Los humanos

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Promesas de amores

que a estas horas no hay para que sostener.

Las anclas no perdonan,

Las capas nos atoran.

La gente aplaude cuando ve que un brujo arde

La gente aplaude cuando ve que un trueno cae

La gente aplaude cuando ve correr la sangre

.

.

Habían pasado los primeros 15 días de John en el ejército. Fuera de los castigos o reprimendas a los que se exponía constantemente solo por ser nuevo en el ejército, se había adaptado rápidamente a este aprendiendo rápidamente la rutina que iba desde las 5am hasta las 21 horas, y se había acostumbrado bien a sus desagradables tareas como nuevo (que consistía básicamente en lavar platos antes de irse a dormir) la litera eso sí, le parecía dura. Extrañaba su cama y que la luz exterior bañara su habitación en las noches. Aquí solo tenía un foco muy amplio e incandescente que no alcanzaba a llegar al espacio donde estaba, y solo tenía oscuridad en su lado del cuarto durante las noches. Algunos chicos usaban las noches para beber o fumar escondidos. Otros veían videos pornograficos en sus teléfonos descaradamente. John le había dicho a su familia que poco y nada podría usar el móvil dentro del lugar donde se encontraba, pues lo tenía escondido. Sin embargo, todas las noches hablaba un poco con Greg y miraba largamente la foto de perfil en WhatsApp que tenía Sherlock, pensando si será prudente o no hablar con él. Una vez lo había hecho, solamente había escrito "buenas noches" y no obtuvo respuesta. Le parecía extraño que incluso, aún no estuviera bloqueado de aquella red social. (La única que Sherlock manejaba)

Por lo tanto, regresar después de quince días a su casa en Londres ponía un poco ansioso a John. Quería ver a Sherlock, necesitaba hablar con él y no seguir viviendo en ese limbo tan extraño en el que se sentía.

Al volver a su casa fue bien recibido y muy mimado por su madre. Aún así logró zafar y salir la tarde del sábado con Greg, quien ahora, después de salir de la secundaria estaba estudiando un plan común de estudios en la universidad pensando en hacer algo más serio con su vida.

Habían ido a un bar a pasar la tarde, y aunque conversaron mucho de varios temas, Greg no le contó que se había visto con Sherlock en la estación de trenes el día que John se marchó. Aún así, propuso que quizás sería buena idea buscarlo.

-No quiere verme. Greg... Técnicamente lo de Sherlock fue hace ocho meses... Navidad fue la última vez que nos besamos.

Greg bebió un poco de cerveza mientras miraba a su amigo.

-No pensé que te gustaba tanto la verdad.

John se encogió de hombros, pero después y en un impulso causado quizás por el alcohol, tomó su teléfono en ese mismo momento y marcó a Sherlock.

-Qué diablos estás haciendo! - Greg hizo amago de extender la mano para quitarle el móvil a John, pero su amigo se movió en sentido contrario, impidiendo el alcance.

-‎shhhht...

Para sorpresa de John, escuchó la voz de Sherlock al otro lado de la línea.

-Sherlock Holmes - la voz sonaba más grave que la última vez que la había oído. ¿habrá sido la pubertad? John sintió un extraño calor subiéndole por el estómago y no supo bien cómo seguir la conversación, se sentía bloqueado.

- Sí, eh... soy John...

-Sé que eres John. ¿Qué quieres?

John volvió a quedarse mudo mientras escuchaba de fondo una canción de M.I.A en el bar. Greg lo miraba con los ojos muy abiertos y sin soltar su vaso de cerveza.

Revista de GimnasiaWhere stories live. Discover now