Momentos

620 291 426
                                    

    Pues sí, lo admito, ¿qué tiene de extraño? Mis deseos eran súbitos (será que mi mente piensa en sus pies y no en el brillo de sus ojos) y a decir verdad, mi corazón no se equivoca porque dentro de mi subconsciente siempre esta Mathilde... Nosotros no sabemos si existe una verdadera historia de amor, no es tan fácil para plantearlo como si fuese un menú de noche buena. Qué va.
Digo más: ¿Y si ella no siente lo mismo? Habría que crear una reciprocidad, porque ninguno de los dos se atreve ni siquiera a meter los pies en el mar.

—¡Monique pará con esa música del demonio por favor te lo pido! —a todo volumen puso el puro metal, sin escuchar que ya eran las doce en punto —. ¡Monique, carajo!

Mamá giró su cuerpo del sofá para poder alcanzarme las copas de cristal del aparador.

—¡Demetrius, dile que apague esa música de aficionados! —exclamó mi madre.

Matheus notó la incomodidad de Monique. De todos modos la miró con desprecio y desenchufó de un tirón el aparato de música. De a poco, Monique pudo componer su agitada respiración; los demás la observaban conteniendo la risa. De repente se oyó un sonido mayor, más agresivo, provenientes de las alturas. Las cañitas voladoras.

Chocamos las copas entre todos y salimos al jardín para observar los fuegos de artificio que iluminaban el cielo azul. Matheus levantó su copa y dijo:

—Quiero brindar por las promesas incumplidas.

Mathilde le dijo a Boyd que había hecho para enganchar al espécimen de su hermano. Un rubio, treintañero, egoísta y levemente promiscuo. Ella hablaba ofuscada en contra de su hermano, mientras Patty bebía champagne de forma casi compulsiva. Pero en ningún momento ellos se miraron a los ojos, Mathilde le gustaba intentar desenmascarar a el rubio con una cuota de mordacidad, dado que prefería que Monique esté con Matheus.

La rubia estaba tan preocupada por el estado amoroso de Monique que insistía en monologar con Patty. Ya se había vuelto irritante. Entonces tomó la mano de su hermano y la entrelazó con la mano de Monique. Luego se dió vuelta para mirar de frente a Patty. Pero al encontrarse con los ojos de ella, le sonrió picáramente como diciendo: Ahora te jodés.

Desde ese instante, Matheus y Monique quedaron hipnotizados viendo el cielo. Finalmente Matheus la vió a los ojos y le brindó una tierna sonrisa. Le ofrecí otra copa de champagne y ellos comenzaron a conversar como si nada hubiese pasado. Con gran sorpresa Matheus notó que Monique estaba enamorada.

La fiesta seguía su curso: diversión, música agradable, todos emborrachandose sin control, pero sin embargo ellos habían comenzado de cero. Había adrenalina en sus pupilas. Por otro lado Boyd estaba con cara de perro bailando sin zapatos con Mathilde. Yo no quería que esa noche terminara nunca.

Ya eran las cinco de la mañana, tan solo estos trasnochados me insistían para bailar. Mi madre estaba juntando las botellas con una bolsa de polietileno negra en la mano. Ya amanecía.

Una vez en la calle, caminaron hacia el auto de Matheus con la inercia de seguir jodiendo. Pero noté que Patty no quería subir al vehículo al ver como los labios de Monique eran besados por los de Matheus una y otra vez, frente a su cara. Patty volvió hacia el comedor de mi casa eufórica. Se cruzó de brazos, pero luego de un rato corrió para el baño para vomitar.

Mathilde la llamó desde la puerta del toilette. Perdida entre su júbilo se había olvidado de ella. Cuando salió, sin premeditación, más bien como algo natural, le dijo que se acostara en su cama. La llevó a la habitación, le sacó el saco de hilo fino y le aflojó el corpiño. La rubia todavía estaba energizada e insomne. Como si estuviese tan emocionada y llena de ansiedad.

Los Deseos de Demetrius    (𝙽𝚘𝚟𝚎𝚕𝚊 𝚝𝚛𝚊𝚜𝚑)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant