, me acerqué a ayudarla tomándola de la mano. Ambos nos paramos y quedamos enfrentados. Al verla bien, parecía de más o menos quince años o dieciséis. Con apuro, tomó uno de los estuches y salió corriendo.

— ¡Lo siento! ¡Llego tarde!—gritó mientras tomaba el ascensor. Reí por el gesto y tomé mi estuche. Caminé hacia mi habitación, la 322. Pasé la tarjeta y entré. Dejé mis cosas y me tiré sobre la cama. A pesar de haber descansado, nada se compara a la comodidad de una cama. En cuestión de minutos, caí dormido.

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No pensé en el chico con el que choqué hasta que pude subir al autobús. Me senté y tomé aire profundamente. Llevaba corriendo desde mi piso hasta que llegué a la parada. Casi me matan en el lobby, pero era trabajo. Sí, me han llamado para una entrevista en un bar para ser algo así como entretenimiento musical. No sabía si era buena, pero era una salida laboral para al menos ganar lo necesario para poder vivir. Mientras chequeaba las paradas, recordé al muchacho. Lo único que puedo recordar es que tenía unos muy lindos ojos verdes, el cabello rubio y que también tenía una guitarra. Solo espero que esté bien.

Me fijé en la parada y ya debía bajarme. Me paré del asiento y toqué el timbre. El autobús paró y bajé corriendo hacia el bar con todas mis fuerzas. Faltaba solo un minuto y son como 5 cuadras hasta allí. Por suerte, mi buen estado físico estaba de mi lado. En realidad, mi estado físico no era sobresaliente, pero en situaciones extremas podía hacer lo que sea. Vi la entrada y sentí un gran alivio. Entré aún corriendo y me frené en la barra. Tomé bocanadas inmensas de aire tratando de recuperar el aliento.

—Disculpe—dije aún agitada—. Busco a… Joey Hotch…

—¿Es usted Juliette Donovan?—preguntó el hombre mientras limpiaba unos vasos largos de vidrio.

—Sí, vengo por el empleo—respondí.

—Toca en esa puerta, está esperándote—señaló. Le agradecí y fui hacia donde se me había indicado.

La entrevista fue muy, muy bien. Lamentablemente, tuve que mentir en mi edad ya que sabía que si tenía diecisiete años, adiós empleo y adiós mi oportunidad de independizarme. Luego de la entrevista, Joey me pidió que tocara algo para él para ver si tenía lo que se necesitaba.

—Tómate tu tiempo para prepararte—me dijo mientras se iba. Me senté de piernas cruzadas en el piso y abrí el estuche de mi guitarra. De repente, mis ojos se hicieron del doble de su tamaño normal. ¿Por qué diablos hay una guitarra que no es la mía en el estuche? Esta era de color marrón oscuro casi naranja, era un poco más estilizada que la mía y… bueno, no era mi guitarra.

runaway love ➤ {schmidt}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora