Capítulo Once

2.7K 209 17
                                    

¿Lectores/as fantasmas? ¡No, gracias! Deja tu huella, deja tu comentario/opinión ^.^

Sus pisadas y las de su fiel mascota eran lo único que se escuchaba en aquel oscuro callejón. Éstas resonaban con un ruido estridente que hacían eco entre las paredes de aquellos edificios viejos, rompiendo así el silencio de la noche que allí reinaba.

Estaba todo demasiado tranquilo, y eso no era buena señal. <<¿Dónde coño se habían metido todas aquellas bestias inmundas, que no estaban como siempre, atormentando a los humanos?>>, se preguntó Mitchell mientras aminoraba la velocidad y se detenía un momento, observando con determinación todo lo que le rodeaba. Su perro infernal continuó con su rastreo, ajeno a los movimientos de su amo. Su orden había sido bien explícita: rastrear y buscar a uno de esos seres. Y eso era exactamente lo que hacía.

Mitchell sacó un cigarrillo del paquete de tabaco que guardaba en su gabardina negra, y se lo encendió mientras intentaba centrarse... <<¿En qué lugar ocultaría Castiel a una humana?>> se preguntó en silencio. <<Eso siempre y cuando ese maldito Ángel Caído tuviera algo que ver con la desaparición de Jennifer...>>. Aunque no lo sabía con certeza, una corazonada le decía que así era. El teléfono móvil sonando dentro del bolsillo interior de su chaqueta, hizo que interrumpiera sus pensamientos.

—¡Desembucha! —exigió al interlocutor de la otra línea en un rugido, sin si quiera llegar a saludar ni comprobar de quién se trataba.

—Mitchell, soy el detective Steven —saludó un hombre con voz grabe—. Me contrató Marc en tu nombre...

—Sí, si, lo sé —gruñó de nuevo el exterminador interrumpiéndole, impaciente por saber qué tenía ese hombre que decirle—. Al grano —exigió sin más preámbulos.

—Bien, quería informarle que tengo a un posible sospechoso muy viable —dijo ese tal Steven con voz cansina—. Después de varias investigaciones y de preguntar a un par de vecinos, he llegado a la conclusión...

—¡Maldita sea! —explotó de nuevo Mitchell, que estaba con los nervios a flor de piel. Y el hombre, en ese estado, tenía muy poca paciencia... prácticamente, ninguna—. ¡Dime de una jodida vez quién es ese cabrón!

—Tranquilícese hombre —dijo en un hilo de voz el detective privado, sorprendido por el carácter de su cliente—. Creo que el acosador de Jennifer es un nuevo vecino suyo, un tal Drew Snyder, que se mudó a su edificio hace un par de meses.

<<Así que... El hijo de puta que acosaba asiduamente a Jennifer vivía en su mismo edificio. El muy cabrón, de esa manera, tenía total acceso a todo tipo de información sobre ella y su rutina diaria. Sobre las idas y venidas de la mujer. Por eso sabía tanto de ella. Cuando lo pillara, ¡lo estrangularía con sus propias manos!>>, se juró Mitchell mientras le daba la última calada a su cigarrillo y lo tiraba al suelo. Después de pisar la colilla, para que ésta se apagara, cortó la conexión con el detective y se puso en marcha.

Steven le había dado la dirección exacta donde vivía ese tal Drew, antes de que Mitchell se lo pidiese si quiera. Había notado el nerviosismo de su cliente, y antes de que éste se impacientara aún más, decidió facilitarle ese dato.

Ahora él se disponía a ir a hacerle una pequeña visita a ese bastardo, cuando el ladrido de advertencia de su mascota, le hizo cambiar de planes, nuevamente.

Decidió reunirse con el animal de la manera más rápida posible y esa era, subiéndose a lo alto del edificio más cercano e ir de tejado en tejado, ya que así su marcha sería más rápida. No sabía con lo que se podría encontrar nada más hallar a su perro infernal, pero lo que sí tenía claro era que aquellas almas corrompidas, no esperarían verlo a él aparecer cayendo desde el cielo...

Esclavo de las Sombras (Historia pausada)Where stories live. Discover now