Saqué dinero y me dirigí a hacer algunas compras para terminar de instalarme en mi nuevo piso después de un día duro en el trabajo. Quería mantener la mente distraída de lo que pasó esta mañana en la Ciutat Esportiva y del miedo que me producía.
Llegué a casa y empecé a colocarlo todo con rápidez. Cuando estaba acabando me sonó el teléfono, era mi padre.
Dudé en si cogerlo o no.
-Hola-Dijo bastante seca.
-Hola Carla, ¿Te has instalado ya?
-Sí.
-Genial, ¿Y el trabajo bien? ¿Es duro?
Ni un cómo estás ni nada, siempre igual.
-No, está bien.
-Perfecto. Pues nada más, te dejo. Adiós.
-Adiós pa...
Colgó.
Y esta era una de las llamadas que recibía una vez a la semana por mi "maravilloso" padre. Siempre ha sido así, si llega a mostrar un cierto interés en mi es por obligación y no por sentimiento.
Demasiado acostumbrada estaba ya.
Cené mientras veía la tele. Luego terminé de arreglar la cocina y me dirigí a la habitación al baño a la los dientes. Me miraba en el espejo, estaba algo cambiada.
Oí el timbre en el silencio.
Miré mi reloj, eran las 23:28.
Me pareció extraño ya que nadie viene a verme, más que todo porque no conozco a nadie. Me enjuagué la boca y salí con cautela al recibidor, abrí y me quedé congelada.
-Hola, preciosa-Su sonrisa arrogante me dejó muda
-Tú...¿Cómo sabes mi dirección?
-Yo lo sé todo.
-Vete, no estoy de humor.
-Yo te puedo cambiar el humor cariño.
Lo metí dentro para que los vecinos no le viesen. Andamos hacia el salón y él me sorprendió levantando mi ancha camiseta dejando ver la única prenda de ropa interior que llevaba.
-Mmmm.
Le quité la mano con brusquedad. Me giré para mirarle seria. Él sonrió y levantó camiseta hasta arriba para dejar mis pechos al descubierto.
-Para, joder-Le intenté apartar las manos.
Él me inmovilizó y se quedó quieto mirando mis atributos. Luego se inclinó y chupó el uno y luego el otro.
-Mmmm, tengo unas ganas de esto.
Yo reprimí un gemido. Luego me revolví y me solté separándome de él. Él no hizo caso a mi rechazo y me agarró de la cintura bajando su mano por mi trasero.
-¿En serio no te quedaste con ganas de más?
Yo miré al suelo y respiré hondo intentando tranquilizarme. Él me quitó la camiseta y yo rodeé mi torso con mis brazos.
-No, no, nada de vergüenza-Apartó mis brazos.
Me miró y sonrió.
-¿No quieres desnudarme tú?-Agarró mi mano.
Puse mi mano en el dobladillo de su camiseta y la levanté con cautela.
-Sin miedo, cariño.
Le quité la camiseta, desabroché su cinturón y él apartó sus pantalones junto con su ropa interior. Se volvió a quedar sin nada.
