Capítul⌖ 20

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Habían pasado dos días desde mi último encuentro con Evil, donde decidió que tenía una deuda con él, pero no me explicó como quería saldarla

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Habían pasado dos días desde mi último encuentro con Evil, donde decidió que tenía una deuda con él, pero no me explicó como quería saldarla.

Bufo quitandome el casco de la moto y camino hacia la puerta. Nash ayer me volvió a llamar, furioso hace falta destacar. Por el simple hecho de estar dos dias ignorando sus llamadas y mensajes. Pero.. ¿Me había suspendido de empleo y sueldo, no? Para que me llamaba si no era para darme trabajo.

Antes de que mis nudillos puedan tocar la puerta, esta se abre de canto a canto.

Me estaba esperando.

—Pasa.—Nash, con el pelo mojado y el rostro endurecido me hace una señal para que me adentre en su casa. Y así lo hago.

Relajo mis musculos cuando el calor de la casa me arropa. Eran las diez de la noche y fuera, ya hacía frio. Aqui estaba muy calido y se estaba agusto.

—La próxima vez, que tengas la fantastica idea de ignorarme.—Me dejo caer en su sofa, observando como se cruza de brazos delante de mi.—Te degrado al peor de los puestos.—Ruedo los ojos y fijo mi vista en los francotiradores nuevos que se encuentran en una caja en el suelo.

Eran de última generación y sabía que Nash los había pedido, pero al parecer, ya habían llegado.

—Perfecto.—Me limito a decir, volviendo mi vista hacia él.

—¿Y ya?—Su tono cargado de desdén me hacia saber que se estaba cabreando. Pero... ¿Que quería que le dijera?

Me pongo en pie acercandome a él, haciendo notable muestra diferencia de altura.

El timbre de la casa suena.

—Y ya.—Determino encogiendome de hombros. Nash descruza sus brazos y entreabre su boca, pero antes de que pueda emitir sonido alguno, la mujer del servicio aparece por el umbral del salón.

—Señor, es su mano derecha, Dylan.

—Que pase.—Contesta sin retirar sus ojos de miel de mi.

Y tras unos segundos de silencio absoluto, aparece Dylan.

—Nash estoy preocupado por Dun...—Calla al verme en la sala.—Hola Alexandra.—Sonríe con debilidad.

Alzo una ceja. ¿Preocupado por Duncan?

—¿Que ha pasado?—Pregunto con desinterés.

—¿No lo sabes?—Nash frunce el ceño. Niego.—Duncan atacó a dos hombres de blanco.—Alzo las cejas.

Esa no me la esperaba.

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