Capítulo 14

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—Y uno... Dos, sí eso, van muy bien —Recuerdo muy bien ese momento, de kinder, la gente no suele recordar cosas tan antiguas pero a diferencia mía, todo aquello que marcó las burlas que recibía; Ese día se realizaría un  bailable para el día de las madres, que cabe mencionar la mía no fue, pero me pusieron a bailar al buen ritmo de una canción de Rock'n Roll, ustedes saben, aquellas donde las niñas llevan faldas esponjadas y los varones chamarras rudas de cuero haciéndolos parecer una ridícula película de música que pronto sería famosa.

En fin, esa vez las niñas se habían acabado, nos dijeron que cada quien bailaría con una pareja pero, lamentablemente, me quedé sin pareja teniendo que ser el niño que bailaría con otro niño.
Sí, fue bastante gracioso, caí encima de él, arruiné el show y desde entonces, todas las mamás de mis compañeros me conocían como el latoso de la clase.

Ahí desarrolle un muy sutil gusto por el baile que poco a poco fue aumentando conforme los bailables progresaban.
Por ejemplo, en mi adolescencia, esa donde me teñía el cabello de colores fantasía era bastante peleado por las damas, debido a que era de los pocos que sabían bailar un vals, alguna canción Rock'n Roll e incluso podía hacer bastantes acrobacias tontas, edad de la idiotez.

Y entonces agradecí todos esos vestuarios ridículos, bailes bobos y peleas absurdas porque al final  pude desarrollar eso de la manera más hermosa posible;

—Ahora sé que el gran Cipher tiene dones en la cocina —Decía Dipper mientras me miraba y sonreía ligeramente.

—No sólo en la cocina.

—¿De verdad? ¿En qué más? —Preguntó pero justo antes de que pudiera alardear sobre las cosas que sabía él interrumpió —¿Sabes? Es bastante irónico que un anoréxico sepa cocinar, es como decir que un inválido sabe caminar —Se bromeó aunque, ah, Dipper, me dolió.
De todas formas Sonreí, era humor negro, como quien hace chistes sobre la segunda guerra mundial o sobre el atentado de las torres gemelas, nada exagerado. Todo sarcástico.
Otra cosa que me dolió fue que estiraras el brazo hacia la mesa donde estaban tus antibióticos o como solía decirme la doctora, tus pastillas felices, porque eso era, felicidad encapsulada.

—También sé bailar —Dije observando como dabas un sorbo al agua después de tragar el medicamento. —Y tocaba instrumentos, pero eso fue hace años así que he perdido la práctica.

—¿Bailar? —Una de sus cejas se alzó en señal de duda, se veía cómico ya que la otra debías fruncirla con exageración para marcar aquella expresión Dipper, cada cosa de ti la miraba a detalle, me sentía un pervertido acosándote con la mirada, un enfermo. —Yo nunca aprendí a bailar —Se encogió de hombros y pronto sentí como si de verdad estuviera en el momento ideal de hacer mis cometidos.
Con velocidad salté de la silla y estiré mi mano.

—¿Q-Quieres intentarlo? Es decir, puedo enseñarte y... Bueno, no sé si tú... Haz bailado con hombres o si yo pu... —Apreté mis ojos cuando sentí tu mano tomar la mía, era como ver el ying y yang juntos, encajaban a la perfección.

—No pero siempre hay una primera vez para todo ¿No es así? —Te levantaste y me guiaste hasta la sala donde en el silencio de el lugar me dijiste que comenzara a lo que asentí y proseguí a valsear con lentitud y elegancia.

Pisabas fuerte, lo recuerdo, de hecho después de esa noche, en casa tuve que ponerme bastantes venditas sobre los dedos.

—Creo que esto no es lo mío —Miré tus ojos lucías preocupado supongo por tu horrible forma de bailar pero ¿Qué importa? Al menos lo estabas intentando.

—Tranquilo Pino, es algo normal, yo tampoco lo aprendí a la primera. —Dije, me miraste y fue entonces que lentamente fui deteniendo los pasos, un silencio se apoderó de la oscura sala donde ambos estábamos y creo que ahí es donde quise aprovechar esa oportunidad, aprovecharme de tu falsa felicidad, de tu medicina.
Me acerqué, ladeando la cabeza, pestañeando mientras observaba tus labios.
Yo sentía que te alejabas pero, luego descubrí que no era eso, sino un vértigo que me había dado de repente sin ser a las alturas, más bien a la distancia de tus labios, cerré los ojos y me armé de valor para acercarme.

—Cállate —Dijiste entre risas apoyando tu rojo rostro sobre mi hombro mientras volvías a retomar los pasos dejándome con una mueca desconforme de que no pudiera darte ese tonto beso que había anhelado toda la maldita noche.

Te odio Dipper Pines, eres de lo más difícil que he intentado.

Mi rostro igual enrojeció y sólo opté por apoyar mi mejilla sobre tu cabeza, girando los ojos.
Me traías como tu idiota, y me gustaba estar como idiota.

Inconexo {DippBill}Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang