Una Amarga Mañana.

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Era una de las primeras mañanas de invierno en Black Orden. Todos comenzaban su día en el comedor del edificio buscando su desayuno. Exorcistas, buscadores y científicos se dedicaban a compartir un momento de sus vidas para poder verse sus caras y conversar antes de comenzar con su día. Demás está decir, que siempre aprovechaban estos momentos para disfrutar de la compañía de sus amigos debido a que nada les aseguraba que mañana todos pudieran volver a reunirse, ya sea por trabajo, una misión o una repentina muerte.

Se podían divisar en los pasillos como todos hacían uso de sus ropas de invierno; bufandas, guantes, y abrigos tenían una fuerte presencia en aquella época. Aunque, mucha ropa y grandes abrigos no sería lo único que traería consigo este invierno.

La vida en la orden era muy agitada y dura, pero eso no evitaba que de vez en cuando todos compartieran una comida, una sonrisa o una amena charla entre amigos. Después de todo, tanto dolor y sufrimiento era por una buena causa, una causa que todos perseguían. Aunque, de vez en cuando se tomaran un descanso. Uno de ellos es un pequeño albino, que aun remolonea entre sus sabanas.

-Allen- susurro una voz al pequeño bello durmiente

-....

-Allen, despierta.- Dijo la voz con un deje de fastidio

- Mmm- susurro ligeramente aun dormido el albino.

-¡Que despiertes! ¡Baka deshi! – gritó con una potente voz mientras jalaba las sabanas del pobre chico arrojándolo al suelo.

-¡Y..Ya desperté! ¡Ya desper...erté! ¿Eh? ¿Shisshou?

- ¿Quién más? ¿Acaso esperabas a alguien en particular?- dijo mientras tomaba asiento sobre la cama del muchacho que aun estaba semi -recostado sobre el helado suelo.

-Bueno, no. Aunque suelen ser Lavi o Lenalee quienes vienen por mí.

Mientras decía esto, Allen se paraba adolorido del suelo mientras miraba atentamente a su maestro, después de todo no era normal verlo despierto tan temprano por la mañana. A menos, claro, que estuviese huyendo de sus deudas, lo cual el pequeño Allen trataba de pensar que esa opción era imposible estando dentro de la Orden, ¿o no?

-¿Aun necesitas que vengan por ti para no perderte? Madura de una vez mocoso.- dijo el general mientras encendía un cigarrillo.

-E..Eso no es verdad. Vienen porque ellos quieres no porque se los haya pedido- *si, claro. Convéncete de eso*

-Como quieras. No vine aquí a perder el tiempo "Baka Deshi". Necesito que consigas algunas cosas para mi.- Dicho esto Cross le entrego una hoja de papel a Allen.

-¿Y porque yo? Estamos en la Orden, pídaselo a Komui-san.- reprocho el albino devolviéndole la hoja a su dueño.

-Claro que no, esas cosas solo debes conseguirlas tú. Eres mi aprendiz después de todo.- Se levanto de su lugar y camino hacia la puerta.- Mas te vale reunir esas cosas en menos de una semana y mas te vale no molestarme con tus excusas.

-Pero... ¡shisshou! Son demasiadas cosas, y muchas podría pedírselas a la Orden Oscura. Por ejemplo esto, "Abrigos de piel y camisas de invierno" son cosas que Komui-san puede suministrarnos a todos y... y... ¿Po...porqu.. porque me mira a...así?- el pequeño Allen palideció al ver el martillo de su general en alto.

-Te dije. ¡QUE NO FASTIDIARAS, BAKA DESHIIIIIIIIIIIIIIII!

Luego de oírse un par de gritos por parte de Allen y unos insultos por parte del General Cross, todo se calmó. Aunque ahora un pequeño quinceañero yacía en el suelo algo magullado.

-Así aprenderás mocoso, y como dije antes mas te vale no molestar porque tengo una cita para desayunar con Klaud y un niño como tu arruinaría todo mi esfuerzo de estos meses.

Sin decir más palabras el general Cross se retiro de la habitación dejando a un estropeado albino. Cuando pudo oír los pasos de su maestro alejarse decidió levantarse del suelo y llorar un momento sobre su cama mientras leía la larga y muy, muy extensa lista que su maestro le había dejado.

¿Cómo conseguiré tantas cosas?- lloraba el pobre aprendiz mientras pensaba en cómo resolver todo eso en una semana.

Ensimismado en sus pensamientos, una alarma lo sorprende de sobre manera por su intensidad e insistencia. Era la alarma de la enfermería.

Aun estando en piyamas decidió salir corriendo en dirección de los gritos de donde supuso venia la alerta. Por breves momentos recordó que todos a excepción de Lenalee, Krory, Marie y él se encontraban en casa y los demás en sus respectivas misiones preocupándolo aun mas. Esa alarma podría ser por cualquiera de ellos.

Corrió con todas sus fuerzas hasta llegar a una de las salas de cirugía y pudo notar como varias enfermeras corrían con los suministros en mano al igual que Komui y Reever que llevaban algunas maquinas. Entre ellas, la más espeluznante para Allen, un desfibrilador. Intentó atravesar la multitud de personas que ayudaban a ingresar a tres buscadores gravemente heridos a la sala y pudo ver entre el escándalo al General Tiedoll llorando intentando ingresar a la sala de emergencias mientras algunas enfermeras y Johnny impedían su paso. Por tanto alboroto Allen no podía oír de que exorcista se trataba, aunque viendo a Tiedoll tan desconsolado, por su mente pasaron las caras de Kanda y Marie. Su preocupación lo paralizo de tal manera que desistió es su intento por llegar a la puerta, y solo se quedo unos minutos de pie observando como el más amable General que había conocido se rompía en lagrimas y cayendo de rodillas al suelo.

-¿Otra...tumba?- susurro el pobre albino mientras lagrimas corrían por sus mejillas.

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