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El secreto de mi compañero estaba por revelarse. Me acomodé en la silla y me arremangué la camisa.

—Me encanta saber esto de ti, mi estimado amigo—. Ahora por favor, dejemos las formalidades. Desde ahora te he de
llamar P, y usted me llamará Ama. Me temo que durante los próximos días serás objeto de burla. En verdad tendrás que superarlo. Ahora, señor P, debe servirle un shot de tequila a sus amigos aquí presentes. Algo potente, diría, considerando lo que le voy a mostrar a Demetrius. Pero no te preocupes, es algo normal, absolutamente normal ¡Sos un chico especial! 

Matheus se puso de pie y sacó de adentro de su bolso una petaca de whisky. Primero le dió de beber a Mathilde y después me tocó a mi dar un trago profundo.

—Demetrius, ven, toma las revistas —dijo la cajera en un tono risible.

—¿Es porno soft? —pregunté al ver la portada de la primer revista. Todo el asunto estaría pasando a un plano único.

Las imágenes eran un poco confusas para mi.

—Caballero —agregó Mathilde— : tu amigo no vende ni compra zapatos.

—¿De qué se trata? —pregunté a Matheus cuando la puerta de enfrente se cerró por el viento de la ventana.

—Demetrius, él tiene un fetiche —disparó la cajera.

—Entiendo —dije anonadado.

—Y ahora que lo saben —continuó Matheus—, creo que deberian saber como surgió todo esto.

—Lo sé. Quizás es mejor saberlo. Pero eso no importa. Repito: respetamos tus preferencias y gustos.

Matheus se puso de pie y gesticuló:

—Recuerdas el verano del '98, cuando nos escabullimos en el antro, donde Enchanté trabajaba dando espectáculo —dijo Matheus con tranquilidad.

—¿Acaso te gusta Lalo? —exclamé aturdido

—No —dijo el rubio ladeando la cabeza.

—¡Cuenta de una vez!  —exclamó la cajera.

—Esa noche me senté a ver el show y un tipo de aspecto inusitado, me dijo que era muy extraño que Lalo tenga los pies tan pequeños. Que era una ventaja porque los fabricantes de zapatos finos, solo los producen hasta la talla cuarenta.

—Lo es —contesté— Lalo calza treinta y siete y medio. Él solía usar los zapatos de tacón aguja de mi madre. Decía que quería prácticar su rutina.

—Naturalmente, esa noche el tipo me contó de su fetiche. Después de esa noche comencé a investigar sobre el tema. Quizás no debí hacerlo. Pero lo hecho; hecho está.

Matheus había descubierto la variedad en los gustos del hombre. No lo consideré perverso, ni ambiguo. Ustedes podrían preguntarse ¿Por qué no somos todos iguales? Bien, realmente ni yo me conozco a mi mismo.

....

Después de saber la verdad a cerca de las preferencias de mi amigo. Sentí que él puso sus pensamientos en mi cabeza.

—¿Y a ti que te ocurre? —exclamó Mathilde, mientras caminábamos hacia el estacionamiento del hipermercado.

—Bueno, en verdad, no lo sé. En verdad solo me falta tratar solo un punto —respondí.

Los Deseos de Demetrius    (𝙽𝚘𝚟𝚎𝚕𝚊 𝚝𝚛𝚊𝚜𝚑)Where stories live. Discover now