Enamorados del amor

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Al día siguiente, ninguno de los dos dejaba de sonreír a pesar de que el café se había terminado. O bueno, eso fue lo que le hice creer a Max.

— ¿Quieres café?— le pregunté cuando salió de su recámara ya cambiado.

— ¿Qué no se había acabado ya?— dijo mientras se acomodada el cuello de la camisa sin prestarme demasiada atención.

—Bueno, eso es lo que te hice creer ayer— me reí mientras sacaba el frasco que estaba casi a la mitad de abajo del fregadero.

—Eres una tramposa— se acercó sorprendido a la encimera.

—No. Estaba enojada contigo y decidí que podía darte tu merecido— le dije mientras preparaba las tazas de café.

—Eres muy vengativa y eso no es muy bueno— me dijo mientras se acercaba por su café.

— ¿Y qué querías que hiciera? ¿Qué te aplaudiera?— dije con una ceja arqueada.

—No— prefirió no tomar la taza y en lugar me tomó a mí de la cintura —, pero creo que voy a tener que quitarte esa mala costumbre— dijo demasiado cerca de mi cara.

—Ah, ¿sí? ¿Y qué piensas hacer, Vandenburg?— esta clase de juegos amenazantes me encantaban. No me canso de repetirlo.

—No creas que voy a torturarte. Al contrario— me sonrió.

Bajó la vista hacia mis labios y luego volvió a verme a los ojos. Pero como si de arruinar momentos se tratara, alguien llegó a interrumpirnos. Y por alguien, me refiero a tipas quita novios.

—Creo que tendremos que seguir en otro momento— se notaba en la cara que no quería parar.

—Ah, no. De eso, nada.

Antes de que fuera a abrir la puerta, lo agarré por el cuello y lo besé.

Cuando nos separamos, Max me miró sorprendido.

—Gracias por hacerlo.

Le sonreí y le tendí la taza de café mientras yo iba a abrirle a esa, que ya había tocado otra vez.

Cuando abrí, supongo que esperaba encontrarse a Max porque tenía una sonrisa en toda la cara, misma que se esfumó cuando me vio a mí.

—Hola, ¿ya está listo Max?— dijo con cara de pocos amigos.

Le sonreí y me giré para ver a Max, quien se estaba terminado el café de un solo trago.

Tomó su saco y su sombrero de la percha junto con su maletín.

—Espera— le dije cuando llegó a la puerta. Le limpié la comisura de los labios y le di un pequeño beso que él quiso prolongar por unos cuantos segundos, cosa que yo no le impedí.

—Max, tenemos que irnos. Se nos hace tarde— le dijo la odiosa.

Al parecer, por primera vez, Max decidió ignorarla.

—Te quiero— le dije cuando nos despegamos.

—Te quiero— me repitió.

Le dije adiós con la mano y entré a la casa sólo a tomar mi café y recoger mis cosas, porque seguramente Diane ya me estaba esperando.

—Buen día— le dije en cuanto subí a su carro.

—Liesel, tu relación con Max me está asustando— me dijo muy seria porque ni siquiera había prendido el carro.

— ¿De qué hablas?— le pregunté bastante confundida por su tono de voz.

— ¿Cómo que de qué hablo? Vienes un día feliz y al otro enojada. Un día vienes sonriendo de oreja a oreja, justo como hoy, y al otro día vienes casi llorando del coraje, como ayer. ¿Tú crees que eso es sano?

Tu cielo, mi destino. Fanfic de 'La ladrona de libros'.Where stories live. Discover now