Capítulo 8

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En su mirada noté felicidad, felicidad que se desbordaba en una rota y melancólica sonrisa que para mí no significaba nada debido a la manera en la que estaba ¿Por qué me dio su dirección? ¿Por qué me mandó un mensaje de que era urgente ir? Pensé que era algún caso de vida o muerte en su casa pero, en el camino, corriendo o bien trotando ya que no podía ni caminar bien sin cansarme comencé a reflexionar, si hubiese sido algo realmente urgente ¿Por qué no llamó a la polícia, médico o algo? Era ilógico pero, igualmente llegué, y ahora me encontraba perdido en sus castaños ojos en espera de alguna respuesta coherente a todas las anteriores preguntas; No fue así, sino todo lo contrario.

(...)

Me encontraba adentro, sentado en ese sucio piso intentando sonreír mientras tenía un pequeño bebé frente de mí al cual le daba, meneaba y hacía ruidos con una sonaja para interactuar con él, oh, y había conocido a esa chica rubia, confianza no me daba, tenía pinta de prostituta y la mirada tan cruda que me lanzaba sólo me daba motivos para querer partirle el rostro.

Mientras yo me encontraba en medio con el pequeño, esta chica se encontraba en el sillón frente de mí mientras que detrás en otro sofá estaba Dipper, ¡Literalmente estaba en medio! Tanto en lugar físico como mental ya que ninguno de los otros había emitido palabra o sonido alguno.

Repentinamente la primera en hablar fue la mujer y oh, como lo esperaba hacia mi persona.

—¿Quién es él? —Cuestionó con voz irritada mientras sonaba su nariz, parecía haber llorado por algo.

—Es un amigo, pero al ver que no sabes tratar a mi hijo, lo traje a cuidarlo.

—¿Cuidarlo? Si se nota que ni él mismo se cuida.

¿Me estaba atacando? ¿Esa maldita me atacaba? Oh vamos, recién me recuperaba de la pierna rota y ya me tenían de nuevo corriendo para llegar a un lugar donde me critican.
Me limité a girar los ojos, después de todo era el mayor en esa habitación y como tal debía poner el ejemplo.

—No te incumbe si se cuida o no. —Me defendió Dipper aunque la chica posteriormente se levantó.

—¿No me incumbe? ¡A él no debería importarle cuidar a mi hijo o no! Es de nosotros no de él —Alegó, estaba perdiendo los estribos y entre eso también el hecho de mantener quietud.

—Lo sé Pacífica, pero ¿Sabes algo? Me ha ayudado en menos de dos semanas ¡Mucho más de lo que tú me ayudaste en estos años!

—Qué va Dipper, no te pongas de inmaduro que no es mi culpa que gastes tu dinero en marihuana.

—¡Por una mierda ¿Cuándo vas a entender que no me drogo ya?!

—¡¿Y qué hay de tus brazos? ¿Crees que soy idiota? ¿Los cigarrillos, bebidas? Tu casa te delata Pines por favor! —La chica comenzó a gritar, mientras las lágrimas corrían por su rostro y el pequeño comenzaba a llorar.
Manteniendo mis cejas curvadas tomé débilmente al niño y lo cargué en brazos, arrullándole de un lado a otro aun sentado en el suelo.
De verdad sentía mucha lástima por esa criatura.

Y la gota que derramó el vaso fue lo siguiente;

—¡Aléjate anémico! —La rubia me arrebató literalmente al bebé y tomó sus cosas dirigiéndose a la puerta. —Te demandaré Pines, ya no necesito que veas a MI hijo.

Mis dientes se apretaron y chasquee mi lengua con frustración.
Dipper había comenzado a defenderme pero en realidad no estaba haciéndole caso en esos momentos, estaba por estallar y tras meditar mis palabras exploté.

—Pacífica... Paz, de paz no tienes nada, no es sólo tu hijo porque no lo procreaste sola, abriste las piernas como una zorra seguramente igual o peor de drogada que Dipper, la anemia es una enfermedad sanguínea estúpida, si me pagaran porque me gustara estar enfermo creeme que preferiría ser pobre, ¿Sabes? No es para nada gracioso, asqueroso ni agradable tener anorexia ¡Es horrible! No sabes por lo que pasa una persona y estás criticando, sí, yo también hago mal en criticar a una mujer joven hecha madre pero no daré respeto si no me lo dan a mí y lamento que estés tan ardida de ser una puta a tus diecisiete. —El aire se me fue y con furia miré a Dipper, todo era su maldita culpa, lo odiaba ahora igualmente.

Me dirigí a la puerta, besé la cabecita del bebé y salí, llorando de ahí.

Mi madre, Mason, Pacífica, ¿Por qué todos me juzgaban? Si se supone que ahora la belleza es la que mueve.

¿Acaso no soy atractivo?

Inconexo {DippBill}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora