Capítulo 6

506 14 0
                                    

¿QUE es este lugar? Hacía más o menos una hora que viajaban, la última cuarta
parte, abriéndose paso por un desigual sendero en el bosque, recto y solitario y ahora
la luz de los faros revelaba una pequeña construcción en el centro de un claro rodeado
de altos árboles.
—Una cabaña —le informó él con tono seco—. La renté temporalmente, pero
.debes considerarla como tu hogar por el momento.
La tenue luz verde del tablero le daba a su rostro un aspecto espectral, como
tallado en una piedra lunar, y para contrarrestar la terrible impresión de que ya no lo
conocía, de que nunca lo conoció realmente; no sabía de lo que él era capaz, replicó
sarcástica:
— ¡Vaya... gracias! ¿Qué he hecho para merecer un regalo así? —y terminó
brusca—. ¿En dónde están Zanna y Harry? —no allí, estaba segura. Justin estaba

dispuesto a hacer cualquier cosa por la mujer amada, ir hasta los confines de la tierra,
pero la mundana Zanna no pasaría ni un momento en una choza en medio del bosque,
alejada de cualquier parte.
— ¿En dónde diablos crees? —replicó él áspero y la mirada que el dirigió le dijo
que pensaba que estaba loca o que era una mujer despreciable. O ambas cosas.
____ se cubrió más con la manta. La respuesta de él no le dijo nada, por
supuesto, pero podía adivinarlo. De seguro, estaría viviendo en algún lujoso hotel en el
sur, mientras esperaba que él concluyera cualquier asunto inconcluso con su esposa. Se
estremeció, invadida de pánico al preguntarse cuál sería ese asunto. Pudieron hacerlo
todo de una manera civilizada, a través de sus abogados. ¿Por qué llevarla allí por la
fuerza y someterla al tormento de estar cerca de él?
El pánico se volvió casi incontrolable cuando él apagó el motor y los faros. La
oscuridad era densa e impenetrable y el único sonido perceptible era el del latido de
sus corazones. Estaba segura de que él podía escucharlo y leer el caos y la confusión
de sus pensamientos. Pero lo vio guardar la llave del auto mientras le decía:
—Quédate en donde estás mientras yo voy a abrir la cabaña —____ pudo
respirar con más facilidad, cuando él desapareció en la oscuridad. Cuando vio el
resplandor color naranja, que brillaba a través de una de las pequeñas ventanas, más o
menos se había controlado.
Si ella estuviera trabajando para una mujer, o si Justin no se hubiera dado
cuenta de lo que William empezaba a sentir por ella, no se habría tomado tantas
molestias para discutir su inminente divorcio. Jamás-hubiera creído que su posesividad
estuviese tan arraigada, hasta el grado de manifestarse por la esposa a la que ya no
quería. Después de aclarar eso, se sintió menos confundida, más capaz de enfrentarse
a las próximas veinticuatro horas. Lo que Justin quería discutir con ella no podía
llevarles más tiempo y él debía estar ansioso por reunirse con Zanna y el hijo de
ambos. La única forma de enfrentarse a la situación sería comportándose con dignidad,
usar su sentido común y tratar de disimular su dolor.
Empezaría en ese mismo momento.
Envolviéndose en la manta, abrió la puerta del auto y bajó las largas piernas
desnudas. Por suerte había dejado de llover, pero aún podía escuchar a la distancia el
rugido de la tormenta y el constante golpeteo de las gotas de lluvia que caían de los
árboles. Apenas había dado dos pasos inseguros hacia la cabaña cuando Justin
apareció de la nada.
— ¿A dónde diablos crees que vas?
Su repentina aparición silenciosa la dejó sin aliento, haciéndola dudar de su
capacidad para enfrentarse a la situación, pero su orgullo vino en su ayuda y la ayudó a
replicar sarcástica:
—A pasear, ¿a dónde más? —trató de pasar al lado de él para dirigirse hacia el
cuadro de luz color naranja, pero él murmuró una imprecación y la alzó en brazos,
mientras ella lo golpeaba furiosa con los
puños, gritando.

— ¡Bájame, puedo caminar unos cuantos metros! —estar tan cerca de él minaba
su estabilidad mental, se dijo, maldiciendo lo frágil des su resolución cuando se
trataba de él. Sentía que su proximidad la derretía, fundiéndola contra él y
despertando en ella el deseo de suplicarle que le permitiera enseñarle a amarla de
nuevo.
—Como quieras. Si te agrada chapotear con el fango hasta los tobillos, puedes
hacerlo —replicó él, deslizándola a lo largo de su cuerpo y confundida, ____
comprendió que eso era un estímulo erótico más poderoso que el hecho de llevarla en
brazos.
Mordiéndose el labio, lo vio caminar delante de ella, con pisadas tan seguras
como las de un gato. ¿Qué podía hacer para controlar sus emociones? ¿Cómo podría
dejar de amarlo y desearlo, para iniciar el lento recorrido hasta encontrar la paz
mental que tanto anhelaba? Incapaz de encontrar la respuesta lo siguió, ignorando el
fango, concentrada en mantenerse de pie y sujetando la manta que cubría su cuerpo.
—Se fue la luz —le informó Justin cortante cuando ella cruzó el umbral y cerró
la pesada puerta de madera. En vez de enfrentarse a la mirada de esos ojos acerados,
estudió el ambiente que la rodeaba. Era una pequeña habitación y las losas de piedra,
desgastadas por los años, crujieron bajo sus pies; las paredes estaban pintadas de
blanco y casi todo el mobiliario era de pino. Había unos troncos en el hogar de la
chimenea y las dos lámparas de aceite que él había encendido proyectaban un íntimo
resplandor. En un rincón de la habitación vio una angosta escalera de madera, él debió
seguir la dirección de su mirada, que ____ trató de que pareciera fría y sólo
vagamente interesada, porque comentó con tono ácido:
-Tenemos dos habitaciones, ésta y el dormitorio en el piso superior. La cocina y
el baño están a un lado; son primitivos, pero adecuados. Creo que alguna vez fue la
cabaña de un leñador; no es lo bastante grande para ser un pabellón de caza.
-No sé por qué te molestaste —comentó ella con un dejo burlón. Se inclinó para
quitarse los enlodados zapatos, teniendo cuidado de sujetar bien la manta y sin
mirarlo a los ojos; luego pasó a su lado para abrir la puerta que llevaba a la cocina. Era
rústica, como él dijo, pero adecuada, puesto que sólo estarían allí unas pocas horas al
día siguiente. Luego, al sentir la mirada de Justin fija en ella, comentó con frialdad:
—Si por alguna razón que no comprendo, querías discutir los detalles del divorcio
personalmente, en vez de hacerlo a través de nuestros abogados, pudiste hacerlo por
teléfono. ¿No crees que fue un poco melodramático traerme aquí por la fuerza?
—"bien dicho", se felicitó. Al fin podía presentarle a Justin una fachada fría, casi
indiferente.
Pero su pequeño éxito no la hizo sentir mejor, si acaso, se sintió peor. Lo oyó
retener el aliento y entonces lo miró, esperando que en sus ojos no hubiera el menor
vestigio de su angustia interna. Pero lo que vio hizo que el corazón le diera un vuelco,
porque parecía que era un hombre que acababa de regresar del infierno. Tenía la piel
tensa sobre los huesos de la cara, las líneas de su rostro eran más profundas y en sus
ojos había un destello salvaje que ella sólo había visto una vez antes, cuando Zanna lo
abandonó la primera vez.
"- ¿La primera vez? Movió la cabeza en un gesto inconsciente e hizo a un lado ese
increíble pensamiento. No se atrevía a creer que la mujer a quien él amaba, lo hubiera
abandonado de nuevo. ¿Pero, por qué entonces él se veía como si toda la luz hubiera
desaparecido de su vida? Pasó un momento cuando él habló con voz dura como el acero.
— ¿Y dejarte feliz en donde estabas, disfrutando del amor de Templeton,
haciendo planes para cuando se casaran? Lo lamento, querida —su voz se hizo
amenazadora—, pero no hago así las cosas. Y tampoco tú; eres mi esposa.
Era inútil recordarle que ya no sería su esposa por mucho tiempo, ni decirle que
William nunca le hizo el amor, que ella habría huido si lo hubiera intentado. Tal vez le
propuso matrimonio, pero ella jamás lo habría aceptado. De pronto sintió en los ojos el
escozor de las lágrimas, haciendo que le, ardiera la garganta. Se sintió terriblemente
cansada, harta de ese absurdo lío y respondió aturdida:
—Si no te importa, me gustaría quitarme esta manta —luego deseó haber
mantenido la boca cerrada y se sonrojó al recordar la forma en que él contempló su
cuerpo desnudo cuando por insistencia suya, se quitó la ropa empapada. Recordó que le
preguntó si se excitaba con la misma facilidad con William. Justin debía pensar que
ella era un prostituta, hambrienta de sexo.
Además, él debía recordar su respuesta desinhibida y apasionada cuando le hacía
el amor, antes de perder a su hijo, y la forma en que se negó acercarse a ella para
tocarla, durante los meses vacíos que siguieron a eso. ¡Sumaría dos más dos y llegaría a
la conclusión de que la frustración sexual fue la causa de que saltara a la cama con
William Templeton, para no mencionar sus retozos sexuales en el suelo del bosque, con
el esposo a quien declaró no querer y al que abandonó!
El rostro de él estaba pálido, con la boca apretada en un gesto de disgusto y un
músculo temblaba en la línea dura de la mandíbula. Para disipar lo que era obvio que él
pensaba, ____ habló brusca:
—No te preocupes, no te estoy ofreciendo nada. Sólo quiero darme un baño
caliente, si es que eso existe aquí y retirarme a descansar. Lo que tengas que decirme
puede esperar a mañana.
El no pronunció una sola palabra. Le dirigió una larga mirada indescifrable, luego
tomó la maleta de ella y subió la angosta escalera. Lo siguió reacia, sólo porque tenía
que hacerlo, pues no tenía otra opción; sujetó la manta y la alzó arriba de las rodillas
para no tropezar. La escalera daba directamente a un dormitorio con el techo
inclinado. Era sencillo, amueblado con una cama ancha y ____ pensó que tal vez
necesitaría una escalera para subir a ella; también había una cómoda de pino con
cajones y una silla. No había puerta, excepto una de angostas tablas de pino, pintada
de blanco, en la pared opuesta.
—El baño está allí —Justin dejó la maleta en el suelo y señaló hacia la puerta
pintada de blanco—. No hay bañera, pero sí una ducha, y si la energía eléctrica se fue
hace poco, aún debe haber agua caliente —se dio vuelta y sacó un suéter azul oscuro
de uno de los cajones, para ponérselo.

Obsesión salvaje Justin Bieber y _____Onde histórias criam vida. Descubra agora