Capítulo ҉ 32

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El último recuerdo nítido de la pasada noche había sido el de los dos juntos, con ambos cuerpos desnudos y enlazados que descansaban bajo la atenta mirada de nuestro firmamento imaginario. La imagen había sido tan perfecta que al aparecer en mis sueños pensé que esta también lo era.

Aquella noche, antes de caer dormida en sus brazos, no tardé en descubrir que si algo nos aportábamos el uno al otro era seguridad. Supe también que si él y yo habíamos acabado juntos había sido por culpa de nuestras heridas en el pasado. Los dos no necesitábamos a alguien que las curase del todo, pues eso no llegaba a ser posible, pero sí requeríamos la compañía del otro para al menos amenizar el dolor.

  Me pregunté entonces, si ambos no hubiésemos tenido tantos problemas, ¿habríamos acabado juntos? Mi respuesta fue un titubeo entre le sí y el no. Por un parte; Blake y yo éramos un ejemplo de contrapuestos, pero al mismo tiempo llegábamos a encajar porque teníamos pequeñas similitudes, similitudes relacionadas con los miedos causados en nuestro pasado. ¿Y sin esas semejanzas? ¿Había podido surgir la química? Nunca llegaría a saberlo con certeza, pues si algo nos había formado como lo que éramos en aquellos momentos era nuestro inicio como seres humanos, nuestra infancia, nuestra adolescencia y la poca vida de adultos que ambos habíamos vivido.

Luego mi mente se comenzó a cuestionar cuál era el mayor miedo de Blake, el mío la soledad, pero el suyo, ¿cuál? El hielo, la profundidad... no eran más que pequeños temores comparados con lo que de verdad le asustaba. Y, sí, me moría por saber lo que realmente le había pasado. 

Me desperté por culpa del frío. Su cuerpo no estaba adherido al mío como esperaba y eso me desoló. Me revolví por la cama intentando buscarle, tocarle, palparle... Nada, solo su olor y el hueco que declaraba su ausencia.

—¿Alek? —le llamé como una niña a punto de llorar porque se ha despertado en medio de la noche.

Al abrir los ojos vi que era muy temprano, el sol ni siquiera se había mostrado. Y la luz del inminente amanecer me cegaba junto al resto de mi habitación.

Me quité de encima las sábanas y me levanté en un rápido movimiento. Salí al pasillo y posteriormente al vestidor donde di con aquello que me había incitado a levantarme. Él levantó la mirada en cuanto captó mi presencia. Estaba terminando de abrocharse los gemelos de su traje del trabajo. Antes de que dijese nada me lancé a sus brazos y le abracé la nuca con mis manos. Blake me agarró de mi desnuda cintura, tan diminuta entre sus grandes manos.

—¿Qué haces despierta, moya malen'kaya printessa? —me susurró casi a la altura de mi oído.

—Eso mismo podría preguntarte yo, ¿pensabas irte y dejarme sola?

—Tengo que trabajar.

—Llévame contigo —supliqué adormilada mientras besaba el bolsillo de la chaqueta destinado a los pañuelos.

—No puedo.

—Quiero enterarme de quién es tu secretaria y si es más alta que yo.

—Eso no hace falta verificarlo, cualquiera es más alta que tú —se mofó para hacerme rabiar.

—Oh, cállate

   Le pegué en el pecho y él se apoderó de mi enfurecida mano, luego se la llevó a los labios y la rozó sin apenas besarla.

—Vuelve a la cama, por favor, cuando despiertes habré vuelto y no te habrás enterado de mi ausencia.

—No estés tan seguro, puedo sentir cuando no estás conmigo tan bien como siento mis dedos en tu boca ahora mismo.

100 Preguntas para BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora