CAPÍTULO 3

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Después de esa noche, la vida de Alex cambió radicalmente, luego de conocer la identidad de Black Bow y aceptar ayudarlo en su lucha por la justicia, nada volvió a ser igual. Cada día debía concentrarse en ser o aparentar ser alguien normal.

Mientras que cada día y noche se sometía a entrenamientos, una serie de estrictas y rigurosas actividades que ponían al máximo su cuerpo y su mente. La dinámica entre Rob y Alex no cambió mucho, siguierom siendo maestro y alumno, pero aunque Alex lo conociera, aquel supuesto maestro salía todas las noches a pelear contra el crimen, y ni siquiera sabía por qué, ¿qué era lo que motivaba a Robert Derrickson a hacer lo que hacía?

—Oye, ¿crees... que podríamos hablar? Sabes, para relacionarnos un poco ya que seremos compañeros —exclamó completamente exhausto después de haber golpeado un saco enorme de boxeo.

—Al hablar no se aprende, y tu necesitas aprender, no estás golpeando con fuerza. —Respondió cruzando los brazos.

—Estoy golpeando bien —reviró mientras lanzaba puñetazos contra el saco.

—No lo parce, a comparación de mis golpes, pareciera que le estás dando un masaje.

—Te propongo un trato, yo mejoro mis golpes, si tu me hablas de ti.

—Muy bien, si logras hacer que el saco se mueva unos centímetros, podrás hacer las preguntas que quieras —cedió inmutable.
Alex golpeó una y otra vez el saco, sin obtener nada.

—Lindo masaje.
Siguió golpeando, agregando un par de patadas contra aquel enorme y pesado saco de arena. Aún nada.

—Dime algo, ¿cómo planeas que no te rompan la cara de nuevo con esa clase de golpes? —Alex empezó a molestarse, y seguía golpeando al saco—. Si quieres renunciar... aún es tiempo.

Esas últimas palabras, hicieron rabiar a Alex, una ira muy oculta se manifestó. Centró su vista directamente en el saco de boxeo, entonces, golpeó con un derecho y un revés, repitiendo el mismo patrón, y al final, pateó con todas sus fuerzas. Logrando mover el saco casi treinta centímetros.

—Bien, niño, basta por hoy, te has ganado tus respuestas.

Ambos se sentaron en un sofá que tenía en el área de entrenamiento, y con un par de vasos de agua, se dispusieron a charlar.

—Adelante, pregunta.

—¿Por qué haces esto? Me refiero, ¿por que decidiste ser un vigilante?

—Los Defensores no pueden estar en todas partes, y todas las personas que tienen alguna capacidad especial, o simplemente pueden ayudar a los demás, no siempre están dispuestas a arriesgar sus vidas para lograr crear un cambio. Yo peleo por la gente, para que así logren tener un mañana libre de todo mal.

—¿Tu hija, sabe de esto? ¿Sabe quién eres? ¿Ypor qué nunca la veo?Solamente en la escuela.

—Ella sabe lo necesario, y me conoce a la perfección. Y a Zoey la mantengo lo más alejada de esto —enunció con cierta severidad en sus palabras, como si no quisiera involucrarla en la conversación.

—No se si debo preguntar esto, y si te molesta simplemente olvidemos el tema, pero, ¿dónde está tu esposa? — Rob se quedó callado, mirando el vacío durante unos segundos, como si procesara lo que le había preguntado.

—Mi esposa, fue asesinada hace cinco años. —Las palabras crearon un nudo en la garganta de Alex—. Desde ese entonces, yo no pude dejar que esto le ocurriera a alguien más.

—Lo... lo siento, no lo sabía...

—No hay problema, sé que tienes muchas dudas, pero después intentaré resolverlas. Ahora necesito que me acompañes, tengo un regalo para ti.

LOS PROTECTORES: Los Nuevos Héroes Where stories live. Discover now