Capítulo ҉ 8

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 Llevaba seis días sin tener noticias de mi jefe. En todo aquel tiempo que pasamos separados comprendí que Blake necesitaba espacio y tiempo para aceptar mi llegada a su vida. También entendí que yo solía ser en ocasiones ciertamente pesada, y que un distanciamiento entre los dos no nos vendría del todo mal a ninguno.

Aunque pareciese algo increíble, le echaba de menos. Era una sensación extraña, ya que me acordaba a todas horas de su desquiciante personalidad. Pero tenía ganas de nuestro próximo encuentro, ganas de escuchar nuevas respuestas y ganas de oírle decir mi diminutivo: Ela. Era curioso que se oyese incluso mejor que Gabrielle. Y más curioso aún que le permitiese llamarme así.

El aspecto más positivo de la situación fue que, al estar casi una semana sin trabajar, pude comenzar a prepararme para las audiciones de The Julliard.

—Bendita seas, querida Helena —dijo Jared fingiendo exageradamente una espantosa voz de mujer.

—¿Me dijiste querida? Demetrio te ama a ti no a mí —contesté.

—Entre más lo odio, él más me sigue.

No pude evitar reírme al escucharle interpretar el papel de Hermia.

—Gabrielle —me riñó enfadado—. Concéntrate y tómatelo en serio o lo dejamos.

—¡Es imposible tomarte en serio con esa voz! —me defendí.

Jared volvió a mirar a su papel y leyó esta vez con su voz de siempre:

—Entre más lo odio, él más me sigue.

Concentrada, respiré hondo y respondí mi parte:

—Entre más lo amo, él más me odia.

—Helena, eso no es mi culpa.

—No, pero de tu belleza. Esa es mi culpa.

—Siéntete tranquila —dijo más concentrado que nunca—. Él no me volverá a ver la cara. Lisandro y yo no iremos lejos de este lugar.

Nuestra interpretación de Sueño De Una Noche De Verano se vio interrumpida por el maldito sonido del telefonillo.

—Ya voy yo, que esa debe ser mi cita, la he invitado a comer —dijo él tendiéndome su guión y corriendo hacia la entrada.

Sola, cogí el texto y encontré tras unos diálogos más abajo un párrafo de Helena que podía decir por mi cuenta.

—Oh, ¡Qué felices son! A lo largo de Atenas. Yo creí que era tan querida como ella. Pero ¿y qué? Demetrio no lo cree así. Le diré sobre la fuga de Hermia antes. Luego mañana por la noche la perseguirá y por esta inteligencia que tengo, al menos, él me lo agradecerá.

Alguien se aclaró la garganta a mis espaldas. Me di la vuelta rápidamente para ver a Jared en la entrada del salón, y tras él, a Blake.

—Dice que es amigo tuyo.

No puede evitar que el cuerpo entero me temblase como gelatina. Pronto sentí las manos sudadas que aferraban el papel de tal forma que este se arrugaba. ¿Qué hacía allí? ¡En mi apartamento!

—Jared, déjanos un segundo, ¿quieres?

—Vale, voy a preparar la comida...

En cuanto se marchó, Blake dio un paso al frente entrando en el salón, quedándose en el margen de la entrada. Al llevar el traje bajo el abrigo supuse que acababa de salir de trabajar. A parte de eso le vi terriblemente cansado, más que nunca. Día a día el sueño se iba acumulando dándole un aspecto enfermizo.

—Hola. Cuánto tiempo —sonreí tímidamente.

—Sí, unos días... —evadió mirarme.

—¿Qué se te ofrece?

100 Preguntas para BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora