☪- Capítulo 1.

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CAPÍTULO UNO

RILEY

Aquél bendito timbre de salida por fin sonó haciendo que todos soltáramos un suspiro de alivio. El instituto Glennwok era conocido por ser un instituto muy estricto y por su intensidad, y no negaré que no se equivocaban en nada. Para empezar había que llevar ese maldito uniforme que me daban ganas de tirar a la basura cada vez que lo veía, los profesores no te dejaban decir ni una palabra en clase -la mayoría- ya que si lo hacías ibas directo a detención por ''no prestar atención''. Debías pedir permiso para ir a sacar punta, debías pedir permiso incluso para pedir tipex. Era horrible, lo único bueno que tenía aquél instituto era la profesora Martins.

— ¡Vaya muermo! —exclamó Rebecca llegando a mi lado. Rebecca, o Bec como yo la llamaba, era mi mejor amiga. Íbamos a todas partes juntas, y para ser sincera era la única amiga que tenía en el instituto junto a Nora.

—Lo sé, ¿por qué será que el profesor Collins no puede ponerse a hablar de otra cosa que no sea su vida? ¡No me interesa si se rompió la pierna jugando al béisbol! —me quejé rodando los ojos.

— ¿Hacemos algo esta tarde, Riley? —preguntó. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que era Viernes y me paré en seco— ¿Qué pasa?

— ¡Es viernes, Bec! —exclamé como quien descubre que es rico.

—Lo sé —me miró extrañada mi amiga.

— ¡No me había dado cuenta, ay, que bien! ¿Maratón de Ian? —pregunté feliz levantando las cejas una y otra vez en su dirección. Bec empezó a reír y asintió reiteradas veces.

—Eres un caso, Riley —sonrió ladeando la cabeza.

—Todos lo saben, hasta mi perro lo sabe.

Cuando llegamos al estacionamiento Bec se despidió de mí dirigiéndose al coche de sus padres y yo me dirigí a mi hermano que me esperaba en su moto. Me puse aquel casco -que por cierto odiaba, y aún más cuando se estampaba algún mosquito en él- y monté detrás de mi hermano, agarrándome a su torso. En cinco minutos llegamos a casa y en lo que bajé me quité el casco y se lo di a mi hermano.

—Malditos mosquitos, ¿¡qué no pueden matarse contra una pared!? —me quejé. Mi hermano me miró.

—Es que a los mosquitos les gusta morir viendo tu cara antes, así en vez de morir por el impacto mueren de un infarto al verte —se burló.

—Cállate, feto —gruñí abriendo la puerta de casa y entrando— ¡Hola, ¿me extrañaron?! —saludé.

—Que va, tu madre y yo estábamos tan bien sin ti que podías haberte quedado en el instituto. ¿Por qué la trajiste, Noah? —se burló mi padre. Mi hermano rió y chocó el puño con el de mi padre.

—Malditos, los odio —gruñí dirigiendo mi mirada a la cocina—Que rico huele, ¿qué hay de comer? —pregunté sonriendo como el gato de Alicia en el país de las maravillas.

—Judías verdes —respondió mi madre. Mi hermano empezó a reír como loco junto a mi padre señalando mi rostro. Odiaba las judías verdes—Es broma cielo, hay macarrones con queso —rió desde la cocina.

Con una sonrisa de victoria en el rostro le saqué el dedo a mi hermano y subí las escaleras hacia mi cuarto. Cuando entré suspiré y asomé la cabeza por la puerta.

— ¿Shallow se escapó de nuevo? —pregunté algo más alto de lo normal para que me escucharan.

—Sí —respondió mi padre desde abajo.

Rodé los ojos y me dejé caer de espaldas a la cama, rendida. Shallow era mi perro, un precioso labrador de pelo corto. No era un perro problemático pero se había echado novia dos casas más adelante y nos abandonaba por ella. Sí, que triste que hasta mi perro encuentre el amor antes que yo, ¿no?

HAZEL. [W#2] DESCONTINUADATahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon