E s p e c i a l

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#SemanaDeFloyd

#UnBesoNoEsNada

El vídeo que puse no tiene nada que ver con el especial, sólo la coloqué porque es linda la canción :'D

Abrí la puerta de la pizzería y me adentré en ella sintiendo el aroma a masa tostándose, queso derretido, tocino, entre otros de los ingredientes que lleva la pizza. Caminé hacia la caja con el dinero de McFly en mi mano y saludé a la cajera (una tipa joven, probablemente universitaria, que sonrió con nerviosismo al verme apoyado con la barra). Su cara se encendió como una llama y no dejaba de titubear.

—Buenas.... ¿Qu-qué vas a ped-ir?

Me preguntó como si ante sus ojos estuviera el mismísimo Papa, o quizás estaba viendo a un muerto, cosa que no cuestionaría, no estoy lejos de ser uno.

—Quiero tres pizzas familiares y dos bebidas. —Calculo el dinero que debería pagar y cuento cuánto dinero me ha pasado McFly.

—S-s-son...

—Ya sé cuánto dinero es —la interrumpí antes de perder la paciencia con sus incansables titubeos, resulta que la pobre tenía complejo de serpiente. Bah —. Ten.

Un vez que le entregué el dinero, la cajera lo contó, pero un golpe sordo que caló en todo el sitio hizo que diera un respingo. Volteé hacia la puerta encontrando a la hija del escritor con una cara espanto que ocultó en una sonrisa culposa. Negué con la cabeza pensando que en ningún lugar ella podría ser alguien dentro de los parámetros que dicta la normalidad, así que me giré de vuelta a la cajera y recibí el vuelto junto con la boleta.

A mi lado, McFly no tardó en llegar.

—¿No te dije que mirarías desde afuera?

Miró el dinero en mis manos y yo pretendí guardarlo como si éste fuese totalmente mío. Ella no escatimó en mirarme con aburrimiento, con su mano estirado esperando a que se lo regresara. No me quedó de otra que sacar mi lado honesto y regresarlo.

Busqué la mesa junto a la ventana y me senté en una de las sillas, colocando mi enorme mochila en la otra. Sabía que a McFly eso no le agradaría, pero tomarle el gusto por fastidiarla me fue inevitable. Sacó una silla de otra mesa y se sentó de frente a la ventana.

—Entonces...

No podía quedarse callada, siempre tenía que estar parloteando sobre algo o alguien. A mí me gusta más el silencio, disfruto de la música y la tranquilidad, por eso siempre pretendía prestarle la menor atención a McFly, y al parecer entendió la idea. Se quedó callada todo el tiempo. No fue hasta que las tres pizzas llegaron a nuestra mesa gracias a la misma cajera que me atendió, que decidió abrir la boca otra vez.

—¿Tres? ¿Perdiste la cabeza? ¿Cómo pretendes comer todo esto?

Omití explicarle con detalle los motivos de las tres cajas, solamente me limité a abrir la primera y degustar el olor. Me relamí los labios como un perro deseoso de comer. No aguanté más, di el primer mordisco a la rebanada en mis manos.

—Novata.

Hablé con la boca llena ante su extraña mirada. Además de ser un parlante hablador que, por esas extrañas razones de la vida, siempre tenía que soportar, debía aguantar sus ojos sobre mí todo el tiempo. Era una copia de mamá, solo que sin saber que sufro de un problema al corazón y mi suerte se limita en muchos sentidos.

—Já, mira y aprende, niño.

Abrió su boca y le dio un mordisco a la pizza que hizo que sus mejillas se inflaron de sobre manera. La imagen de una ardilla se me vino a la cabeza al instante

Un beso bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora