Todo el mundo necesita a alguien

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—Liesel... Liesel.

El penetrante tufo del alcohol en mis fosas nasales hizo que abriera los ojos de golpe.

— ¿Estás bien?— me preguntó Diane.

A mí alrededor había más personas de las necesarias. Sentía que me quitaban el aire. Estaban Marian, Diane, el doctor del edificio, el señor recepcionista, unos cuantos curiosos y un hombre con el cabello color limón.

Nein...nein...nein...— me estaba esforzando para sacarme la imagen de Rudy de la cabeza y dejar de ver alucinaciones, pero no podía. Algo me lo impedía.

— ¿Nueve qué?*— Marina me miraba demasiado preocupada.

— ¿Ya te encuentras bien?— me preguntó el doctor.

Negué con la cabeza y me enderecé ya que estaba acostada en un sillón del vestíbulo, pero eso hizo que me mareara un poco.

— ¿Cómo te sientes?— me volvió a preguntar el doctor.

No podía hablar. Mis ojos y mi mente estaban posados en la figura de cabello rubio y ojos azules que se hallaba a escasos pasos de mí. Estaba segura de que me estaba volviendo loca. Claro, como no dormí y como lo extraño, ahora me estoy imaginando a Rudy en todos lados.

— ¿Tú quién eres que la pusiste tan mal?— le preguntó Marina.

Saumensch— Rudy se acercó a mí y se puso en cuclillas — ¿Estás bien?

Me tomó de las manos e inmediatamente las recogí hacia atrás de mi espalda. Esto no puede ser posible. Rudy está muerto.

—Tú estás muerto— dije con dificultad cuando por fin pude hablar.

—No, claro que no— me sonrió.

Me quise levantar del sofá pero nadie me lo permitió.

— ¿Pues quién eres?— dijo esta vez Diane.

—Rudy— susurré.

Tenía ganas de tocarle la cara, el cabello, los hombros, todo para convencerme de que no me estaba volviendo loca.

Estiré una de mis manos y lentamente toqué su mejilla derecha. Rudy cerró los ojos y profundizó su sonrisa.

Me llevé la mano que tenía libre a la boca para sofocar un grito. De verdad Rudy estaba vivo.

Como si ya no hubiese tiempo, lo abracé tan fuerte como me fue posible.

—Estás vivo— dije solo para nosotros dos.

—Sigues siendo una Dummkopf. Si estoy aquí es porque estoy vivo.

Sus bromas tontas no me afectaban en lo más mínimo. Rudy estaba aquí, conmigo y eso era lo único que importaba.

— ¿Ya estás bien?— me preguntó el doctor.

Asentí, luego cerré los ojos y recosté mi cabeza sobre el hombro de Rudy.

—Si vuelve a sentirse mal, solo denle algo dulce.

Cuando abrí los ojos, Marina y Diane estaban viéndonos confundidas.

— ¿Podrías dejar de hablar en alemán y decirnos qué pasa?— habló Marina.

Ni siquiera podía hablar. Esto era tan surrealista que seguramente me quedé dormida.

—Liesel, ¿quieres ir al departamento?— me preguntó Diane.

Volteé a ver a Rudy, quien me observaba detenidamente.

Tu cielo, mi destino. Fanfic de 'La ladrona de libros'.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora