Capítulo 3

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____ se encogió en el asiento y cerró los ojos. ¿Por qué no pensó en eso? Por
supuesto que él no le permitiría alejarse simplemente. Justin era un hombre
determinativo, de un carácter. rudo y siempre quería tener el control. Odiaba los
cabos sueltos. Tenía que saber lo que estaba haciendo su esposa y en dónde lo estaba
haciendo. Además, querría un divorcio rápido, ¿o no? Necesitaba vigilarla, saber
exactamente en dónde estaba.
—Muy acogedora —su tono sarcástico, cuando frenó el auto, la hizo abrir los
ojos. Estaban en el patio adoquinado frente a la vieja granja de piedra, las macetas de
geranios le daban un toque de color a las paredes.
— ¿Sí, verdad? —replicó con el mismo tono. Tal vez la había vencido, pero no
permitiría que él lo viera—. Me fascina y ya me siento como si fuera mi hogar.

Hogar. La sola palabra la atravesó como la hoja de un cuchillo. Su hogar era
donde él estaba y ella jamás volvería a vivir allí. Nunca escuchó otra palabra más
inadecuada; parpadeó resuelta para ahuyentar las lágrimas y le dirigió una mirada
centelleante, ignorando el gesto de cólera en los labios de Justin.
—Entra si tienes algo que decirme. No creo que hayas venido hasta aquí sólo para
cambiar de escenario.
Bajó del auto y cruzó el patio delante de él, obligándose a conservar la calma.
Hasta ahora, había evitado la agonía de oírlo decir que quería el divorcio, para quedar
en libertad de casarse con Zanna y llevarla a vivir a su lado, junto con su hijo.
Había huido, pero no lo bastante lejos ni con la rapidez suficiente y él la había
alcanzado, como Némesis. Ahora tendría que escucharlos sin revelarle nada. Si el
supiera desde hacía cuanto tiempo lo amaba tan apasionadamente, sentiría lástima de
ella y no podría soportar eso. La humillación sería la última gota. Era mejor para ambos
que él siguiera creyendo que el suyo fue un matrimonio sin amor, por ambas partes, y
que ella había decidido que ya no le bastaba con ese tipo de relación estéril.
En el vestíbulo reinaba el silencio y él se quedó atrás, de pie en el vano de la
puerta, bloqueando la luz del sol y luego comentó con tono helado:
— ¿Así que ahí viven los dos, tu y el famoso autor? Qué escenario tan idílico.

—Así es —habló con voz débil, dura. Tenía que ser así, porque negar lo que era
obvio que él pensaba, sería revelar la pequeña grieta en su armadura. No era necesario
informarle que ella dormía en el anexo, igual que su predecesora, que tenía su propia
salita y un pequeño baño privado y que sólo iba a la casa grande a trabajar y a la hora
de las comidas. No era necesario hacerlo saber que, puesto que lo amaba, para ella no
existía ningún otro hombre.
—Vamos a la sala —lo invitó con tono sereno que desmentía los apresurados
latidos de su corazón—. William aún está en la cama, pero estoy segura de que no le
importará.
Se disponía a alejarse hacia la puerta que estaba a un lado del estudio, pero él la
sujetó con fuerza de una muñeca y con la boca apretada en una amarga línea, preguntó,
atrayéndola hacia su cuerpo duro y delgado:
— ¿Así que pasó una mala noche?
— ¡Los dos lo hicimos! —estar tan cerca de él, sintiendo el calor vital de su
cuerpo, los músculos duros debajo del pantalón casual y la sudadera era un tormento
agridulce y su reto fue una respuesta directa, un mecanismo de defensa; lo miró
desafiante para disimular su angustia y vio el involuntario estremecimiento de un
músculo en la mandíbula de él, eso la hizo experimentar un leve sentimiento de triunfo,
porque después de todo, Justin sentía celos.
Pero el triunfo fue de corta vida. Todavía era su esposa y, como tal, su
propiedad. Se había casado con ella, compartieron la misma cama y durante tres
breves meses llevó en su seno un hijo de él. Después de eso, Justin jamás volvió a
hacerle el amor, porque no tenía objeto, sabiendo que las probabilidades de que ella
volviera a concebir eran muy remotas. No obstante, aun así la consideraba como su
posesión; su vanidad masculina se sentiría herida si pensaba que ella se acostaba con
otro hombre. Con la garganta reseca, trató de apartarse, pero él sólo la sujetó con
más fuerza y declaró con voz apagada:
—____, debemos hablar. ¿No lo comprendes? —por un absurdo momento ella casi
creyó que se interesaba en ella, que todavía quedaba algo de su matrimonio, que algo
podría salvarse de las ruinas. Despacio, lo miró; sintió que el cuerpo de él se sacudía
con un temblor revelador y entonces oyó a William desde lo alto de la escalera.
— ¿Todo está bien, ____? —su voz sonó agresiva, porque no todos los días se
encontraba con un perfecto desconocido maltratando a su secretaria.
Pasó un momento y pensó que debió imaginar los celos de Justin, porque cuando
respondió por ella, su tono era casi aburrido, totalmente cortés y controlado.
—Muy bien, Templeton. Pasaba por aquí y decidí venir a visitar a mi esposa.
—Oh, entiendo —respondió cauteloso mientras bajaba la escalera y ____ suspiró.
Cuando llegó allí, le informó a su jefe que estaba separada de su esposo. Un
matrimonio roto no era nada insólito en estos tiempos. El aceptó eso e incluso si llegó a
la conclusión de que la separación databa de tiempo atrás y fue amistosa, ella no lo
desengañó. Se sentía demasiado herida para entrar en detalles. Ahora talvez él
pensaría que cada mañana bajaría para encontrarse con su airado esposo frente a su
puerta.
¡No necesitaba esa clase de complicaciones y si quería conservar su trabajo,
tendría que convencerlo de que no sería así!
—____, ¿quieres pedirle a Mariette que lleve café al estudio? ¿Quiere
acompañarnos, Justin? —William se enfrentó al hombre mucho más joven y más alto,
con una expresión ligeramente belicosa. Era obvio que acababa de ducharse y ahora
vestía un ligero pantalón color café claro y una almidonada camisa blanca; su aspecto
era alerta después de haber dormido y se veía más joven y vigoroso.
—-Gracias —-Justin inclinó la cabeza, pero su tono era casi desdeñoso y tenía la
boca apretada con un gesto hosco, así que ____ se alejó con las palmas de las manos
húmedas.
Los dos hombres actuaban como adversarios, dispuestos a luchar a muerte por
sus derechos territoriales. No podría comprenderlo. Aún estaba casada con Justin,
pero eso no duraría, porque él quería deshacerse de ella. Y aunque William tal vez
estaba molesto porque un visitante indeseado había alterado su rutina de trabajo,
debía saber que eso no volvería a suceder. Tendría que aclararle eso tan pronto como
Justin se fuera. Necesitaba ese trabajo y estaba decidida a conservarlo, pues una
vez que demostrara que era capaz y digna de confianza, tenía intenciones de pedirle
que la empleara permanentemente.
Mariette no estaba en la cocina, así que ____ preparó el café, alegrándose de
tener ese momento de respiro. Fue una sorpresa volver a ver tan pronto a Justin;
necesitaba tiempo para armarse de valor y actuar como si en realidad no le importara
que él le pidiera el divorcio. Pero no podía tardarse toda la mañana en esa sencilla
tarea y cuando llevó la bandeja al estudio no estaba más cerca de recuperar el control
de sus emociones que cuando Justin apareció de la nada, obligándola a subir a su auto.
El ambiente en la pequeña habitación atestada de libros no la ayudó a recobrar el
equilibrio. William estaba sentado frente a su escritorio, con la mirada centelleante y
Justin recorría la habitación de un lado a otro, como un tigre enjaulado.
— ¿Cuánto tiempo piensa quedarse en la región? —preguntó William
bruscamente.
Justin, con los párpados entornados, observaba cada movimiento de ____
mientras servía el café y respondió con voz suave:
—Todo el tiempo que sea necesario —los ojos grises se endurecieron cuando
____ le entregó su taza—. ¿Tratas de hacerte indispensable con otro hombre?
Una oleada de calor invadió el rostro de ____, pero sentía el cuerpo helado. Era
una referencia directa al hecho de que durante seis meses, antes que él le hiciera su
sorprendente proposición de matrimonio, ella trabajó como ama de llaves y anfitriona
en South Park.
____ recordaba, como si hubiera sucedido ayer, la mañana en que Justin entró a
la agencia de empleos. Explicó que la señora Penny había sufrido una caída y tenía una
cadera fracturada, y que pasaría meses antes de que estuviera en condiciones de
volver a trabajar. Todos sabían que no hacía mucho tiempo que Zanna se había alejado
de su vida. Se compadeció de él, porque sabía lo que era un amor sin esperanza. Pero
por lo menos, Justin conoció una época de intensa felicidad al lado de la mujer por la
que todos sabían que estaba obsesionado.
—Necesito un milagro... alguien capaz de desempeñar varias tareas -confeso y
sus rasgos austeros se suavizaron con una sonrisa que últimamente dejaba ver muy
rara vez—. Alguien que pueda actuar como una de llaves temporal, secretaria ocasional
y a veces anfitriona, cuando yo reciba a mis colegas de negocios para trabajar durante
los fines de semana. Sería por varios meses, hasta que la señora Penny este en
condiciones de regresar. Para entonces, espero que habré encontrado a alguien que se
encargue de las demás tareas.
Hasta ahora, ____ no sabía qué locura la impulsó a ofrecer sus servicios. El cielo
sabía que Allie y ella estaban demasiado ocupadas con la administración de la agencia
en rápida expansión y que su amor secreto por Justin Justin, ese sentimiento sin
esperanza que se negaba morir o desaparecer, se convertiría en una conflagración si
era lo bastante tonta para pasar tanto tiempo a su lado. Por supuesto, Justin no tenía
esos escrúpulos. ¿Por qué debería tenerlos? Se sintió francamente aliviado e incluso
se suavizó la perenne severidad de sus ojos de luchador... todos notaban lo
meditabundo que volvió desde que Zanna Hall lo abandonó. Respondió complacido:
—Eso sería ideal. Puesto que vives en la aldea, podrías regresar a casa todas las
noches y ya que yo trabajaré en el distrito de negocios de Londres la mayor parte de
la semana, dispondrás de mucho tiempo para organizar lo necesario para los fines de
semana en que yo decida tener invitados. Contarás con ayuda diaria en la limpieza de la
casa y no te será muy difícil ocupar el lugar de la señora Penny.
Pero sucedió que pasaba menos tiempo lejos de casa de lo que la hizo pensar,
haciendo que su absurdo y desesperado amor por él fuera en aumento, tal y como ella
lo predijo.
William era lo bastante perceptivo para captar ahora su inquietud, porque
cuando juzgó que su mano era lo bastante firme para llevarle su taza de café, él la
miró a los ojos con una expresión compasiva... y con un gesto interrogante. Luego se
volvió hacia Justin, cuyo silencio parecía contener una amenaza.
— ¿En dónde se aloja?
—En Bolonia —con voz cortante, nombró uno de los hoteles de más prestigio y
dejó el café sin terminar sobre la bandeja—. Pero no he venido aquí para intercambiar
palabras amables. Me gustaría hablar con ____, en privado —se dirigió hacia la puerta,
como si ya no pudiera soportar la reclusión, interrumpiendo el comienzo de las
protestas del otro hombre con tono hosco—. Comprendo que ella es su secretaria,
Templeton, pero en primer lugar y antes que nada es mi esposa.
En el tenso silencio que siguió, ____ escuchó el latido de su propia sangre y
resistió el impulso de gritar. Se sentía como un hueso por el cual disputaban dos
perros.
— ¿____? —la voz de William sonó indecisa—. ¿Eso es lo que quieres?
Ella asintió muda. En el estado de ánimo en que se encontraba, Justin obtendría
exactamente lo que quería, sin importarle los métodos que empleara. Y puesto que
estaba allí, sería mejor que de una vez por todas terminaran con la desagradable
discusión acerca de su futuro. Cuando eso quedara arreglado, podría hacer las paces
con su jefe y asegurarle que no se encontraría atrapado en un desagradable drama
matrimonial. Una vez que Justin obtuviera su aceptación para un divorcio rápido,
ciertamente no querría volver a verla y mucho menos desearía perder su valioso
tiempo buscándola y perturbándola en su trabajo.
Justin esperaba en el vano de la puerta, con el ceño fruncido en un gesto de
impaciencia y ____ caminó reacia hacia él, con un nudo en el estómago y los pies como
si fueran de plomo. Oírlo expresar en palabras su deseo de un divorcio sería una de las
cosas más difíciles, que jamás le habían sucedido. Pero sobreviviría, se aseguró con
firmeza cuando cruzó la puerta con la cabeza erguida y negándose a mirarlo.
— ¡Por aquí!
____ se disponía a dirigirse hacia la banca de piedra junto a uno de los muros del
patio, pues instintivamente sabía que necesitaría sentarse mientras escuchaba lo que
él quería decirle. Las piernas le temblaban, pero se dio media vuelta al oír la brusca
orden; lo vio a abrir la puerta del auto y colérica, retuvo el aliento.
— ¡No me trates como si fuera un perro! —estalló furiosa. Era mejor que él viera
su cólera y no su dolor—. No pienso obeceder tus órdenes.
—Eso he visto. No obstante, sube al auto.
—Puedes decirme aquí lo que tengas que decir —declaró con firmeza—. No hay
nadie cerca, estamos en privado.
—No tengo intenciones de quedarme en la propiedad Templeton —le advirtió él
hosco—. ¿Vienes de buen grado, o tendré que obligarte?
____ apretó los labios, para contener un tembloroso suspiro. La advertencia en la
mirada implacable de él era inconfundible. Sería mejor subir al auto por su propia
voluntad, antes de que él la obligara. Si volvía a tocarla, su cuerpo la traicionaría, le
demostraría lo mucho que aún lo deseaba, lo necesitaba y lo amaba. No podía entender
por qué el experimentó ese desagrado instantáneo hacia el inofensivo William. Debería
estrecharle la mano y darle una palmada en la espalda. ¡Después de todo, le había
ofrecido a su indeseada esposa un trabajo, un salario y alojamiento!
Se estremeció cuando él cerró con fuerza la puerta del auto tan pronto como
ella se instaló en el asiento y se mordió el labio cuando lo vio rodear el auto para
ocupar su lugar al volante. Sabía que él era capaz de encolerizarse; había sostenido
suficientes conversaciones confidenciales con las esposas de sus empleados y colegas
de negocios, durante esos fines de semana de trabajo en South Park, para saber que
aunque era justo y siempre estaba dispuesto a escuchar los puntos de vista de los
demás, su helada ira, cuando alguien no estaba a la altura de sus exigencias, era algo
que debía evitarse a toda costa.
Pero ella nunca antes la experimentó, hasta ahora. La hacía sentirse PI-quena y
vulnerable, amenazada, como si se hubiera convertido en un desconocido peligroso y
amenazador. Cuando salieron del patio para dirigirse a la campiña, a lo que ____
consideró era una velocidad peligrosa, se obligó a mirar hacia adelante, sin dar
muestras de ninguna emoción. Ni siquiera le preguntaría a dónde diablos pensaba
llevarla. No podía confiar en su voz. El también guardaba silencio, concentrado en
conducir el veloz auto. ____ no se sorprendió. Desde el accidente, se habían roto las
líneas de comunicación.
Antes, siempre podían hablar de cualquier cosa. Eso fue una de las cosas que
intensificaron su amor por él cuando empezó a trabajar en South Park.
Al fin, él detuvo el auto frente a un sendero que se adentraba en el bosque y
____ bajó, cerrando la puerta y apoyándose contra el coche, débil y aliviada. La
tensión, la cólera silenciosa de él eran más de lo que podía soportar y aspiró una
bocanada de aire fresco, perfumado por los árboles del bosque y el olor penetrante
del océano; se secó con el dorso de la mano las gotas de sudor que cubrían su labio
superior.
El se quedó de pie frente a ella, una presencia sombría y silenciosa que hizo que
el corazón le diera un vuelco al oírlo acercarse con pasos silenciosos. Pero ahora había
algo diferente, como si la concentración necesaria para conducir, el auto hubiera
ahuyentado su cólera. Lo miró a los ojos, pero bajó la vista al reconocer la expresión
más suave en los ojos y los rasgos de él.
¿Compasión? ¿Lástima? No necesitaba eso. Siempre la trató con amabilidad y
respeto, incluso después de que perdió al hijo que él tanto anhelaba. Debía sentir
lástima de ella, sabiendo que estaba a punto de informarle el motivo del regreso de
Zanna después de tanto tiempo. No era un hombre deliberadamente cruel y no querría
causarle un dolor, pero no podía evitarlo, para él, Zanna siempre fue una obsesión. Aún
lo era y siempre lo sería. Todos lo sabían y por eso, quienes la querían, sus padres y
Allie, le advirtieron que no aceptara su proposición de matrimonio.
Debió escucharlos, pero estaba demasiado segura de su capacidad deshacerlo
olvidar a la otra mujer y enseñarlo a amarla a ella. Estaba segura de que lo lograría,
sobre todo cuando le diera el hijo que él tanto deseaba.
—Vamos a caminar —su voz era apagada, seguramente por el pesar de lo que
estaba a punto de decirle. Pero ella no quería su compasión.
Quería su amor y jamás lo tuvo. Ahora sabía que jamás lo tendría.
—Vamos —repitió él y le tendió una mano. Ella la ignoró y se hizo a un lado,
poniendo mucho espacio entre ellos cuando echó a andar por el solitario sendero en el
bosque. El la siguió y la alcanzó, caminando con pasos apresurados para seguir por un
sendero más angosto y poco transitado; ____ lo siguió, pues no podía hacer otra cosa,
sabiendo que él la llevaría a rastras si ella cedía a sus instintos y se sentaba en el
suelo, echaba la cabeza hacia atrás y empezaba a gritar. Justo cuando pensó que
estaba condenada a seguirlo por ese solitario lugar durante una eternidad, él habló por
encima del hombro.
—Cuando me dejaste, debiste decirme que no soportas que te toque. ¡Tal vez
entonces no me habría molestado en buscarte!
— ¡No sé por qué lo hiciste! —gritó ella furiosa y con la respiración agitada, más
porque sabía que al fin iba a empezar la última confrontación, que por el paso rápido
de él.
Mientras él no supiera lo mucho que anhelaba su contacto y con qué frecuencia,
durante los últimos tres meses, lloró hasta quedarse dormida, ansiando la intimidad
física que antes compartían y que él rechazó, podría aferrarse a su dignidad, que
apenas empezaba a recuperar.
— ¡Pensé que estarías demasiado ocupado en South Park, con Zanna... y el
pequeño Harry!
Habían llegado a un claro, en donde los altos árboles parecían formar la bóveda
de una catedral; la luz del sol se filtraba entre las ramas, desvaneciendo las
silenciosas sombras. El se detuvo, se volvió a mirarla y por un momento, por su rostro
cruzó una expresión de dolor. luegó desapareció. Sus rasgos parecían tallados en
mármol cuando habló.
—Comprendo tus celos, pero no permitas que te amarguen la existencia. Te lo
aseguro, ____, habrá otro hombre para ti.
No supo cómo logró contenerse para no abofetearlo y no gritar todo su disgusto
y su cólera, pero lo hizo al recordar a tiempo que, puesto que él creía que el suyo era
un matrimonio sin amor por ambas partes, daría por hecho que ella encontraría a
alguien más. Ahora era el momento de aclararlo todo y se preparó para eso,
preguntándose si él podría escuchar el atemorizado latido de su corazón en medio del
silencio. Así que se controló y respondió con toda calma:
-Ya sé por qué Zanna regresó con Harry. Los oí cuando hablaron el día que ellos
llegaron.
Ya estaba. Ahora él no tendría que darle la "noticia". Lo oyó aspirar aire con
fuerza y luego expulsarlo despacio y los hombros tensos se relajaron debajo de la
suave tela oscura de la sudadera.
—Así que por lo menos entiendes eso —sus ojos se ensombrecieron con una
expresión que ella no logró descifrar y casi demasiado tarde, vio que había caído en
una trampa.
Le dijo que escuchó por casualidad esa conversación y que él debía recordar
también las cosas que dijeron. Cómo le informó a la mujer amada que su nefasto
matrimonio con la inadecuada ____ Garner había llegado a su fin y que debido a eso,
Zanna había regresado llevando a su hijo. Había cuidado bien de él como madre
soltera, pero Harry también necesitaba a su padre.
Fugazmente, ____ se preguntó por qué Zanna abandonó a Justin. El profundo y
obsesivo amor que había entre ambos fue la comidilla de la aldea durante meses. Luego
apartó a toda prisa esos pensamientos de su mente, dolorosamente consciente de la
mirada fija de Justin. En una forma o en otra debía salir de la trampa en la que había
caído.
De alguna manera, tendría que hacerle creer una mentira a Justin, que lo
abandonó no porque Zanna estaba de regreso y Justin quería el divorcio, sino porque
ella, ____, decidió que ya estaba harta de la situación. Abandonarlo antes de que el
pudiera pedirle que se fuera, era la única forma de salvar su orgullo, que era todo lo
que le quedaba.
—Por supuesto que lo entiendo —respondió tajante, resistiendo el Impulso de
envolver los brazos alrededor de su esbelto cuerpo, porque a pesar de lo caluroso del
día, sentía un doloroso frío interno—. Pero no es nada realmente importante; no tiene
nada que ver con mis razones para querer una separación.
— ¿Y. cuáles son esas razones? —se acercó más y los mismos árboles parecieron
detener su movimiento. ____ no podía hablar, el corazón le latía apresurado y la
cabeza le daba vueltas. No podía mentirle, no en algo así, pensó entristecida y al alzar
la vista observó el rostro tenso de él. Simplemente no podía hacerlo. ¿Cómo podía
negar su amor por él? ¿Ese amor que maduró y se intensificó desde que ella tenía
quince años?
-Tus razones, ____ —la apremió hosco, entornando los párpados
estudiando los rasgos angustiados de ella.
—Me imagino que son las mismas que las tuyas —replicó ella sin aliento,
apartándose—. Los dos sabemos lo que han sido los últimos meses. El matrimonio
simplemente no funcionó.
Que él interpretara eso como mejor le pareciera, pensó aturdida, tratando de
sofocar un sollozo. Y la interpretación más probable que le daría a su evasiva
respuesta sería que, igual que él, ella estaba cansada de esa relación estéril que hacía
mucho tiempo había llegado a la etapa en que, incluso el deseo físico, había muerto por
completo. La forma cu que antes se negó a aceptar la mano de él, evitando su contacto,
reforzaría esa opinión.
—No lo creo —se veía como si ella lo hubiera abofeteado y ____ no podía
entenderlo... su cerebro estaba demasiado confundido. ¿Por qué simplemente no
tomaba lo que ella le ofrecía en bandeja, terminaba ron todo y se alejaba corriendo...
de regreso a casa, en donde lo esperaba la ansiosa Zanna? ¿Por qué prolongar esa
terrible confrontación?
No podría soportar mucho tiempo más. Sus emociones la habían afectado desde
que escuchó esa conversación, tratando de evitar lo inevitable, huyendo cuando le
informó que Zanna y él tenían algo qué decirle. Débil, cerró los ojos y no hizo nada
para impedir que las lágrimas se deslizaran por sus mejillas. Todo lo que quería era que
él la dejara sola, que le permitiera conservar su dignidad. Ya tenía lo que quería. ¿o no?
¿También tenía que causarle más dolor? ____, no lo hagas —su voz era áspera y antes
de que ella se diera de lo que sucedía, los brazos de Justin la rodearon,
estrechándola contra su cuerpo y por un absurdo momento se aferró a él, bloqueando
su mente a todo lo demás.
"Dime lo que te sucede —murmuró él, haciéndola apoyar la cabeza .obre el sólido
ángulo de su hombro con una mano fuerte y ____ sintió que la sangre corría
apresurada por sus venas, drogándola; sólo cuando la otra mano de él inició un lento
movimiento para acariciar su espalda se dio cuenta de lo que hacía.
Le estaba permitiendo tomar la iniciativa una vez más, como siempre lo hizo en su relación. No contento con hacerla a un lado, cuando la mujer a quien realmente
amaba volvió a aparecer en escena, quería acabar con sus destrozados sentimientos.
Pues bien, no halagaría su vanidad masculina. Apartó la cabeza, apretó los puños y lo
empujó por los hombros; en el límite de sus tuerzas, dijo entre dientes:
— ¿No puedes dejarme en paz?
Sus esfuerzos para alejarlo fueron en vano; parecieron incrementar el deseo de
él de dominarla, pensó frenética al notar su respiración agitada y el salvaje destello en
sus ojos cuando la sujetó con más fuerza y exclamó:
— ¿Por qué diablos debería hacerlo? ¡Maldita sea, aún eres mi esposa!
Luego el mundo se quedó inmóvil, silencioso, y en los oídos de ____ sólo
resonaban los caóticos latidos de su corazón, sus propios sollozos y la respiración
agitada de él que escapaba entre sus labios apretados, antes de que su boca se
apoderara de la suya dándole un beso brutal, como nunca antes lo había hecho. Su
vigoroso cuerpo venció sus débiles intentos de huir, haciéndolos caer a ambos sobre el
mullido suelo del bosque, y arrastrándolos hacia un calor oscuro y ardiente del que no
había salida, y del cual habían desaparecido todos los sentidos y la razón, porque,
aunque él ya no la quería en su vida, ella todavía era legalmente su posesión y quería
grabar en ella su marca, por última vez, sólo para demostrar su dominio.
Eso iba a ser una violación.

Obsesión salvaje Justin Bieber y _____Where stories live. Discover now