Capítulo veintidós

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✶ SEMEJANZA ✶

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SEMEJANZA ✶


Me encontré en un vaivén de nervios, sobre todo cuando la lluvia empezó a caer. A simple vista alcancé a contar cinco, más otros siete que sobrevolaron la cúpula de la iglesia. Mi pecho se iluminó y enseguida crucé los brazos en un intento por ocultarlo, y parecieron advertirse de eso con antelación, pero lucieron mayormente atraídos hacia el ferrocarril.

Le dediqué una mirada consternada a Ashton, quien pronto enredó sus brazos en mi cintura y me apretó contra él.

—Contén el aire —me dijo.

Vacilé, pero lo abracé. Estaba completamente seco, mientras yo parecía absorber toda el agua en doble ración. Me las ingenié para sujetar la caja con una mano detrás de su espalda, entretanto con la otra apreté la tela de su chaleco.

Nos elevamos y cerré los ojos al sentir el fuerte sacudón. El aguacero cayó con mayor potencia cada vez. Las gotas se percibirán como recibir piedras diminutas justo en la piel expuesta a la intemperie, dificultándome la capacidad para respirar con normalidad.

No fue por mucho tiempo cuando al fin descendimos, junto al primer contenedor. Si no estaba mal, ese era exactamente donde yacía pintado el retrato de su padre.

A penas despegué mis párpados me pareció ver un gran destello alumbrar desde el frente. Esperaba que no fuera un incendio o posiblemente estaría muerta para antes de poder gesticular «sombra».

Llegué hasta la puerta y me lancé para abrirla. Todas mis esperanzas se desvanecieron cuando no pude empujarla.

—¡Cerrada! —Me alarmé.

—Espera. —Ashton traspasó la madera. Solía olvidar con quién estaba y por un instante también olvidé que él no podía tocar objetos.

El viento sopló con mayor fuerza.

Desesperada miré de nuevo al cielo mientras daba pequeños saltos sobre mi puesto original. Me pareció que las sombras se retrasaron por culpa de la tormenta, pero de todas formas siguieron concentradas en seguir el mismo rumbo.

No pude sentir ninguna clase de alivio, sino hasta que el reconocido "clap" me hizo volver mi atención a la puerta. La empujé con fuerza y ésta emitió un chirrido que finalizó al cerrarse detrás de mí.

Escuché un palo golpear el suelo, intuí que se trataba del instrumento que Ashton usó para abrir la puerta.

No pude ver más que mis prendas centellantes. Tirité ante el frío y segundo después el medallón volvió a mantenerse inerte. Eso logró calmarme en cierta forma.

—¿Ashton? —lo llamé.

—Estoy a tu lado.

Me giré hacia el lugar de donde provino su voz y levanté mis manos hasta estar segura de que lo que agarré había sido su brazo. Lo sujeté con fervor. Mi corazón todavía palpitaba frenético y las gotas resbalaban por todo mi rostro empapado. Casi podía escucharlas estrellándose contra el suelo.

El circo de Ashton #1 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora