La monótona vida de Newt en el Área se verá irrumpida por la llegada de la primera chica a quien, y al igual que todos, nadie puede reconocer.
Sin embargo, ambos tienen más historia de lo que se imaginan. ¿Acaso fue esa la razón por la que terminó...
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Newt
(Día 301)
En algún momento, el desayunar con la novata se volvió una cotidianidad para mí y para cualquier otro habitante. Resultaba raro el ponerse a pensar en ello, pero tampoco pretendía incomodarla con pensamientos míos, más aún cuando, con el pasar del tiempo, ella se había acoplado tan bien a nosotros.
—Te lo digo, hermano. Sartén se está poniendo muy obsesivo con su cocina. Ya ni siquiera deja que coja comida sin su permiso.
Minho hizo una mueca extraña.
—En realidad está en su derecho de molestarse —Danna expresó poniéndose del lado del cocinero.
—Pero es que antes no lo hacía.
Hizo un puchero—. Sí lo sé, a mí tampoco me deja.
—Oh —dije en un tono triste—. Danna se va a morir sin sus miles de manzanas diarias. ¿Cómo alguien puede ser tan cruel?
Obviamente estaba actuando. Pero gracias a mi broma, recibí un golpe en la nuca por parte de ella.
—¡Cállate! —me gritó apartando su palma del posterior de mi cabeza.
En respuesta, no hice más que sobar mi nuca. Supongo que me lo merecía, aunque eso había dolido un poco.
—¡Uhh! Pelea de novios —nos dijo Minho—. Vamos no se detengan, prefiero verlos pelar a que se besen.
Danna y yo cruzamos miradas ante aquel comentario. Hice una mueca de disgusto antes de volver a mirar a Minho y, estoy seguro que al igual que ella, me incomodé por la insinuación.
Ella dio un largo suspiro y se puso de pie—. Terminé, iré a los jardines. Nos vemos —anunció para luego prácticamente huir de nosotros.
Minho y yo tan solo quedamos expectantes mientras la veíamos marchar. A ambos pareciéndonos algo rara su presunta huía, ya que Danna solía poder resistir bromas y burlas lo suficientemente fuertes como para ser la competencia de mi amigo asiático. Sin duda alguna, tenía muchísima resistencia, incluso más que yo.
—Creo que se incomodó —habló riéndose.
Suspiré—. Tampoco tendría porqué. Es algo si importancia, después de todo —terminé de aclarar y noté como todo ese tiempo había estado frotando mis manos, no entendía el porqué.
