Las frustraciones

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Al llegar a casa me senté sobre tu taburete en silencio, junto al árbol de navidad que Mathilde estaba decorando con pequeñas estrellas metálicas de color rojo. Los ojos de la rubia centellaban al ver las lucecitas parpadeantes del arbolito.

Sin embargo, en mi cabeza resonaba una y otra esa palabra: casamiento. Pero ¿qué es el matrimonio? Yo siempre creí que era un salto fe para las personas que creen en el destino. En cambio para mí es una apuesta importante, tal como cuando tenés una pugna y tiras cientos de pesos en una apuesta de deportes.

Aunque la gente que nos rodea ha estado arrojando los dados, apostando si la rubia y yo terminaríamos casados. En contraposición, Mathilde no parecía tener planes para su futuro.

Realmente amaba a mi compañera a mi manera. Siempre sentí que dependía de ella. No solo nos unía las razones emocionales y financieras para permanecer conectado a ella.

Pero siempre temí que el pasado con su hermana Rubí, en algún momento se volvería en contra de todo. Sabía que no había que hablar de ello, porque podría romper esta imagen de amistad feliz que ahora tenemos. Sin duda, me gustaría que Mathilde se enamore de mí en algún momento. Pero me daba miedo hablarlo con ella, porque sentía que eso podría ser el preludio de una incomodidad horrible.

Mis colegas del hipermercado habían corrido el rumor que nosotros dos estábamos viviendo una mentira, también decían que teníamos secretos muy bien guardados y que pronto podrían salir a la superficie.

Ya nadie juzgaba a Matheus y su enmarañada red de engaños. ¿Cómo es que siempre logra salir ileso? Sin embargo, me sentía un poco dolido, porque él siempre se la salía con la suya. Matheus siempre tuvo mucha labia y cortesía, y eso podría llegar a convencer a cualquier persona con mucha facilidad. Él siempre guardaba secretos y yo ya no podía soportarlo.

Finalmente, decidí tragar mi orgullo y llamarlo por teléfono para invitarlo a la cena de Nochebuena. Cuando me le llamé, él se sorprendió demasiado por mi invitación. Matheus se quebró emocionalmente, el tono de su voz se tornó gutural, debilitada y temblorosa. Parecía que estaba sollozando. Pero cuando Matheus se recompone, dice que tiene una historia impactante para contarme y que era un secreto.

El rubio me dijo que se sentía mal. Su voz temblaba. Comenzó a contarme que días atrás había ido al departamento de un amigo llamado Paulo para intercambiar unas revistas mexicanas del fetichismo. Él dijo que estando en ese apartamento había escuchado disparos que provenían de una de las habitaciones y que se presentó ante él una mujerzuela de cabello naranja estridente portando un arma.

Matheus dijo que esa mujer lo llevó al cajero automático de un banco que estaba cruzando la calle a punta de pistola y que esa mujer sabía que mi cuenta bancaria tenía grandes cantidades de plata.

El relato del rubio parecía corroborar la versión de los macabros hechos, pero me había puesto a pensar de que algo no estaba del todo bien en esta historia. No tenía la sensación de todo eso sea muy certero. Yo sabía que sus ahorros era su bien más preciado y era capaz de matar con tal que plata esté intacta en su cuenta. Había muchas dudas rondando por mi mente. ¿Por qué su amigo no lo ayudó? ¿Por qué no reportó el asalto a las policía? ¿Por qué me lo cuenta ahora?

Los Deseos de Demetrius    (𝙽𝚘𝚟𝚎𝚕𝚊 𝚝𝚛𝚊𝚜𝚑)Where stories live. Discover now