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Bruce:

Estaba en la sala de estar de mi casa cuando de repente escuché un grito desde el piso de arriba de mi casa, era Angelique.
Dejé lo que estaba haciendo y corrí por las escaleras.
Llegué al frente de la puerta de mi habitación y traté de abrir, pero estaba cerrada.
Seguía escuchando los desgarradores gritos de Angelique y por esto, corrí a buscar la llave extra de la puerta.

Bajé las escaleras rápidamente y me dirigí a la cocina, ya que en un mueble de los que estaban ahí, se encontraba una caja con llaves extras de todas las habitaciones de la casa.
Por suerte, no tardé mucho en encontrarla. Corrí hacia mi habitación y por suerte, logré abrir la puerta.

Entré a la habitación y estaba completamente oscura. Se podían sentir escalofríos por alguna extraña razón y yo estaba muy asustado. Algo malo le había pasado a Angelique.

Con todo el miedo que tenía, decidí encender las luces de la habitación, lo cual desearia no haber hecho, porque después de que lo hice, quedé paralizado y algo traumado debido a lo que vi.

Angelique yacía sobre la cama, completamente ensangrentada. Tenía su cara pálida, casi como un muerto. Y a pesar de que ella estaba temblando sin parar a causa del miedo, me vió y lo único que pudo salir de sus labios fue un débil susurro "Bruce".
Ella dijo mi nombre y luego se desmayó.

Yo estaba paralizado. ¿Qué ó quién le había hecho esto a mi Angelique?  Nadie lo sabía.
Corrí a buscar un teléfono y llamé a una ambulancia. Como hacían muchas preguntas, decidí que la mejor y más rápida solución, sería llevarla yo mismo al hospital.

Subí de nuevo a mi habitación y rápidamente traté de cargar a Angelique hacia el auto. Cuando tomé su cabeza, su rubia cabellera estaba completamente cubierta por sangre, y en efecto, tenía una grave herida.
Angelique parecía que estaba muriendo.

Logré llevar a Angelique hasta el auto. Yo estaba llorando de la preocupación. No iba a perder a la persona que amaba otra vez, yo solo deseaba que ella viviera a mi lado, y si iba a morir que fuera por su edad, pero no la iba a dejar morir de esta cruel y dolorosa manera.

Llegué a emergencias y de inmediato algunas personas del personal del hospital, me ayudaron a cargar a Angelique hacia una camilla.
Después aparecieron dos doctores y rápidamente llevaron la camilla hacia otra sala.
Yo solo pude observarlos. A los doctores y enfermeras corriendo con la camilla de Angelique a lo largo del pasillo.

Sentía que iba a morir, mi preocupación era demasiada. Alaska, en el hospital y ahora le pasa esto a Angelique. Mi suerte no podía ser peor.

Después de que se llevaron a Angelique, la enfermera encargada de esa área me dijo que podía irme o podía ir a la sala de espera.
Jamás iba a dejar a Angelique sola, así que fuí a la sala de espera y me senté en un gran sofá color crema que estaba junto a una mesa de vidrio que tenía algunos libros y revistas sobre ella.

Cuatro Horas Después:

Todavía estaba en el hospital, en la limpia y solitaria sala de espera.

Ya llevaba bastante tiempo en ese sofá color crema, y todavía no había obtenido noticias sobre Angelique.

De repente, vi que uno de los doctores que atendieron a Angelique, venía caminando hacia la sala de espera.

Su rostro no tenía expresión alguna, sus ojos tenían ojeras, pero al igual que su rostro, sus ojos tampoco tenían expresión alguna.
Caminaba lentamente hacia la sala de espera, y cada por paso que daba, me hacía perder un poco de mi paciencia.

Debido al comportamiento del doctor, yo aún no podía sospechar lo que le había ocurrido a Angelique, pero yo igualmente mantenía mi esperanza de que ella estuviera bien.

Al fin el doctor estaba frente a mi. Cabizbajo y con una expresión de tristeza - que al fin logró demostrar - me comenzó a hablar.

-Señor Bruce, ¿Estoy en lo correcto?

-Si, soy yo

-Bueno verá... esto no es facil para nadie decirlo...

No, no me podía pasar de nuevo esto

-Es difícil vivir sin alguien a quien ama, pero...

No, no y no, esto no podía estar pasando...

-Su esposa, lamentablemente... - soltó un suspiro - su esposa, falleció...

No, no lo aceptaba...

-¡Tiene que ser una broma! ¡Esto no puede estar pasando!

-Bueno, en realidad fué un milagro que sobreviviera hasta llegar aquí, parece algo sobrenatural...

No dije ni una sola palabra, solo el hecho de esas palabras, la madre de Alaska y ahora Angelique... no, otra vez no...

-Señor,de todas maneras, hay algo que su esposa, antes de morir, sugirió que le entregara a usted. Espere aquí un momento.

No respondí nada, solo asentí.

Como acto por el momento, coloqué mis manos en mi rostro y comencé a llorar. Lloraba como un bebé cuando le arrebatan su juguete favorito.
No había llorado así desde lo que pasó con la madre de Alaska.

No mucho tiempo después, el doctor llegó con una enfermera, la cual era alta, pelirroja y de tez pálida. Ella traía consigo una bandeja el la cual sobre ella, estaba una billetera.

Me sequé las lagrimas que bajaban por mi rostro y tomé la billetera, que en efecto, era la que Angelique siempre llevaba a todas partes.
Pero no fué buena idea abrirla ahí mismo.

La billetera contenía un dólar, algunas monedas y una foto, que fué lo que me impactó fuertemente.
Era una fotografía de nuestra fiesta de matrimonio. Esto ya no lo podía soportar.

Coloqué - de nuevo - mis manos en mi rostro, y comencé a llorar aún mas de lo que lo había hecho antes.

Noté que el doctor le dijo algo a la enfermera y no mucho tiempo después la enfermera regresó con un vaso de agua y un pañuelo.
Luego, ella me dió el vaso y el pañuelo. Seguido de esto, le di las gracias a la enfermera en un breve susurro.

Después de calmarme un poco, procedí a salir del hospital, subí a mi auto y lo encendí.

De camino a la casa, pensé que sería mejor mudarnos de ahí en el momento que consiguiera el presupuesto. Pero si quería eso, iba a tener que trabajar horas extras, pero todo iba a valer la pena, ya que era una tortura para mí seguir en la misma casa en donde le ocurrió a Angelique, lo que dió paso a su muerte.

La Casa 323 Where stories live. Discover now