「 010 」

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— ❀ —

—Y eso fue lo que pasó.

Frustrado, hundí mi rostro entre mis manos con una jocosa sonrisa incrustada en mis labios. Me sentía verdaderamente un tonto. No podía echarle la culpa a YeSeul por cosa como ésta, ella era la más inocente en la situación por no saber lo que ocurría conmigo, de seguro es mi culpa. Por no darme cuenta de mis sentimientos a tiempo dejé que las manecillas del reloj avanzaran y YeSeul con ellas me ha dejado, definitivamente, en el pasado como un chico más que tuvo lugar en su loca vida.

—Mira el lado positivo.— comentó Tae al cabo de unos minutos. —Al menos te considera su amigo.

¿Y eso debería consolarme de alguna forma? Eso es sólo meter aún más el dedo en la llaga. Bufé, notablemente molesto, se suponía que hablar con él y desahogarme me traería un poquito de paz, pero lo único que está consiguiendo es recordarme que la desgracia me persigue a donde quiera que voy y que es maldita conmigo.

—¡Tú deberías aconsejarme, siquiera consolarme! Hacer alguna de esas cosas que se suponen hacen los amigos, no recordarme que estoy jodido.— vociferé, crucé los brazos con cierto desdén, dirigiendo mi vista precisamente a esos ojos pardos de mi mejor amigo que se hallaban más risueños que de costumbre.

—Lo siento, ¿puedo reírme? La situación lo amerita demasiado.

—Haz lo que quieras.

Aquello fue el detonante para un estallido de estruendosas carcajadas que fácilmente podían ser escuchadas desde el otro lado de la calle, como si en cualquier momento las paredes fueran a colapsar por la gruesa voz de TaeHyung. No podía ser una risita delicada, de princesita Disney, no, tenía que ser unas carcajadas de camionero gordo. Tenía tantas ganas de estampar el portátil contra su cara para callarlo, pero como soy una persona de buen corazón, solamente le moví la silla giratoria haciéndolo caer de cara al suelo.

Como lombriz seguía retorciéndose en el piso de la risa, ni siquiera se había inmutado por el golpe que se dio contra la superficie de madera. Si alguien no me detiene ahora juro que lo pateo.

—De acuerdo, ya fue suficiente.— se pone de pie, y aún entre risotadas, se sobó la mitad del rostro que tenía enrojecido por la caída.

—Y bien, ¿me recomendaras exiliarme de la ciudad o algo?

—Bueno, lo único que puedo decir es... un minuto de silencio por otro hermano caído en la friendzone.

Maldito insensible, no podía siquiera ponerse en mi lugar durante un par de segundos. Fruncí mi nariz, exasperado. Buenas amistades son las que tengo al parecer. Chasqué la lengua obligándome a ignorar la presencia de Tae, porque si no hacía eso ya lo sacaba a patadas de mi cuarto. Recostado sobre mi cama miré al techo pensando en todo y a la vez nada, necesitaba pasar del asunto por ahora. Quedarme estancado en esas emociones que dañaban mi humor no era lo correcto y pasar de ellos tampoco lo era, pero parecía la mejor solución por ahora. Ahogué un quejido de pesimismo cuando el nombre de YeSeul volvía a hacer presencia en mis atolondrados pensamientos. ¿Tan difícil era sacarse a una persona de la cabeza? No lo creo, pero quizás recurra a un remedio casero. 

Como un par de batazos en el cráneo, de seguro es más que suficiente para lograr olvidarme de todo o ya de plano me deja inconsciente y con problemas de memoria.

La verdad lo estoy considerando.

—No te eches a morir como las nenitas, que tampoco es el fin del mundo.— un silbido proveniente de los labios de Tae, me desencajó de mi pequeño ensimismamiento. Me observó de soslayo y con una sonrisita traviesa, añadió: —¿Qué tal si vamos a una fiesta?

WiFi ; Jimin {BTS}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora