Capítulo 7

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EN una niebla de receptiva sensualidad, ____ sentía que subía la escalera en
alas de un sueño. En la realidad, los brazos de Justin la sostenían, estrechándola

contra su cuerpo; inclinó la cabeza morena para posar su boca sobre la piel expuesta
de su largo cuello, el delicado ángulo de su mandíbula y el sensible hueco justo debajo
de su oreja. Y eso era mejor, infinitamente más satisfactorio que un sueño.
Una narcotizante niebla de fantasía la mantenía clavada a la cama, con el cuerpo
tan débil que sentía como si se estuviera ahogando en miel, lánguida se convirtió en
arcilla bajo las manos seguras de él; suspiró cuando le desabotonó despacio la blusa,
deslizándola sobre los esbeltos hombros como si fuera algo inmaterial que se
disolviera en la ardiente tensión sexual que flotaba en el ambiente.
Una tensión que inexorablemente fue en aumento. Ella podía sentir la espiral de
calor profunda en su interior; captó el eco que le llegaba de él, llamándola, sujetándola.
Cuando al fin desapareció la última prenda de ropa bajo la perversa magia de las manos
masculinas, él se irguió con el ardor del deseo marcando sus pómulos salientes, y la
intensidad de su mirada mantuvo cautiva la de ella mientras desabrochaba la hebilla de
su cinturón. Luego habló con voz ronca:
—Tú me deseas. Eso tiene que demostrar algo.
Algo agudo, muy doloroso, estalló en el cerebro de ____. Mató el deseo, la
abrumadora necesidad, haciendo que toda la magia se convirtiera en polvo; dejó
escapar un sollozo al rodarse sobre la cama, sepultándose debajo de las mantas como
si quisiera ocultarse del doloroso y avergonzante conocimiento de que él trató
deliberadamente de demostrar con qué facilidad podía excitarse... con cualquier
hombre, sin que importaran los sentimientos ni las emociones. ¡Que incluso él a quien
repetidas veces le pidió el divorcio, podía dejarla delirante, suplicando una
satisfacción sexual!
— ¡Sólo aléjate... déjame sola! —gritó disgustada, sabiendo que sólo era parte de
un detestable experimento, parte del plan de él para desacreditarla y su voz sonó
angustiada.
Unas manos crueles le quitaron la relativa protección de las mantas y una voz
implacable declaró con aspereza:
—Jamás. Y será mejor que lo creas.
Luego se recostó sobre la cama, al lado de ella, sujetándola con una larga pierna
musculosa y ____ cerró los puños para golpearlo, mientras la sangre corría apresurada
por sus venas, debido a la furia, pero una mano de él, despacio y sin el menor esfuerzo,
le sujetó los puños arriba de la cabeza, mientras le decía con voz suave:
—No me hagas luchar contigo por lo que ambos sabemos que queremos.
Inclinó la cabeza y su boca cubrió un pulsante pezón, jugando con él hasta que
____ creyó enloquecer si no le brindaba la misma sensación exquisita a su gemelo. Su
voz sonó extrañamente sofocada, llegando a la conciencia de ella en una oleada tras
otra de desconcertante sensualidad.
—Sólo tengo que tocarte... así, y así...
El traicionero cuerpo de ____ renunció a la lucha. Luego, se ahogó la última llama
de resistencia y de sentido común en el sensual estanque del deseo. Su cuerpo
instintivamente se relajó, moviéndose, arqueándose bajo el cuerpo de él, abriéndose

para recibir su pulsante necesidad, respondiendo a ella, igualándola con el apasionado
florecimiento de la sedosa envoltura de su feminidad.
— ¿Tienes hambre? —____ abrió despacio los ojos aún aletargados por el amor y
vio a Justin apoyado sobre un codo, contemplándola. Se estiró como un gato y una
voluptuosa sonrisa curvó sus labios hinchados por los besos. Podía responder que tenía
hambre de él, pero le haría pensar que era una mujer impúdica..,
La sonrisa se hizo más amplia al pensar en eso y él adivinó sus pensamientos... por
supuesto. Refunfuñó y deslizó la yema de un dedo alrededor de un pezón erecto.
—Después, mi insaciable gatita. Después tendrás algo más y mejor.
Más. El solo pensamiento la hizo sentir que el vientre le pulsaba y volvió a sentir
ese lento y revelador calor; se recostó sobre el estómago, sepultando la cara en la
almohada que aun conservaba el olor a él, a su agua de colonia, a su masculinidad. No
podría ser mejor, pensó cuando lo sintió bajarse de la cama y oyó el roce de la ropa y
el crujido de la cremallera del pantalón. Le hizo el amor tantas veces esa larga mañana
de verano, todas ellas revelando un aspecto diferente de su sexualidad... intensamente
hábil, tierno, lento, con la sensualidad de la verdadera voluptuosidad. Tantas veces y
todas ellas tan bellas...
Sintió un ligero golpecito en la espalda desnuda, que se detuvo al borde de un
nuevo descubrimiento, sacándola de sus recuerdos y él le dijo:
—El almuerzo estará listo dentro de diez minutos. ¿De acuerdo?
Ella sólo asintió, en un plano demasiado apartado de la realidad para poder
hablar, porque ese golpecito se detuvo, pleno de promesas... como si las promesas
fueran necesarias...
, Se metió a la ducha y veinte minutos después, vestida con una amplia falda de
algodón y una blusa sin manga, color azul pavo real, que hacía juego, bajó la escalera y
se dirigió a la cocina. Aún se sentía desorientada, como si la hubieran drogado y la
realidad fuese borrosa. Pero frunció la nariz en un gesto de aprecio al percibir el
aroma a tocino y comentó con tono ligero:
—Así que ya dominaste la estufa. ¡Te mereces una medalla! Era un monstruo
desvencijado que funcionaba con gas, a ____ le pareció que tenía mil años, pero
Justin le dirigió una extraña sonrisa por encima del hombro y se inclinó para abrir la
puerta del horno. Ella lo miró, aún debilitada por el éxtasis de lo sucedido y su
debilidad se intensificó por lo que vio... la figura alta y esbelta, los anchos hombros
debajo de la camisa de algodón, el desgastado pantalón ceñido en las caderas y las
largas piernas atractivas.
Pero él no la miró cuando sacó dos platos del horno, sosteniéndolos con una
toalla. Se dirigió a toda prisa a la barra en donde ella vio que se había tomado la
molestia de poner un mantel a cuadros; sacó unas frutas en conserva, una barra de
mantequilla, un plato con pan recién tostado y una olla café en la que sirvió un
humeante y aromático té. —Me estoy muriendo de hambre —reconoció "ella, sacando
un banco para sentarse frente a un plato colmado con tocino y champiñones. El se
sentó a su lado, tomó los cubiertos y le pidió: —Dime exactamente por qué decidiste

Obsesión salvaje Justin Bieber y _____Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin