Capítulo veintitrés

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✶ SUEÑO ✶

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SUEÑO ✶


Renzo se aclaró la garganta. Debía hacer algo que abarcara moverme del sitio o reaccionar si quiera. No era razonable quedarse debajo de la cama, tan vulnerable y al alcance de cualquier cosa.

En cuanto Ashton salió, de alguna forma supe que también había estado pensando en similitud, y me alegraba. Además, ya no existía luz alguna dentro del contenedor que amenazara contra su "vida".

—El fuego los espantó. —Lo escuché decir.

Me arrastré por el suelo y me tendió su ayuda para levantarme.

—Te siguieron —afirmó Renzo mirando al cielo. Su voz apenas fue audible.

—¿Estuvieron buscando el ferrocarril? —pregunté incrédula.

Ashton meneó la cabeza. Su indirecta era clara: no fraternices con el enemigo. Pero, y si a cambio de mis cuestiones no tenía ninguna respuesta, al menos serviría para distraerlo. Asimismo, me figuré nuestro escape con tan solo un par de movimientos; podríamos salir disparados hacia el cielo, al igual que en la feria, o bien Ashton podría impulsarnos. Lo que me sorprendió que todavía no hiciera.

—No exactamente el ferrocarril, a la persona que habita en él —se quejó. Y vaya presuntuoso que lo hizo parecer. Pero sí, fue como si intentaran tentar contra su vida.

Pareció incomodarle algo, porque aún con la mirada puesta en el hueco sobre él, apretó la tela de su pantalón con evidente disgusto.

Me hizo pensar que las sombras seguían rondando fuera, así que para comprobarlo levanté la vista hacia la puerta. Me extrañó ver al titi aparecer entre la torrentosa lluvia y colgarse del filo. Con un ágil movimiento saltó al hombro de Renzo, avanzó por detrás de su cuello e impulsó hasta la pared, por donde se desplazó con ayuda de los cables chamuscados. Lo vi aterrizar frente a Ashton y, tras pararse sobre sus dos patas traseras mientras mostraba una simpática sonrisa, comenzó a examinarlo, como si supiera que él estaba ahí. Además, tenía un bonito sombrero en la cabeza. Sentí la urgencia de querer gritar de emoción y correr a mimarlo, pero Ashton habló:

—Estás en desventaja. —Sacudió la mano hacia el titi.

El monito dio un brinco y salió disparado a esconderse detrás del closet. Consternada miré a Ashton, quien siguió contemplando la dirección de su huida. Lo había espantado.

—Es un ladrón de primera, no tuvimos una agradable relación —expuso con engorro.

Volví a vigilar el frente y me encontré con la sorpresa de que el titi salía de su escondite, empujando la caja musical. Me invadió la sorpresa.

—Eso es mío —exigí.

Tuve la impresión de que un vacío me atravesó el pecho, y no fue menos que la intensa mirada de ambos, haciéndome sentir como si hubiese hecho mal. Ashton sobre todo, no pareció para nada contento.

El circo de Ashton #1 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora