Capítul⌖ 29

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ALEXANDRA

Llevo mis manos a mis brazos y los froto con intensidad en un intento inútil de transmitirme algo de calor. Tras el ataque de ansiedad que había tenido al recordar al niño de ojos negros y tras decirle a las enfermeras que llamarán a Evil, bajé a la zona de la entrada del hospital. Estuve esperando todo este tiempo a Evil. Antes de bajar pude ver que eran las cinco de la tarde, había sol para entonces. Pero ahora, aquel sol había desaparecido y comenzaba a salir la luna.

Lo habia estado esperando por lo menos, dos horas. Pero todavía, no aparecía.

El sonido de la puerta de cristal siendo abierta a mis espaldas me hizo echarle un vistazo a quién salía del edificio. Su cabellera rojiza la delató. Volví mi vista al frente, la cuál era un estacionamiento rodeado de arboles con un camino que llevaba a una carretera desierta. Lo supe por las horas que pasé aquí parada, no habían pasado coches en todo este tiempo. Pero claro, era de lógica que Evil colocara el hospital en un lugar muy apartado de la civilización. Pues aquí traía a sus hombres heridos e incluso, él venía aquí herido. Necesitaba sentir el lugar seguro.

¿Dónde diablos estaba y por cuanto me haría esperar?

Ví a Shopie detenerse a mi lado. Fruncí el ceño al verla hacerlo, pues sus ojos se encontraban observándome de reojo y sus labios se entreabrían, cuestionandose si debia hablarme o no. Aquel gesto, me hizo rodar los ojos de abrrorecimienro.

La ignoré. Y di un paso al frente, alejandome un poco de la puerta de cristal y de ella.

—He dejado a Duncan dormido.—Habló haciéndome alzar una ceja.

¿Y a mí que mierdas me importaba?

—No hagas ruido cuando entres a la habitación.—Mordí mi labio inferior con fuerza.

Escucharla decir eso, me colmó. ¿Acaso era un niño pequeño o que? ¿Y quién mierdas era ella para ordenarme aquello? ¿Acaso olvidaba como le destrocé la cara aquella tarde?

Pero la ignoré. Pues no tenia fuerzas para discurir con ella. Me dolía el cuerpo y la mente.

Sus tacones hicieron eco por todo el lugar y la vi alejarse hasta donde un coche la esperaba, reconocí al instante el hombre que había dentro. Era un hombre de Nash, el cuál seguramente le facilitó para que pudiera ver a Duncan. Pues una mujer como ella que no terminaba de estar dentro de este mundo, no podía venir por si sola recordando la dirección.

—¡Oh dios mio, señorita!—Una enfermera algo mayor se asomó por la puerta de cristal.—¿Todavía continúa fuera?—Asentí observandola. —Tiene que entrar, hace frio.—Observó mis manos aferrandose a mis brazos.

Y la obedecí. Por que tenía razón, mi piel se encontraba de gallina por el aire frío que comenzaba a sacudir los arboles.

Ella sujetó la puerta y cuando pasé, me siguió hasta el ascensor.

—¿Por que estaba fuera?—Susurra deteniendose a mi lado esperando el ascensor.

—Esperaba a Evil.—Entré al ascensor.—Pero no vinó, ¿si lo llamaron?—Ella asintió frenéticamente pulsando el boton a la planta numero dos.

—Le llamamos y le dijimos que viniera, que usted había recordado.—Habló mientras me observaba.—Supongo que e señor todavía no viene porque esta ocupado.—Terminó por concluir aún siguiéndome una vez las puertas del aacensor se abrieron.

EVILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora