Una pequeña risita escapó de sus labios pasando página por página mientras las pequeñas e insignificantes lágrimas resbalaban por sus mejillas.
—¡Mi libro! —Gritó un acelerado rubio apoyando sus manos sobre sus rodillas y viendo avergonzado como el desconocido reía bajo la sombra de la parada nocturna reconociendo al instante lo que el extraño leí con gracia.
A grandes zancadas se dirigió a el desconocido y posó su mano sobre las hojas con determinación frunciendo las cejas.
—¿Por qué? Bill... El libro es hermoso. —El Pines alzó la vista, esa lacrimosa vista y conecto su vista con la del muchacho.
El mundo entero de Bill dio un vuelco y tras sentir una punzada en su corazón, cayó de rodilla sobre el suelo, su voz, ropa, cuerpo, cabello, incluso olor. Todo había cambiado y su mente tan sólo se repetía ¿Cuántos meses pasaron? Sus labios se entreabrieron y su mano se deslizó hasta quedar en su propio regazo mirando aun estupefacto a el castaño.
Dipper rió de nuevo y volvió su vista hacia el libro tomando un bolígrafo que siempre portaba y yendo a la última hoja, trazó con letra cursi una frase que Bill no pudo captar debido a su aun asombro contenido.
El chico de rojiza nariz dejó el libro de lado y tomó las mejillas del rubio, este sintió que cada maldito trote que dio para llegar a la parada había valido enteramente la pena.
—Escribes hermoso —Dijo Dipper pegando su frente con la contraria y sonriendo. —No pensé que todo esto que ambos vivimos se ha...
—¡Idiota! -Chilló el rubio riendo por contener sus lágrimas que amenazaban por salir. —Pino... No sabes cuán feliz estoy, yo...
Sabía, sabía que después de tanto tiempo Dipper sería en dar la iniciativa y toda su hipótesis fue cierta en cuanto sintió los labios de su amado sellarse con los suyos.
"Siempre creí que éramos inconexos. Pero nuestra conexión fue incluso más fuerte que cualquier centro de rehabilitación para las drogas, Bill eres el vicio más grande que haya tenido en el sistema.
—Pines M."
