Extra dos

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✶ ¿ELOISA? ✶

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¿ELOISA? ✶


Atemorizante ante el mínimo esfuerzo de querer demostrar presencia.

Afónico a cualquier oído, así sea que gritase a todo pulmón.

Invisible frente a los ojos de cualquiera.

Intocable.

Absolutamente todo fue tragado por las tinieblas, incluyéndome. Y me tomó bastante tiempo acostumbrarme y aceptarlo.

Había muerto y no recordaba cómo.

Me adapté, gracias a ellas. Las estrellas, del modo en el que se acoplan al cielo, adornaban mi averno con frecuencia. Resultando ser lo único deslumbrantemente perceptible para mis ojos, y obteniendo así mismo, un significado mucho más importante del que tenía antes de que mi vida se consumiera.

Permanecían tan altas y lejanas, que su luz casi parecía ser artificial.

Se trataba del único tipo de resplandor que no amenazaba en contra de mi existencia. Del resto, no quedaba más que oscuridad, impaciente a mi sometimiento. Pero no había forma de engañarme a mí mismo, ya me tenía entre sus hirientes garras, urgiendo de ella con tal de conservar mi estabilidad. Temiendo a la luz, como a un niño le aterroriza su opuesta.

Cualquiera comentaría, qué irónico es huir de la claridad y buscar refugio entre las tinieblas. Que satírico resulta morir, por no tener permitido dirigirse a la luz, al supuesto descanso eterno. Constantemente me abstenía de preguntarme qué sucedería si fuera en busca de ella.

También era mi mayor tentación. Saber qué sucedería, no es algo de lo que uno esté consciente hasta que lo experimenta.

Tal vez no era tan malo como parecía. Pero no podía arriesgar, ni dejar que las cosas continuasen fluyendo de tal manera. No hasta descubrir la verdad acerca de lo sucedido con el circo; todo lo que éste puerto vio y yo no.

Esa misma noche en la que irónicamente desperté sin vida, me enteré gracias a la oficina de correo, que no resurgí instantáneamente. Antes transcurrieron 6 días de los que tampoco tenía memorias.

Debía existir una razón. Para todo lo había, siempre.

Casi medio siglo había transcurrido desde aquella fatídica noche en donde mis recuerdos fueron arrastrados hacia algún sitio en el que, por más que me esforzara, no lograba encontrar.

Continuaba sin recordar la causa que me dejó en tal estado. Tan solo quedaron cenizas, insistiendo que el infierno lo consumió todo y quería aprisionarme. Pero me negaba a quedarme estancado.

Aún después de tanto tiempo, la única pista que logré recolectar se encontraba en el mismo sitio en el que la habíamos dejado, oculta bajo una resistente capa de polvo y metal, en la ahora llamada antigua estación Fallen. No escondía nada fuera de lo común en su interior, y también era complicado permanecer dentro por mucho tiempo. Podía sentirme nostálgico después de todo.

El circo de Ashton #1 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora