Capítulo 07

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Capítulo 07


Al poner un pie dentro, Beira rápidamente alumbró su camino percatándose así de lo que la había hecho tropezarse. Estiró su mano al suelo y levantó una serie de largas y pesadas cadenas de color negro con un grabado extraño en tinta azul. Todo el suelo estaba repleto del mismo tipo de cadenas. El grabado azul de las cadenas no parecía Garol ni Mitras. De hecho, eran más bien símbolos que letras.

— ¿Reconoces este idioma?— le preguntó Beira al joven que se había mantenido en silencio a sus espaldas. El joven se acercó, tomó las cadenas y tan pronto las tuvo en la mano las dejó caer. Inmediatamente se hizo la luz.

La luz reveló la verdadera apariencia del lugar y Beira hubiese preferido el cuarto a oscuras. En las paredes había antorchas de gran tamaño de flama azul. Un hechizo. El suelo, como Beira había concluido, estaba lleno de las cadenas negras y justo frente a ella, en lo que parecía ser el final de la habitación había barrotes de cristal gris. Beira siguió con su mirada la dirección de las cadenas hasta que concluyó en que las mismas provenían del otro lado de los barrotes.

—Debemos irnos ahora— sugirió su acompañante.

— ¿Por qué?— preguntó Biera mirándolo sin un ápice de gracia. Ya había luz en la habitación no tenían que preocuparse por nada. Con cuidado, Beira acercó su antorcha a las flamas azules de las antorchas del cuarto y en segundos la llama azul había consumido la de la antorcha de Beira. Las flamas azules eran el resultado de un hechizo de iluminación. Cualquiera puede hacerlo, pero se necesita un buen control de la magia. Las flamas azules estaban categorizadas como llamas consumidoras que mientras más consumían, más se expandían. Ahora había más luz en la habitación.

—No es seguro— Beira se acercó a su compañero con los brazos cruzados.

— ¿Por?— el joven puso los ojos en blanco y señaló las cadenas, los barrotes y un símbolo que había en uno de los barrotes.

—Todo eso es trabajo de los Demoledores y si ellos están envueltos es mejor que nos alejemos— el joven tomó la mano de Beira para tirar de ella, pero Beira no se quería mover de ahí. ¿A que iba todo eso y porque él estaba así de nervioso? El índex tenía los ojos abiertos y las pupilas levemente dilatadas, eso sin contar que su respiración había cambiado.

— ¿Quiénes son los Demoledores?— el joven solo suspiró hondo.

—La Orden alias el gobierno, tiene como mano derecha a personas con dotes especiales o Demoledores. Ellos...no son normales ¿entiendes? Se pueden considerar bastante peligrosos y La Orden solo los utiliza rara vez cuando no pueden controlar una situación que va por encima de ellos ¿entiendes? Porque si entendiste, es suficiente razón para salir de aquí—

El joven volvió a tirar de Beira, pero ella no daba su brazo a torcer. Ya habían llegado hasta ahí, ¿Por qué no llegar al final? Además, si los supuestos Demoledores habían hecho su trabajo entonces no había nada que temer ¿no? Beira se liberó del agarre de su compañero y se acercó a los barrotes.

Mientras más se acercaba a la celda, más se podía apreciar su contenido. De ese lado de los barrotes, el suelo parecía estar sucio y en él estaba el cuerpo de un hombre encadenado al mismo. El hombre parecía estar crucificado. Las cadenas se incrustaban en su piel negra como el carbón y hasta el cabello blanco del hombre parecía estar encadenado. Era una escena de puro contraste, pero también de rareza. El hombre estaba dormido o así parecía, porque cuando Beira se detuvo frente a los barrotes, los ojos lilas del prisionero se fijaron en los de ella.

Index: La Orden de CahélWhere stories live. Discover now