11. Atada a tí

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Cuando llegamos hacia la casa de Kendall, mis nervios aún no se iban. No sabía la causa de mis nervios, solo que su presencia estremecía cada parte de mi cuerpo.

La casa parecía casi una mansión. Los pisos de madera flotante brillaban relucientes, una enorme escalera se desplegaba hacia el siguiente piso. A mi derecha, había una sala de estar con un piano de cola color negro destacando. A mi izquierda, y a donde nos dirigimos, una sala con televisión de plasma, un sillón y una mesita en el medio. Era la casa de una súper estrella… ¿qué más podía esperar? Kendall me ofreció algo para beber pero me rehusé, así que solo nos quedamos charlando de nuestro día, y nos pusimos al día en esta semana que no pudimos ni hablar.

Como era obvio, mi sed apareció, así que mi amigo me ofreció una lata de Red Bull que acepté y tomé en segundos. Al ver como las horas pasaban, yo me ponía más nerviosa. Era muy tarde ya y si no volvía a mi casa, hallaría una excusa para quedarme aquí. Miré mi teléfono y marcaban las 4:05.

—¿Pasa algo?—preguntó Kendall de repente—. Te noto distante.

—No pasa nada—respondí restando importancia—. Es que es tarde y creo que debería irme—dije tomando mi bolso y mi guitarra. Me paré del sillón, pero sentí que un brazo me frenaba haciendo que tirara mis cosas al suelo y súbitamente me hacía sentarme en el sillón. Mi rostro estaba solo a centímetros del de aquel chico que me había quitado el sueño hace ya tanto tiempo.

—No te vayas—susurró suavemente—. ¿Sabes? Te extrañé mucho—. Con cada minuto que pasaba, no entendía a Kendall. ¿Cómo podía extrañarme? A pesar de que nos habíamos encariñado tanto, él para mí no era nada más que un amigo…

No obstante, una parte de mí no creía eso. Parte de mí veía a Kendall como algo más que eso, pero bien sabía que estaba mal sentir algo por él. Eso sería otra razón más para atarme a esta ciudad, y si no me desataba ya mismo de él, no habría vuelta atrás, ya no podría huir si alguien me encuentra; si alguien que conociera a mi familia le dijera a mi madre que me vio deambulando por las calles de Los Ángeles, estaba muerta. Mamá no vendría a buscarme por preocupación, pero el dinero se le iba a agotar, y Hank la presionaría a conseguir más, por lo que saldría a buscarme, llevarme por las malas y volver a ese infierno. Sabía bien las consecuencias de mis acciones, pero mi instinto solía tomar ventaja en mí.

El problema estaba en… ¿Qué siento realmente por Kendall? Bueno, en pocas palabras, su presencia me daba felicidad, nerviosismo y emoción, entre otras cosas. Él me hacía sentir bien, completa y segura conmigo misma. Sus ojos verdes me daban paz; su pálida y suave piel, en contacto con la mía, me hacía sentir extraña. Mariposas volaban en mi estómago cada vez que su mano tocaba la mía, o si me abrazaba. Sus labios eran tentadores, y mucho. En este momento, me dan muchas ganas de besarlo. Su respiración chocaba con la mía, y sus ojos no se apartaban ni un momento de los míos.

Y tan solo fue cuestión de tiempo para que sus labios se pegaran a los míos. Pero el beso no duró nada, ya que mi lado racional hizo que me apartara de él.  Lo miré con confusión, y ahí tomé mis cosas con decisión para irme hacia la puerta.

—Julie—decía Kendall tratando de pararme—. Juliette—repitió mientras yo frenaba en el umbral de la puerta—. Lo siento, fui un idiota. No debería haberte besado, pero es que… me gustas, muchísimo—confesó agachando la mirada.

—Ken, tú no puedes enamorarte de mí—dije firmemente conteniendo las lágrimas.

—¿Por qué no?—preguntó aún más confundido de lo que estaba.

—Solo…—tartamudeé—, simplemente no puedes—exclamé rompiendo en llanto mientras me iba sin escuchar los gritos de él llamando mi nombre y pidiéndome que no me fuera.

Sequé mis lágrimas con la punta de los dedos mientras caminaba sin rumbo por las oscurecidas calles. Estaba perdida, no conocía Hollywood Hills, jamás había estado por aquí y estaba asustada. Por suerte, en un edificio estaban de fiesta, así que un hombre de seguridad supo guiarme para tomar el último autobús hacia Sunset.

Al llegar a la parada, estuve mucho tiempo sentada hasta que un autobús paró. Subí, pagué el boleto y me senté. El transporte estaba casi vacío. Un asiento lo ocupaba una veinteañera con ropa de fiesta, y un asiento de dos estaba ocupado por una pareja de novios riendo y demostrándose cariño.

Bufé y apoyé mi cabeza contra el vidrio queriendo quitar algunas imágenes de mi cabeza. No podía creer que había besado a Kendall, que me había ido así y que le había dejado en claro que no se enamorara de mí.

Vi que mi parada estaba cerca, así que me paré y cuando el autobús paró en mi parada, bajé. Caminé las cuatro cuadras hasta mi casa rápidamente. Al llegar a casa, me tiré directo en la cama. No me quité ni el vestido, los zapatos, y ni siquiera me quité el maquillaje. El cansancio invadió cada parte de mi cuerpo, y también las ganas de llorar.

No entendía aún por qué soy tan racional; por qué mi mente actúa antes que mis sentimientos. Nada de lo que había dicho era verdad. Aunque yo sabía bien que enamorarme no era una opción para mí… ya lo había hecho. Sí, yo estaba enamorada de Kendall. Inefectivamente, yo ya estaba atada a esta ciudad, a este apartamento, a la escuela, a Tori… pero aún más… a él. 

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JULIETTE, ¿QUÉ CARAJO TE PASA? NO TKM. U-C-A NO PODES HACER ESO!!! Ah que se enojaba con su propio personaje XD Como verán, la normalidad no es una de mis virtudes. 

En fin, QUIERO AGRADECERLES A TODOS LOS QUE LEEN ♥ De verdad, sus comentarios me hacen más que feliz :3 

LOS QUIEROOOOOOOOOOOOOOOOO♥ 

xoxo, T.J.

runaway love ➤ {schmidt}Where stories live. Discover now