Capítulo ҉ 12

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—Entonces... ¿ya no quieres que me vaya?

Se despegó de mí únicamente para mirarme a los ojos y, con absoluta franqueza, respondió:

—No, claro que no. ¡Por el amor de Dios, Ela! Llevo semanas sin dormir. Y apareces tú y... —retiró la mirada en busca de un argumento con el que terminar su frase.

Con mi mano tocando su ovalado rostro logré que volviese su atención hacia mí.

—¿Estás seguro de tu decisión? No quiero que cambies de opinión al segundo y luego me tenga que ir porque...

—Para, para —me cortó—. Hablo en serio, Ela. No me he dado cuenta hasta ahora de que no eres mala para mí. Hasta que me he despertado por primera vez en mucho tiempo descansado. Como si tuviese una laguna en blanco dentro de mi mente, un vacío sin pesadillas, sin malos sueños ni recuerdos, simplemente un sueño normal. Y todo gracias a ti.

Reprimí las lágrimas que se acopiaban en mis ojos.

—Tú también eres bueno para mí, sabes, Blake.

Sonrió con labios cerrados y se atrevió a pasarme un mechón que me tapaba la cara tras la oreja. Contuve la respiración y me relajé en cuanto se separó unos pasos de mí. Cada vez era más cercano, y costaba hacerse a la idea de que ya no era el mismo, era mejor.

—Tengo que llamar al trabajo para explicar por qué no he ido hoy —añadió dándose la vuelta y yendo hacia por el teléfono.

—Pero ¿tú familia no es la jefa o algo así? —pregunté mientras le veía marcar los números.

—Sí, bueno, mi padre comparte el trono con mi tío, pero yo siempre acudo a trabajar así que les extrañará el por qué no he ido.

Se llevó el auricular a la oreja y me miró.

—Voy a... —comencé a decir— quiero desayunar.

Él asintió como dándome permiso para ir a la cocina. Me giré sobre la punta de mis pies y abandoné el salón. Ya en la intimidad pude respirar tranquilamente y digerir todo lo ocurrido. Todo lo que todavía no era capaz de creerme. ¡Me quedaba! Milagrosamente me quedaba junto a él. Gracias, gracias, gracias, le dije al destino, a Dios, o a quien fuese el responsable de aquello.

Miré a mi alrededor. ¡La cocina estaba impecable! No creía que Esmeralda hubiese sido capaz de limpiar la guerra de comida en tan poco tiempo. Habría tenido que requerir algún servicio especial, y esperaba que así fuese, no me gustaba la idea de que tuviera que trabajar más por nuestras tonterías.

—Ya estoy.

Su voz me despertó del trance. Dejé de soñar y cogí lo primero que encontré en la nevera.

—¿Cerezas? —dijo alzando una ceja.

—Yo... ahora me va la comida sana —mentí llevándome una cereza a la boca.

—Lo dudo —se mofó.

Escupí el hueso en una muesca de asco. ¡Esas cerezas estaban pasadas!

—Mejor me paso a la comida basura —dije devolviendo las cerezas al agujero del que habían salido.

Blake caminó hacia la nevera y me retiré para dejarle sacar todo tipo de fruta que había repuesto Esmeralda. Habíamos acabado con casi todas las reservas de sus queridos alimentos sanos.

—¿Qué vas a hacer? —quise ver ensimismada al verle tan concentrado, pelando naranjas y cortando fresas.

—Un batido.

100 Preguntas para BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora