☪ - Capítulo 9.

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CAPÍTULO NUEVE

- ¡Riley, levántate! Llegarás tarde a clase -me llamó mi madre. Me revolví en la cama y me puse de pie mientras gruñía.

Me coloqué frente al espejo: tenía unas pintas horribles. Mi pelo estaba hecho enredos, tenía unas ojeras más que obvias y estaba pálida. Me puse el uniforme como pude y cogí mi bolsa de maquillaje que, por cierto, casi nunca utilizaba. Me puse corrector de ojeras y me delineé los ojos. Después cepillé mi cabello y cogí la mochila, bajando las escaleras. Nathan y Lindsay aún estaban aquí, pero solo serían unos días más.

-Buenos días, chuchos -saludé entrando a la cocina.

- ¡Riley! -me regañó mi padre.

-Bueno, bueno. Entonces hola señor pepinos y hola perritos -me ''corregí'' poniendo una sonrisa inocente. Mi madre rió negando con la cabeza.

-Buenos días, señora aceitunas -me saludó Nathan.

-Pulogosa -dijo mi hermano a forma de saludo.

-Oh, sí. Tú sí que eres un chucho. Animal.

-Perra.

-Infantil.

-Mocosa.

- ¡Fósil!

- ¡Niñata!

- ¡Furcio!

- ¡Furcia!

- ¡Ya basta! -gritó mi padre golpeando la mesa.

- ¡Empezó él/ella! -dijimos mi hermano y yo a la misma vez. Nos miramos mal y yo suspiré, sentándome en la mesa y comiendo mi desayuno.

Mientras comía divagué por los sueños que estaba teniendo. Todos eran de la muerte de mi tía Gia y ni siquiera sé por qué. No la conocí, no se suponía que yo tuviera que soñar eso. Y todo desde mi primera transformación. Era tan extraño...

- ¡Riley! -gritó Lindsay en mi oído.

- ¡Ay! ¿Qué pasa?

-No nos hacías caso -explicó-. Ya es hora de irnos a clase, vamos.

-Voy, voy -dije levantándome. Nos despedimos y fuimos al instituto.

- ¡Hola! -gritó Bec acercándose con un montón de papeles en la mano- Riley, mira todo lo que tengo sobre... -comenzó, pero se percató de la presencia de Nathan y Lindsay.

-Lo saben. Puedes proceder -Reí al ver su rostro.

- ¿Cómo? ¿También sois perros? -preguntó atontada.

- ¡Bec! No somos perros -me quejé quitándole los papeles de la mano y caminando junto a ellos-. Wow, cuánta información sobre los mates -Reí-, ¿es lo que más te llamó la atención, cierto?

-Sí -murmuró algo avergonzada-. Es decir, ¡tienes asegurado que algún día te casarás y tendrás mini-Rileys, yo no! -se quejó.

-Bueno, a mí no me parece tan positivo. Quiero decir, ¿tener a un tío posesivo siempre encima de ti? No, gracias -opiné pasando de hoja.

-Pues a mí me parece muy interesante también -Apoyó a Bec Lindsay-. ¡Y estoy ansiosa por encontrar a mi mate!

-Pues no estés tan ansiosa hermanita, cuanto más tarde mejor -gruñó Nathan mientras nos dirigíamos a las clases.

-Chicos, yo tengo biología -informó Bec-. Nos vemos luego -Se despidió con un beso en la mejilla de cada uno y se fue.

-Que chica tan interesante -dijo Nathan mirándola.

-Es mía -gruñí.

- ¿Qué? -preguntó aguantando la risa.

-Es mi mejor amiga, o sea, ¡es obvio que es mía! -Rodé los ojos- Que tonto eres, señor pepinos.

-No me llames así aquí, señora aceitunas.

-Me dejáis en vergüenza -dijo Lindsay riendo-. ¿Qué nos toca?

-Física y química, nena, puedes llorar -informé con voz de hombre y riendo.

-Que triste -Rió.

Fuimos a clase y nos sentamos en nuestros respectivos sitios. Durante las primeras clases todo pareció ir bien, fue después del recreo que todo empeoró.

Estaba en clase de educación física, calentando corriendo en círculos junto a Lindsay, Nathan y Bec, cuando me dio un mareo. Pasé de él, no parecía ser nada preocupante. A los cinco minutos me dio otra vez, solo que mucho más fuerte. Continué ignorándolo. Y en los últimos cinco minutos de calentamiento me dio tan fuerte que me caí al suelo. Me desmayé, pero antes de hacerlo vi la figura de un lobo mirándome fijamente por la puerta del gimnasio. Se escabulló corriendo cuando le miré y fue lo último que vi.

- ¡Riley! -gritó Bec a mi lado. Abrí los ojos lentamente mientras me trataba de sentar. Estaba tumbada en una camilla, probablemente de enfermería- ¡Joder, que susto me has metido!

- ¿Y Nathan y Lindsay? Necesito hablar con ellos ya. ¡Podrían estar en peligro! -me alteré levantándome de golpe. Bec me ayudó a sostenerme.

-Están en clase, Riley -Frunció el ceño-. ¿Qué es lo que pasa?

-Había un lobo en la puerta del gimnasio -dije con rapidez y en un susurro-. Me estaba mirando todo el rato, lo vi antes de desmayarme. En lo que le miré se escabulló corriendo.

- ¿Estás segura? Pudo ser una alucinación por el desmayo, yo que sé...

-No. Estoy totalmente segura de lo que vi, Bec.

- ¿Y por qué estaría mirándote?

En ese momento algo hizo click en mi cabeza.

¿Cómo era mi tío Lucas en su forma de lobo? Porque se me pareció mucho a la descripción de él que me dio mi padre de pequeña...

HAZEL. [W#2] DESCONTINUADAWhere stories live. Discover now