「 009 」

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Arrugué el entrecejo un tanto fastidiado. Digo, estaba en mi momento de descanso luego de volver de esa prisión que me tenía el cerebro como una pasita por exprimirme todos los conocimientos, más conocido como colegio. Ni siquiera la indumentaria de la institución tuve tiempo de cambiarme, la corbata seguía colgando desde mi cuello, la camisa estaba un poco desarreglada a medio abrir los botones y el pantalón era el único que continuaba en óptimas condiciones. Con esas pintas ella tenía planeado mandarme a casa de la señora Kim –o sea, la mamá de YeSeul– a buscar un par de cosas que ella le había solicitado.

—No me pongas esas caras, Jimin.— negó mamá, volteándose hacia la cocina. 

—Mamá, tengo cosas que hacer.

—¿Disculpa? Te levantas, vas a la escuela y al regresar no haces nada más que echarte en la cama como cual vaca en el campo.— reclama, levemente enfadada.

Era verdad que en mi día a día no hacía nada más que estar en mi cuarto holgazaneando como cualquier adolescente; no obstante, yo estudiaba aunque no me sirviera de mucho, ya que igual sacaba calificaciones un tanto bajas. Pero al menos hacía algo, no como JungKook, ese emo apenas llegaba a casa se desprendía de su uniforme y en pura ropa interior se ponía a jugar Overwatch en la oscuridad de su habitación como el murciélago que es, toda la maldita tarde, y no me lograba explicar por qué siendo así obtenía mejores notas que yo.

—De acuerdo, pero de verdad tengo cosas que hacer.— como el proyecto de física que me dieron hace una semana pero he dejado para última instancia, ups.

—Aparte de respirar, ¿cuáles?

Llevé una mano a mi pecho indignado, ofendido, ¿solamente respirar?

—No es solamente respirar, mamá, es un trabajo que requiere de dedicación y cuidado, no es que tú llegues e inhales y exhales. Debes sentir el flujo del oxígeno pasar por tus fosas nasales, luego con el cuerpo, convertir ese aire en dióxido de carbono para seguidamente expulsarlo y darle vida a las maravillosas plantas.

Se los digo desde ya, tengo un magíster en esto de respirar y pestañear.

—Mis sandalias están lavadas, así que me queda la escoba.— sonrió, un tanto tétrica, había esa chispa de malicia en sus ojos.

¡¿Escoba?! Ahora mismo prefiero un chancletazo.

—¡Ya voy, mamita querida hermosa, preciosa! ¡Tan buena que eres! ¡Nunca cambies! 

(🍓)

De acuerdo, eso estuvo bélico.

Caminé hasta aproximarme al pórtico de la casa de YeSeul, antes de llamar a la puerta decidí arreglarme un poco, no quería presentarme frente a la señorita Kim con esas fachas, quizás qué pensaría de mí. Respiré hondo, preparé mi mejor sonrisa y golpeé de lo más sereno. Esperé porque alguien fuera tan amable de abrirme, cuando iba a llamar por segunda vez a la puerta ésta se abrió y mi estómago se contrajo mucho.

—Oh, Jimin.

Es NamJoon, alías el poste andante que podría molerme la cara a golpes si así lo quisiera.

Bien. Plan de escape delta. ¿Cuál era esa moda de internet? Ah sí.

¡Vámonos a la v-...!

—¿Para dónde crees que vas?

—¿Yo?— con mi dedo acusador, me señalé, pretendiendo hacerme el desentendido, como quien por casualidad ha tocado la puerta. —N-Nada, sólo... eh...

WiFi ; Jimin {BTS}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora