Capítulo Trece

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Jennifer agudizó el oído, para poder captar mejor la conversación que su captor, Drew, estaba manteniendo con quién estuviera al otro lado de la línea de su teléfono móvil.

—De acuerdo, eso haré. La voy a preparar para que esté lista para cuando estés de regreso y puedas realizar el ritual —le dijo el hombre, mientras se amasaba sus cabellos castaños, a su locutor—. También le diré a Austin, que vaya avisando a los demás, para que vengan y se preparen por si los exterminadores dan con este sitio y deciden venir a rescatarla —comentó Drew, mientras seguía paseándose con impaciencia por la estancia de un lado a otro—. ¡Joder!, ¡vaya puñeta! —exclamó de repente, tras bufar. Luego, tras aguantar el sermón que le estaban echando desde la otra línea, dijo—: Está bien, disculpa mi ataque de ira, señor. Haré lo que me ha ordenado, mantendré mi polla lejos de ella, tiene mi palabra.

Acto seguido, cortó la llamada con semblante serio. Se guardó de nuevo su teléfono móvil en el bolsillo de sus pantalones y se giró en dirección a donde Jennifer esperaba expectante.

—Ahora regreso —le dijo. Luego, se alejó y salió por la puerta, dejándola entreabierta.

Jennifer giró la cabeza en aquella dirección, mientras la observaba curiosa. <<¿Con quién había estado hablando? ¿Qué preparación tenía que sufrir para estar lista? ¿Lista para qué? ¿A qué misterioso ritual se refería?>>. Se preguntó mientras fruncía el ceño, toda extrañada, y se decía, que no quería conocer las respuestas. Su único y ferviente deseo en esos instantes, era el de salir ilesa de allí, y si podía ser, ¡ya mismo!

Como unos veinte minutos después, apareció Drew, todavía malhumorado. Se acercó a ella y se arrodilló enfrente suya.

—En cuanto Castiel acabe contigo, serás mía —le aclaró, mientras deslizaba su ardiente y lujuriosa mirada, por el pecho semidesnudo de ella—. Es una lástima que no tenga autorización para gozar contigo antes, pero tranquila, cuando pueda hacerlo, lo haré con creces como recompensa —alzó las manos y manoseó sus pechos por encima de la tela del sujetador rojo que llevaba puesto—. Ahora, es el momento de tu preparación.

—Pero... ¿Qué pensáis hacer conmigo? —preguntó asustada, mientras observaba cómo Drew comenzaba a desatarla.

—Yo, una vez que ambos seamos vampiros y vayamos a compartir la inmortalidad durante la eternidad, pienso follarte sin descanso —respondió, tras haberle liberado los tobillos. Luego, se levantó y se posicionó detrás suya, para liberarle también las muñecas.

—Eso está por ver —renegó ella, mordiéndose el labio de la rabia e impotencia—. Pero, lo que más me inquieta, son los planes que tiene Castiel conmigo...

Drew soltó una sonora carcajada, que retumbó entre las cuatro frías y sombrías paredes de la estancia, antes de ayudarla a que se pusiera en pie; la había vuelto a maniatar, pero esta vez, no la había atado a la silla, como estaba segundos antes.

—Nena, después de que el Ángel Caído y señor de las tinieblas en la Tierra, siembre su semilla en tu útero, te convertirá en vampira con la ayuda de Austin —le confesó con burla, mientras tiraba de ella y la instaba a que lo acompañase fuera de aquél húmedo agujero.

—¡¿Qué piensa hacer qué?! ¡¿Preñarme?! —preguntó ella incrédula, atemorizada y atónita— Pero... ¿Con qué intención? ¿Y para qué me va a convertir después? —estaba tan nerviosa mientras era guiada por aquél pasillo apenas iluminado, que lo único que se le ocurría hacer era soltar una sarta de preguntas, sin esperar primero las correspondientes respuestas— Y a todo esto... ¿Desde cuando una vampira puede estar preñada?

Esclavo de las Sombras (Historia pausada)Where stories live. Discover now