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En su cuarto del hotel Archer, Anna Mostyn se detuvo junto a la ventana a contemplar los copos que caían muy separados sobre la calle. A pesar de que había apagado la luz del cielo raso y era pasada la medianoche, estaba enteramente vestida. Había dejado caer el largo abrigo sobre la cama, como si acabase de llegar o estuviese por salir.

Junto a la ventana, fumaba una mujer alta y atrayente con pelo oscuro y ojos azules, algo rasgados. Veía Main Street, la calle principal, en casi toda su extensión, la plaza desierta sobre un costado, con sus bancos vacíos y sus árboles desnudos, los escaparates negros de los comercios, el restaurante Village Pump y la gran tienda. Dos cuadras más allá, una luz de tránsito cambió a verde sobre la calle desierta. Main Street se prolongaba ocho cuadras, pero los edificios eran visibles tan sólo como escaparates oscuros o como edificios de oficinas. En el extremo opuesto de la plaza alcanzaba a ver los frentes negros de dos iglesias que se levantaban amenazadoras sobre las copas de los árboles sin hojas. En la plaza, una estatua de bronce de un general de las Guerras de la Independencia hacía un gesto grandilocuente con su mosquete.

«¿Esta noche o mañana?», se preguntó, mientras fumaba su cigarrillo y contemplaba la ciudad.

Esta noche.

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