La verdadera verdad

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 Capitulo 4

Estaba sentada en una gran mesa con sillas doradas y blancas, una gran mesa la cual apenas podía ver el final y una multitud de ancianas sentadas en cada silla.  Cuando llegue a este mundo que fue exactamente hace unas dos horas estaba tan aturdida que solo asentía a lo que decían y seguí a mi abuela a todas partes, ahora es cuando mis neuronas empezaron a funcionar.

El lugar era de un color azul claro hermoso, casi semejante al cielo, volteabas a ver el techo y veías una revoltura de colores en movimiento haciendo hermosas ondulaciones casi como la aurora boreal.

Ya llevaba sentada ahí por 15 minutos y solo veía a todas las ancianas viéndome de arriba abajo, algunas haciendo gestos otras solo volteaban sutilmente, entonces vi que en la mesa al final en el asiento con mas altura estaba sentada la odiosa de Elinda, mi abuela estaba parada al lado derecho de ella, al parecer estaban susurrando algo y después ambas me volteaban a ver.

Heily Katrina Swinkly- dijo Horrinda… perdón, Elinda

Así es mi apellido es “Swinkly” no me gusta que lo mencionen, suena como una marca de muffins o el nombre de un enano, pero debo de admitir que ninguna otra persona que yo conozca tenía ese apellido.

Me puse de pie y voltee a ver a mi abuela, su expresión era seria.

-La jerarquía Swinkly le ha servido al clan desde su creación  al inicio de la era del Yank, tu eres la siguiente en la línea para continuar con este deber.-

Asenti pero lo que realmente quería decir era “¿¡Que rayos?!, ¿Dónde estoy? Tu cara se sigue viendo horrendamente arrugada de lejos y por favor dime que lo que todas ustedes tienen en su espalda no son alas”

-Haz hecho ya el juramento, por lo que el poder se te ha sido concedido – continuo – más has de saber que si rompes este juramento serán condenados todos los portadores del apellido y su magia e historia desaparecerá para siempre…

Recuerdo que decían que no todas las viejas eran “brujas” creo que esta si es una.

De pronto escuche como una puerta azotaba a mis espaldas y unas rápidas y pesadas pisadas avanzaban hasta el lado de la mesa donde estaba Elinda.

-Señora – dijo el individuo de traje verde con botas marrones y piel obscura, dando una reverencia.

-¿¡Porque interrumpes la ceremonia?! – grito Elinda separándose rápidamente de su silla

-Es una emergencia – dijo el sujeto sin voltearla a ver a los ojos- Hemos perdido el lado Este de “Selum” – dijo y acto seguido la cara de Elinda palideció.

-Estella – se dirigió a mi abuela – Termina con esto- Y desapareció detrás de la puerta.

Ni siquiera se excuso, se me hiso algo grosero.

Cuando Elinda ya no se encontraba, todas las personas comenzaron a evacuar el cuarto dejándonos a mi abuela y a mi solas.

-¿Escuchaste si quiera una palabra de lo que acaba de decir? – me pregunto mi abuela en un suspiro

-Estoy segura que tú me conoces- dije

Ella sonrió y puso su mano en mi hombro – Ven- dijo – Te mostrare el lugar.

Pasamos por grandes corredores llenos de estatuas de mármol, paredes color esmeralda e incluso unas paredes cuyas decoraciones eran chorros de ayua cayendo hacia abajo, sin mojar el suelo con pececillos que felizmente vivían ahí, algo realmente increíble.

Finalmente llegamos a una puerta la cual daba a un aplio balcón, de ahí se podía ver una basta naturaleza y campos de todo tipo de colores, arboles gigantes al igual que hongos del mismo tamaño, se veian casas de madera construidas de forma peculiar, las nubes (creo que eso eran) no tenían la misma forma que como las conocía, eran como grandes remolinos de colores pastel que se movían o bien demasiado rápido o parecían estáticas.

Buscando a CenicientaWhere stories live. Discover now