Capìtulo treinta

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Luego de la orden que había lanzado el Duque de Beckford, todos se pusieron manos a la obra. Habían salido de Londres a los pequeños pueblos que se encontraban a su alrededor. Pero lo que habían encontrado les desilusionó y más aún para Steven.

La rabia y la impotencia de no poder encontrar a su mujer le habían hecho perder el apetito y el sueño. Había pasado un día y no podía dar con el paradero de ellos.

El detective junto con el comisario había salido de su casa apresurada hacia la comisaria, donde según uno de los agentes, habían podido descifrar el rostro de uno de los delincuentes. La descripción que les habían dado ciertos testimonios al fin habían dado resultado y eso por una parte le tranquilizó, así menos sabría a quienes se estaba enfrentando.

Caminó de un lado a otro por su despacho, esperando a que trajeran ese bendito retrato. La intranquilidad cada vez le carcomía y le desesperaba.

Escuchó que tocaron la puerta y dio permiso para que pasaran.

Su madre atravesó el umbral con una bandeja en sus manos, dejándola sobre la mesa de su despacho.

—Steven, hijo —le habló preocupada —Necesitas descansar por lo menos un par de horas

—¿Cómo queréis que haga eso madre? Mi mujer está secuestrada con mi hijo en su vientre —dijo cogiéndose la cabeza

—Calma Steven, todos estamos haciendo lo posible por encontrarla —se acercó hasta él y le acarició la cara — Debes estar fuerte para que puedas encontrarla, necesitas fuerzas

—No la quiero perder madre —dijo desorientado —no la quiero perder como lo hice con Daniele

Flora a Blair cerró los ojos por un momento, habían tocado una fibra muy delgada. Ella no culpaba a su hijo por lo que pasó con la pequeña Daniele. No lo hacía porque sabía que había sido un accidente.

—No lo harás hijo. Tú vas a encontrar a tu mujer y a tu hijo pronto

Le acarició por unos minutos más y luego le indicó que se tomara el té que le había preparado para que se relajase un poco.

El detective entró al despacho con el rostro del secuestrador en sus manos. Habían hecho avisos donde se mostraba el rostro y se ponía la cantidad de recompensa que tendría quien lo encontrara o diera alguna pista.

—Lord Beckford — dijo entrando al recinto —este es hombre

Le extendió el papel y Steven se quedó perplejo. Lo conocía y sabía perfectamente quien era. ¿Cómo era posible esto? A ese hombre lo habían condenado a pasar muchos años dentro de una mugrosa cárcel.

—Norton Martínez —susurró

Allí estaba su rostro, tal y como lo recordaba. Con aquella cicatriz en la parte superior de su cara, traspasando su ceja derecha.

—¿Norton Martínez? ¿Conoce a este hombre, Lord Beckford? —le interrogó Norris Balh

—¡Maldito Bastardo! —gritó desesperado —Es el ladrón de mis mercancías en América. Hace unos meses atrás fue condenado a pasar mucho tiempo encerrado. ¡No puede ser! Necesitamos encontrarlo, Necesito hacerlo

—Lord Beckford, por favor tranquilícese— dijo el hombre al ver como Steven se movía de un lado al otro como un toro embravecido

***

Abrió los ojos una vez más esperando a que de una vez le bajaran de ese incomodo carruaje. No le gustaba en lo absoluto viajar en un incómodo carruaje a todo dar, es más le daba ganas de vomitar por tanto salto que daban. Aunque no sabía que podría vomitar si no había probado bocado alguno desde ayer.

Con el Corazón #1 [Saga "Las Herederas de Premboke"]Where stories live. Discover now