Conociendo a mi cenicienta

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Capitulo 6

Ahora me encontraba cayendo rápidamente, me sentía como una estrella fugaz, no, más bien como un meteorito, pues estaba cayendo de cara, no pude gritar, estaba segura que si abría la boca millones de insectos entrarían en ella.

Lo único de lo que me pude dar cuenta cuando ya las diminutas calles comenzaban a hacerse más prominentes, fue que tenía un amplio vestido azul lleno de crinolina, estaba tan esponjado que estaba segura que parecía un biscocho, me recordaba al vestido de la bruja buena en “el mago de oz”.

Me estaba acercando a aquella casa, pude distinguir una figura en el balcón del segundo piso, alguien estaba recargado viendo hacia el obscuro patio. Para mi suerte ahora sabia donde iba a aterrizar.

A dos metros de tocar tierra pude escucharme a mi misma gritar y atraje la atención de aquella persona, cerré mis ojos y sentí el impacto sobre aquel ser viviente.

Mi vestido era tan inmenso y lleno de relleno que aunque hubiera caído en concreto no me hubiera pasado nada, pero por desgracia para esta persona ahora se encontraba sumido en la crinolina de mi vestido.

Tarde tan solo unos minutos en recuperar el equilibrio y ponerme de pie recogiendo con mis brazos todo lo que podía de mi vestido y ahí estaba, la persona a la que iba ayudar, a la que al parecer su vida era una total desgracia, pude distinguir su silueta en el suelo bajo la tenue luz de los faroles que se encontraban en el balcón y cuando aquella figura finalmente pudo sentarse después de aquel acolchonado golpe, sentí que mis ojos me engañaban.

-¿Qué…? ¿Quién eres? – pude escuchar aquella gruesa y quebradiza voz

Dios. Mío. Era un chico.

Tambaleando se puso de pie, era alto con piel pálida. Pude notar que estaba pasado de peso y usaba una sudadera azul marino con unos jeans muy desgastados. Su cabello largo y grasoso le cubría los ojos y parte del rostro, estaba encorvando la espalda, primera señal de alguien con muy baja autoestima.

Pude retener mi cara de hacer un gesto de desagrado, ya que la sorpresa de que fuera una “cenicienta hombre” me había dejado atónita. Entonces pude notar un resplandor que venía de dentro de mi falda, toma aquella esfera y la atraje hacia mi rostro.

“ Francis Aldridge”

-¿Francis Aldridge? – leí con voz baja, el apellido se me hacia conocido.

-¿¡Como sabes mi nombre?! – dijo el chico, se veía muy asustado.

Genial. Este día no podría ir mejor, espero que no crea que soy algún tipo de secuestradora que le gusta disfrazarse mientras amordaza a sus víctimas o algo así.

-Espera un minuto ¿quieres? – le dije e inmediatamente me dirigí a la bola traslucida.

-ABUELA, ABUELA – le grite a la bola – ¡No sé cómo rayos funcione esto! Pero algo me dice que por algo es una bola “mágica”.

-Hola cariño – me saludo la cara de la abuela - ¿Cómo te va en tu primera misión?

Rápidamente dirigí la bola en dirección a aquel extraño chico.

-Abuela, sé que soy nueva en lo de ser “hada madrina” y todo eso – dije secamente – pero, estoy muy segura que él no es “cenicienta”.

-Un chico ¿eh? – Dijo mi abuela – no son tan inusuales en estas épocas, hace apenas 200 años se aprobó la ley de igualdad de género, por lo que también ellos pueden acudir a alguna hada madrina.

-Ley de igualdad de género, ya veo – dije, era la única cosa en todo el día que tenía sentido. Me pregunto si las hadas tienen democracia.

-Di..Disculpa, pero – tartamudeo el chico

Buscando a CenicientaWhere stories live. Discover now