Misión: Sobrevivir en Italia. PARTE 2

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Se acercaba el mediodía, el barco estaba a poca distancia de tierra firme y Lavi aún no lograba separar a Allen de Suzuki.

-¡Maldita sea! ¿Qué tanto están hablando? –mascullaba entre dientes el pelirrojo. -¡Oye, tú! Ve y distrae al idiota un rato. –le ordenó al buscador.

-¿Disculpe? Pero... –dudaba acerca de seguir sus órdenes.

De pronto, los altavoces del barco comenzaron a sonar, anunciando su proximidad al puerto. Lavi se distrajo al intentar descubrir de donde provenían los estruendosos anuncios ignorando que los menores se acercaban en su dirección, vio que el pelinegro pasó corriendo hacia uno de los barriles de la cubierta y a Allen persiguiéndolo muy preocupado.

-¿Te encuentras bien? –preguntaba el albino acariciando la espalda de Suzuki.

El pelinegro estaba metido de cabeza dentro del barril vomitando su alma y vida. Luego de devolver el estómago, el chico salió del barril terriblemente pálido y con una horrible cara se sentó en el suelo. –Me quiero bajaaar.... –se quejaba Suzuki.

-Tranquilo, ya falta poco etto... ¡Ah, ya sé! Vayamos a la habitación para que te recuestes un momento. –Allen tomó al pelinegro por uno de sus brazos y lo guio hacia la habitación.

Lavi vio la escena del pobre enfermo exorcista como una señal divina, sabía que faltaba al menos hora y media para tocar tierra firme y le daría buen uso a ese regalo enviado del cielo.

Mientras tanto, Allen arrojaba a su amigo a una de las camas para que pudiese descansar.

-Mmm supongo que así estarás incómodo... –pensaba Allen viendo al mayor portando su uniforme. –Te quitaré esto... –dijo quitándole su chaqueta. –Y esto también... ¿eh? qué extraño...estaba tan acostumbrado a verte descalzo que no noté que traías zapatos. –dijo retirándole el calzado.

-Son botas...no zapatos. –dio con voz ronca y débil el mayor.

-¿Acaso no es lo mismo? –preguntó divertido el albino.

-No...los zapatos son horribles...¡Quiero vomitar! –dijo cubriéndose la boca.

-¡Waaa! ¡No espera, espera!

.....

-Lavi-dono... ¿Está seguro que...funcionará? –preguntaba James.

-Claro que sí. Allen es demasiado bueno como para que no funcione. Tú solo sigue el plan, procura sonar convincente para que no insista.

.....

-Te ves muy mal ¿Quieres que llame a un doctor? –preguntaba preocupado Allen.

-Solo necesito bajarme...de este maldito...y condenado...barco. –hablaba débilmente Suzuki.

Allen acariciaba la espalda del mayor que estaba sentado a orillas de la cama con la mirada perdida y un balde a su lado. Mientras Allen pensaba que podía hacer, alguien llamó a la puerta.

-¿Quién es? –preguntó antes de abrir la puerta.

-Soy yo...Walker-dono.

El albino reconoció la voz del buscador y lo dejó entrar. Al ingresar James vio al pobre de Suzuki totalmente pálido arrojándose a la cama medio muerto.

-¿Qué le ocurre...a Taisho-dono? –preguntó fingiendo no saber.

-Esta mareado y no para de vomitar. Estoy muy preocupado por él ¿Podrías ir a buscar un Doctor?

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