Capítulo 18

2.1K 395 71
                                    

Había pasado ya un mes desde tu último accidente donde estuviste internado debido a una lesión en la pierna, esa en la cual habíamos compartido lo mejor de nosotros, historias, relatos, experiencias y la más importante de todas; El primer beso que nos dimos.

Me sentía muy arrepentido y demasiado de en ese mismo momento no haberme declarado, de haberte dicho todo por quinta ocasión si no es que sexta además de que no sabía en que momento ibas a partir de mi vida tan repentinamente.

Ese mes entero me la pasé llamándote, buscándote, queriendo tener contacto contigo pero nada, nada pasaba y entonces mi más grande pesadilla se hizo realidad.

Armándome de valor fue que a pesar de que me evitabas o al menos ese era el mejor pensamiento que me daba mi mente sin contar la peor de todas fue que llegué a tu casa parándome enfrente de ella y tocando la puerta.

—Pino yo... —Mis cejas se arquearon y mi respiración se aceleró. —Dime ¿Qué he hecho? De verdad te he tratado como lo mereces y no entiendo la razón de que me ignores —Comencé a hablarle a la puerta creyendo que tú estabas tras ella. —¡Yo! De verdad di mi más grande esfuerzo, di lo mejor de mí y salí de todo, de las drogas, de la anorexia, de la depresión ¡Y fue gracias a ti! E-Es... Es inevitable no poder enamorarme de ti sabiendo que me ayudaste en mis peores momentos y ¡Te los quiero recompensar! ¡En serio! —Grité a todo pulmón pateando la puerta. —¡¿Por qué me haces esto?! —La puerta cayó haciendo un gran estruendo que me hizo zarandear de lo abrumado que estaba.

Mi vista se fue al interior de tu hogar y entonces caí de sentón sobre el pórtico observando con vacíos ojos hacia dentro.

No había muebles, papel tapiz, tampoco había cuadros, sillas, nada, no había absolutamente nada más que polvo y ráfagas de viento que me aclaraban que la casa estaba totalmente deshabitada.

Mis ojos se inundaron de lágrimas y con el pánico digno de una persona con el mayor miedo de su vida, tomé el celular, las manos me temblaban horrible ni siquiera podía controlar lo que hacía y muy a duras penas localicé tu contacto el cual oprimí y con la poca esperanza que me quedaba de que me contestaras cerré los ojos oyendo el pitido de la llamada.

Rogué, rogué a todo lo que fuera posible con tal de oír tu voz y entonces cuando creí que era tiempo de colgar, me contestaste.

—¡M-Mason! —Grité sintiendo como mis lágrimas se escapaban de mis ojos o al menos eso pasó de creer que eras tú.

—Buenas tardes. —La voz de un hombre adulto fue lo que oí y comencé a sollozar. —¿Oh? ¿Qué pasa hijo? —Pensé lo peor, ya veía venir la noticia y desde ese momento ya me veía abatido.

—N-Nada... —Contesté pasando con violencia la manga de mi suéter sobre mis ojos, seguido de eso oí como otro hombre le arrebataba el teléfono a quien con originalidad estaba hablando.

—Buenas tardes mi nombre es Stanford Pines. —Me dijo aclarando la voz seguido de eso.

—¿Es familiar de Dipper? —Pregunté queriendo recobrar la postura.

—Sí, supongo que lo has de buscar porque eres del único que tiene más de trescientas llamadas registradas. Dipper ya no vive ahí, está con nosotros.

—... —Suspiré dejandome caer hacia atrás de forma que terminé recostado en el pórtico, estabas vivo. Pero no conmigo.

—Sin embargo me gustaría que mi sobrino perdiera contacto con toda persona de ese condado, sin ofender. Me temo que su caso es específicamente a las malas influencias y deseo que sus amigos de antes y sobretodo pareja dejen de contactarle así que por favor. Deja de llamar.

—¿Q-Qué? Espere ¿Me dirá que no puedo ver a Dipper? —Mi tono cambió instantáneamente a uno de furia.

—Es algo que decidimos con él, es lo mejor, y sea que hayas hecho algo malo o no preferimos cortar el problema de raíz.

—"Cortar el problema de raíz ".

—En efecto. Así que por favor, agradezco tu interés en conservar su amistad pero miralo desde un lado familiar y clínico. No es sano ni lo mejor para él.

—... —Me reí en ese preciso instante, una pequeña risa no tan escandalosa pero que dejó en claro el sarcasmo con el que estaba a punto de hablar. —Me resulta gracioso.

—¿Qué cosa?

—Que yo no le hablo por ser su amigo le hablo por ser su novio. —Mis cejas se fruncieron y en ese momento colgué.

Perdóname Dipper, seguro en ese instante debieron darte el peor regaño de la vida por una mentira mía pero creeme. No me arrepentí de nada en lo absoluto.

Inconexo {DippBill}Where stories live. Discover now