Oh Oh

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Puede ser que ya nunca más

Vuelva a aparecer

Pero si me dices "ven"...

(dime que se siente, dime que se siente)

.


No podía dormir después del coito.

John prefería mirar largamente a Mary con los rizos rubios esparcidos desordenadamente en la cara, revisar el móvil o levantarse y ordenar un poco su ropa mientras su otrora novia dormía plácidamente. Pero sin embargo esa noche, John durmió largamente, despertando casi al amanecer, con Sherlock junto a él igual de dormido a su lado, parecía tranquilo, como si no estuviera pasando nada afuera, casi como si el tiempo simplemente no fuera tiempo cuando él dormía. Entonces John pensó que no quería volver a su casa, no quería que Sherlock siguiera yendo cada vez más al norte mientras él permanecía en Londres, en las mismas calles frías durante el año, pensando y recordando lo que acababa de vivir aquella noche o esperando períodos de tiempo que podrían ser o muy cortos o muy largos para volver a ver pronto al acróbata. Cavilaba sobre esto, aún con el torso descubierto y medio cubierto por el edredón, cuando a su lado Sherlock se movió un poco, y John instintivamente acercó su cuerpo a él, buscando de su calor, el cual recibió automáticamente al acercarse a cuello del moreno. Retomó el sueño y no despertó sino hasta cuando el sol estuvo alto y alguien golpeaba la puerta del cuarto de Sherlock.

-¿Sherlock? ¿Todo en orden, hermanito? –reconoció la voz de Mycroft inmediatamente.

John se sobresaltó, en tanto el moreno se desperazaba relajado en la cama, completamente indiferente.

-Vete, Mycroft. –masculló con la voz ronca.

-¿Tuviste una buena noche? – la pregunta parecía esconder alguna doble intención. Quizás Mycroft ya sabía que el rubio estaba ahí.

Sherlock miró de reojo a John.

-¿Te importa?

-Recuerda que viajas esta tarde para re incorporarte al circo. Buenos días. –dijo cortante el mayor desde afuera.

Oyeron los pasos de Mycroft rumbo a otra dirección, alejándose de la puerta y Sherlock volteó hacia John, quien parecía algo asustado y lo miraba con los ojos muy abiertos.

-No pasa nada, John. Estás pensando demasiado.

El rubio asintió en silencio. Sherlock se incorporó un poco en la cama y miró a su compañero.

-¿Te irás de inmediato? –preguntó sosteniendo su mirada mientras dejaba ver su torso pálido descubierto. John se quedó un segundo contemplando aquella visión que le estaban regalando.

-¿Quieres que me vaya? –la voz le salió entrecortada.

-No, por favor. –murmuró Sherlock mientras John le daba una pequeña sonrisa. Se acercó al cuerpo de John, buscando su boca para besarle. Cuando sus labios se juntaron, el moreno profirió un gemido bajito mientras se acomodaba en la cama, acercando al rubio a su cuerpo con sus largos brazos.

-¿Estás bien? -preguntó John.

-Claro...

Se besaron nuevamente y se quedaron en el cuarto durante el resto de la mañana, hasta después del mediodía entre besos y una larga conversación de distintas cosas de sus vidas. John no regresó a su casa sino hasta después de la hora de almuerzo, y saludando escuetamente a su familia, subió directamente a su cuarto a ordenar los deberes y pendientes que había dejado sin hacer. (de lo cual sabía que poco y nada podría avanzar, pues recordaba a cada momento y con mayor nitidez lo sucedido la noche anterior con Sherlock). Durante las siguientes semanas debía estudiar arduamente, pues luego venían las vacaciones de navidad. Tomó su laptop y la encendió con desinterés, cuando su teléfono vibró.

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