Capítulo 01

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Capítulo 01


Beira abrió los ojos y se encontró con el nacimiento del nuevo día. Miró a su alrededor y sonrió divertida; habían botellas de licor, platos de comida, ropa tirada y llena de arena, y los dueños de las mismas regados por la costa todos agotados y dormidos en la arena. Habían pasado una noche muy buena y a la misma vez muy melancólica aunque no querían hablar de ello.

El día anterior era su último día como amigos, vecinos, amantes o simplemente compañeros de clase porque ese día, en ese momento cuando el sol salía a darle los "buenos días" ellos estarían separados quizás para siempre. Por tal razón, habían hecho esa extraordinaria fiesta la noche anterior de la cual muchos probablemente no recordarían nada gracias al alcohol.

Beira se levantó de la arena y se sacudió un poco para quitar el exceso de ella. Ella no había bebido, no porque no le gustara el alcohol sino porque no quería olvidar su último día con las personas que formaron parte su niñez y adolescencia. Con la mirada buscó una melena roja y cuando la vio sonrió con cierto pesar. Su amiga desde niñas, su compañera en la escuela, su confidente y hasta su madre cuando se comportaba protectora con ella...un leve pinchazo le atravesó el pecho y con cierto temor miró al cielo, que levemente estaba adornado con las estrellas y la luna para pedirle un simple deseo, un ruego que esperaba que escuchase. Beira se acercó a su amiga y la zarandeo un poco, al menos estaba vestida aunque tenía cierto olor a alcohol.

—Rhay...Rhay...Rhay— murmuraba mientras la sacudía y ella solo gruñía —Andando, tus padres te mataran si ven que no estás en el cuarto— su amiga pelirroja murmuró algo incomprensible, pero por el gesto de hastío que hizo, Beira apostaría a que la maldijo por despertarla. Rhay se fue incorporando y mirando a su alrededor como si no entendiera como había llegado ahí.

—Anda, hoy es el día y no podemos desperdiciarlo en dormir en la playa con estos borrachos— Beira le extendió su mano y Rhay la miró tratando de asimilar lo que ella le acababa de decir.

— ¿Qué día es hoy?— Rhay tomó la mano de su amiga y se levantó de la arena con un poco de inestabilidad. Se sacudió como pudo y comenzó a caminar hacia el pueblo.

—Hoy es la iniciación Rhay...— la nombrada se detuvo y como si le hubiesen tirado un balde de agua fría se quedó casi sin respiración y con un nervio calándole la espalda y las piernas. Rhay se giró y vio a su amiga mirar al horizonte donde cualquiera diría que es el fin del mar. Rhay se acercó a su amiga sin previo aviso y la abrazó con fuerza. De las dos, Beira siempre había sido la más que se preocupaba de las cosas y a veces se dejaba afectar por ellas de un modo que parecía corromperla desde adentro aunque su amiga intentara disimularlo.

—No nos van a separar y aunque lo hagan, siempre nos vamos a buscar ¿entendido? Eres moe dern ¿ok?— Beira asintió y devolvió el abrazo con la misma fuerza. Estuvieron así unos minutos y luego se separaron para entonces comenzar a caminar a paso ligero hacia el pueblo. Ninguna dijo nada en el camino, pero se mantuvieron agarradas por la cintura mientras caminaban como si así pudieran aliviar ese sentimiento de pérdida que estaban comenzando a sentir.

A medio camino se separaron y cada una siguió el camino hacia su casa no sin antes hacer esa seña típica de ellas. Ambas pasaron su dedo índice por la curva de su oreja y luego colocaron el pulgar la comisura de sus labios, para después sonreír y salir corriendo hacia sus casas.

Beira llegó justo a tiempo a su casa. Sus padre no habían regresado del trabajo y la casa estaba sola para que ella pudiese arreglarse y quitarse el olor a alcohol que tenía. Entró por la ventana de su cuarto, con dificultad, pero lo importante era que estaba adentro. Su madre nunca quiso darle las llaves de la casa para evitar que ella escapara o llegara cuando se le diera la gana. Claramente, no funcionó.

Index: La Orden de CahélWhere stories live. Discover now