Yo seré tu euforia y tu incondicional

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Abrí la puerta con la llave de repuesto y entramos.

— ¿Qué tal?— les saludó.

—Pásale— le dije cerrando la puerta detrás de nosotros.

—Siéntate— le dijo Diane.

Siendo sincera, ver a Diane tan seria no era nada común. Ni cuando fui a la entrevista de trabajo la vi tan... así.

Max se sentó en el sillón mediano y yo a su lado mientras que Diane estaba junto a Rudy en el sillón grande.

—Como comprenderás— comenzó Rudy —Esta no es una visita para convivir, así que...

— ¿Por qué no dejan de ser tan pesados? — miré a Max— ¿O no?

—Pues me siento como si hubiera cometido un crimen— dijo él sin cohibirse.

— ¿Y no fue eso lo que hiciste?— le dijo Diane.

— ¿Me dijiste que le hablara para esto?— le reclamé a Rudy.

—No, pero entiende— volvió a decir ella.

—Sí, lo entiendo perfecto— les respondió Max sin sonar enfadado.

—Bien, vayamos al grano— dijo Rudy —Tú quieres mucho a Liesel, ¿pero cómo nos puedes garantizar que no vas a volver a hacer lo que hiciste?

Se notaba que Max estaba incomodo con la situación, así que entrelacé mi mano con la suya para que supiera que él no estaba solo.

—Yo ya hablé con Liesel sobre eso, le expliqué todo de principio a fin y gracias a la confianza que aún me tiene, me dio una segunda oportunidad. Obviamente ni loco pienso desperdiciarla otra vez— dijo sin dejar de verme.

— ¿Así de fácil te dejaste convencer?— me preguntó Rudy.

—Pues sí. Así de fácil. Pero claro que ninguno de ustedes dos lo entendería. No estuvieron ahí para escuchar lo que dijimos.

— ¿Entonces es tu última palabra?

—Por supuesto, Rudy— Max afianzó más nuestro apretón —Lo amo.

—Pues si eso te hace feliz, me alegro por ti— dijo Diane.

—Gracias— le sonreímos y volteé a ver a Rudy.

—No esperes que nos llevemos bien— dijo el rubio indiferente.

Puse los ojos en blanco.

—Por Dios, Saukerl. Te vas a casar. Ya supéralo.

Rudy suspiró, se puso de pie a regañadientes, se acercó a Max y le tendió la mano.

Max, como el hombre maduro que es —por lo menos más que Rudy sí—, soltó mi mano y se levantó del sofá para darle un buen apretón de manos.

—No esperas que seamos amigos, ¿verdad?

Me reí aunque había sonado un tanto grosero por parte de Rudy.

—Quizá con el tiempo— dijo Max mientras se encogía de hombros.

Diane se rió mientras negaba con la cabeza.

—Es que tenemos que dejar las cosas en claro— dijo Diane cuando se dio cuenta de que la estaba mirando —Yo en lo personal no tengo nada en contra de ti, Max, y pienso que si podemos llegar a ser amigos, pero para eso hay que ganarse la confianza de las personas.

Max, que ya estaba sentándose junto a mí, asintió.

—Créeme, lo sé.

Me sonrió y yo hice lo mismo. Creo que el trago amargo ya había pasado, pero era imposible que la tensión desapareciera por completo.

Y así nos quedamos todos en silencio hasta que el teléfono sonó.

Diane se levantó y contestó.

—Mi vestido está listo— dijo Diane emocionada.

— ¿Por fin?— le preguntó Rudy con una sonrisa casi imperceptible.

—Sí, solo tengo que ir a probármelo, arreglar algunos detalles y listo— le devolvió la sonrisa.

— ¿Se casan por la iglesia?— escuché a Max preguntar.

—Si, en dos meses— le contestó Diane.

—Felicidades— lo dijo con algo de nostalgia.

—Estás invitado— le dijo Rudy.

—Pero claro que está invitado— le respondí.

Max sonrió débilmente hacia el suelo.

—Si ya no hay nada más que decir— Max se levantó —, me voy.

Después de despedirse de forma rápida de los futuros esposos, lo acompañé hasta su coche.

— ¿Qué tienes?— le pregunté.

—No se te escapa una— me sonrió.

—Pues no. Dime que pasa.

Se recargó en su coche y suspiró.

—Suena tonto— trató de desviar el tema.

—Por favor— me acerqué más a él para no estar parada en medio de la banqueta —Dudo que sea más tonto que otras cosas que he escuchado— lo animé.

—Bueno— se mordió el labio para no reírse —Creo que tengo algo de envidia.

— ¿Por qué?— le pregunté confundida.

—De que nosotros nunca nos vamos a poder casarnos por la iglesia.

Sonreí con ternura al ver el gesto de Max. Al parecer eso era algo que le importaba más de lo que creía.

— ¿A ti te gustaría que lo hiciéramos?— siempre podríamos convertirnos al catolicismo.

—Pues en realidad no, pero a nuestros padres les hubiera gustado que fuera así— dijo tratando de ignorar a los que pasaban por ahí.

—Tienes razón, pero para serte sincera, a mí no me importa cómo nos casemos— le dije mientras alisaba su camisa de la parte delantera.

— ¿Me estás proponiendo algo?— me preguntó con un toque de picardía.

—No lo sé— me hice la desentendida —Tal vez algún día.

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Ya es costumbre (una muy fea, por cierto) que mis capitulos sean muy cortos, pero prometo que si tengo tiempo (me voy a ir a unas muy ,merecidas vacaciones) les subo una sorpresita en navidad :) (ya saben que conmigo nunca se sabe)

Saludos :D

PD: Espero que ustedes no se estén muriendo de frio como yo :s


Tu cielo, mi destino. Fanfic de 'La ladrona de libros'.Where stories live. Discover now