Sincronía, Pegaso

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... Estás a punto de omitirlo,

Y siento que sí, que sí.

Rápido, rápido vuela sobre ti

Dile que sí, que sí

Y déjalo ir...

(dame una oportunidad, dime que sí, que sí)

.

Bien, quizás ese pensamiento de John sobre que estaba seguro de saber cuánto valía Sherlock para él había sido exagerado, pensó el rubio al día siguiente mientras comía sus cereales de desayuno en la encimera de la cocina. Iba a llegar tarde a la escuela y no tenía intención de que ello ocurriera, considerando que la tarde anterior había huido de su entrenamiento por pasar la tarde con el misterioso chico pelinegro del circo. Se despidió rápidamente de su madre y tomó su bicicleta rumbo a la escuela. Llegó con el tiempo justo y pensó en buscar a Greg antes de entrar a la primera clase de la mañana, pero grande fue su sorpresa cuando en el estacionamiento el entrenador Sholto parecía estar esperando a alguien, lo mismo que Mary quien estaba unos pocos metros más allá junto a la puerta de acceso. John bajó de su bicicleta, quitándose el casco y poniéndolo junto a la cadena con la cual aseguraba su bicicleta. Se acomodó la mochila al hombro y echó a andar por el estacionamiento hacia donde esperaba su bella novia. Pero el entrenador lo atajó a mitad de camino.

-Señor Watson...

-Entrenador, ¿qué tal? –John fingió que no tenía noción de qué hacía el entrenador ahí y le extendió la mano a modo de saludo. Sabía ya que cuando los profesores le llamaban por "señor" algo no andaba bien.

-Todo en orden, gracias. Ayer no estuvo en los entrenamientos para nuestro primer partido del sábado...

John sintió que se le iban los colores del rostro. ¿Qué excusa pondría para eso?

-...Pero su amigo, el señor Lestrade, me explicó que el motivo de su ausencia se debió a que, cito textual; un querido amigo suyo está de visita en la ciudad y necesitaba de usted para realizar algunos trámites...

-Oh... em... sí. Una tarde terrible. Es un amigo... canadiense. Fuimos a la embajada y luego le mostré la ciudad... -inventó John en un tono que intentó hacer sonar convincente. El entrenador asintió con la cabeza, nada convencido.

-¿Le veré esta tarde, no?

-Claro que sí... sí señor, obviamente. – contestó azorado el rubio. El entrenador Sholto se retiró en silencio de su lado y John continuó su camino hasta donde su novia estaba esperando.

-Hola cariño... -besó brevemente a Mary en los labios, pero ella no devolvió muy entusiasmada el gesto- ¿pasó algo?

-No me dijiste que tenías un amigo extranjero de visita... de hecho, no recuerdo que me hayas mencionado a ese amigo alguna vez... -expuso a modo de queja.

John apretó los labios. No se le ocurrían excusas válidas sin antes saber qué era lo que Greg había dicho para justificar su inasistencia al entrenamiento del día anterior. El sonido del timbre que indicaba el ingreso a clases vino como una salvación para John que comenzó a acelerar el paso hacia su salón, con Mary caminando a su lado por los pasillos de la escuela.

-Lo siento amor. Llegó de pronto, tuve que ayudarlo con algunas cosas... por eso no te comenté nada, hasta yo mismo me sorprendí de verlo... - el rubio miró fijamente a su novia, en busca de algún gesto que le indicara que más o menos le creía. Mary le dio una media sonrisa cuando llegaron a su aula.

-Me cuentas mejor como estuvo todo eso. No creas que esté celosa o que desconfíe, John... pero todo eso fue... repentino. – Mary suspiró brevemente al terminar la frase.

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