37. Volver al inicio

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Volvieron los caps larguitos (???? ah. Meno, hoy les voy a dejar otro cap con canción! Pongan a cargar el video antes de leer, y después cuando vean el párrafo con la primera letra en negrita, le dan play :B Aviso, agarren pañuelitos. Los quiero :3

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El terror invadió cada célula de mi cuerpo y, torpemente, me agaché a observar los pedazos. El cuerpo estaba despedazado. Había astillas desparramadas en el suelo y el cuello estaba desprendido. Comencé a llorar sin control al caer en cuenta de lo que había pasado.

Esto había ido muy lejos. Una cosa era tratarme como una basura pero, ¿destruir el único objeto material al que le tenía afecto? Molly era lo único bueno que tenía aquí. Era mi único recuerdo de papá y la razón por la que amaba la música. Este “pedazo de madera inservible” -como mi madre solía decirle- fue lo que me unió con la única persona a la que había amado en toda mi vida. Me dio mi beca a la Academia de Artes. Desde que me la regalaron, supe que tenía una especie de poder para atraer la buena suerte.

Tanteé suavemente las partes de madera color caramelo que habían quedado intactas y sentí más lágrimas amontonarse en mis ojos. El pecho me dolía y no podía sentir más que una inmensa tristeza.

Con ira, me levante y comencé a buscar a esos buenos para nada. El piso de arriba, la sala: nada. Miré en la cocina y, sobre el refrigerador, encontré una nota. La saqué y la leí.

“Juliette:

Decidimos ir a Staten Island a tomar unas buenas vacaciones. Espero que te guste la sorpresa y aprendas a no desafiarnos.

Mama y papá.”

Ese holgazán no era mi padre. ¿Sorpresa? ¿Gustarme? Dios, cada día confirmaba que estaban realmente trastornados. Su cinismo sobrepasaba cualquier cosa.

Para ellos, destruir a Molly fue solo una forma de cohibirme y controlarme. No lo lograrían.

Volví a la cocina y recogí los pedazos de Molly. Los que habían quedado pulverizados o demasiado pequeños, los tiré aún con lágrimas cayendo por mi rostro. Finalizada la tarea, fui a mi cuarto. Abrí la funda de la guitarra y puse los restos allí. La cerré, lo eché debajo de la cama y comencé a alistarme para dormir. Me miré en el espejo del baño y mi maquillaje estaba desparramado por todos lados. Lo removí y me lavé los dientes. Me metí entre las sábanas ya con mi pijama puesto y me acomodé de costado.

Esa noche no dormí nada.

Sábado, sola y deprimida en casa. Durante la mañana y tarde no hice más que estar tirada en la cama escuchando música. Solo bajé para comer un poco. A pesar de la ausencia de mi madre y Hank, no podía evitar sentirme atormentada.

Cuando llegó la hora, me preparé desganadamente para trabajar. Hoy era el día más duro. Busqué en mi armario el vestido azul y morado, y me lo puse. Me maquillé de forma sencilla y sequé mi cabello para hacer ondas en la parte baja.

Comprobé la temperatura sacando mi mano por la ventana: había levantado viento, así que me puse mi chaqueta de cuero. Tomé mi bolso y salí por la puerta.

Como siempre durante mi trayecto, pasé por el centro. Nunca nada pasaba por ahí y, sin embargo, algo captó mi atención. Un muchacho tocaba un ukelele color marrón y cantaba. Vi la hora en mi reloj de pulsera y, por suerte, estaba bien con el tiempo. Apenas me detuve a observarlo, mucha más gente se acercó y admiraban el talento de aquel extraño. La canción finalizó y todos aplaudimos. Al instante, comenzó a cantar una canción conocida. Movía mis labios repitiendo la letra. Su voz era increíble, fuera de este mundo.

runaway love ➤ {schmidt}Where stories live. Discover now