Te vas de mí

146 22 16
                                    

11. Te vas de mí.

Te vas de mí, veo extinguirse el fuego

Que antes quemaba en ti, que me llevaba al cielo.

Te vas de mí, después del vaso lleno

Vacío mi jardín, he de empezar de nuevo.

Pese a haber tenido su pequeña venganza en la clase de química, humillando a James con un experimento que le dejó la cara púrpura por algunas horas, Sherlock tuvo que acudir a la enfermería por el golpe que le había llegado en las costillas de parte de los matones de Magnussen que él llamaba "amigos" y la torcedura de brazo que se había ganado. "Estúpido" pensaba. "Estúpido por dejar el circo por John, solo para verlo partir, estúpido por no haber deducido ese movimiento de John, que él no dejaría su sueño por mí..." Después de mucho tiempo, y cada vez que le pasaba algo malo en la escuela, Sherlock se culpaba a sí mismo como un niño pequeño al que regañan por haber sacado mala calificación en un examen.

De pronto sintió algo brotar de su interior, algo extraño y nuevo. Alcanzó a limpiarse la cara antes que una lágrima brotara de sus ojos. Fue como guardarla en un lugar recóndito de su cuerpo sin siquiera haber sentido nada antes del impacto de la novedad que significaba una lágrima en su rostro. Entonces pensó que lo mejor sería comenzar a dejar ir esos pensamientos y afrontar la realidad que había elegido, lejos de John.

Justo en ese momento, Molly entró a la enfermería con sus libros bajo el brazo y cargando su morral desarmado en la espalda. Lucía despeinada y con cara de cansancio, cara que le cambió de inmediato cuando vio al adolescente sentado en la camilla ocultando un gesto de dolor.

-¡Sherlock! ¡Por Dios!

-No es para tanto... - masculló Sherlock algo molesto. Molly le había interrumpido en medio de un pensamiento muy importante. Comenzaba a separar las aguas.

-¿Dónde está la enfermera?

-Llenando las formas del seguro escolar para enviarme a casa...

Molly lo miró con ternura y se sentó junto a él en la camilla. Sabía que ella estaba enamorada de él, pero no le daba asunto. Tampoco emitía señales de tener un interés en ella, para no provocarle confusiones a la pobre chica. Sin embargo, le caía bien. Era casi como tener una amiga en la escuela.

-¿No piensas cambiarte de escuela? -preguntó casi en un susurro.

-No... estoy técnicamente atrapado aquí hasta los 18.

Molly lo miró, girando su cuello tenso y todo tendones y huesos.

-¿Por qué?

-Es una larga historia yo... no soy muy bueno con las emociones Molly. Quiero ser un hombre racional. Ves que soy muy inteligente en algunos temas...

-...por no decir todos. – se rió Molly. Sherlock no correspondió a esa risa.

-El punto es que quiero seguir por esa línea.

-¿no quieres tener sentimientos? – se hizo un silencio- Sherlock, puedes bloquear lo que sea que haya pasado pero... es imposible vivir sin sentir. Debes saberlo ahora que eres un chico, para que cuando seas un hombre te conozcas bien... y escojas bien.

Sherlock solo guardó silencio un momento.

-Gracias Molly. – fue todo lo que dijo.

-Y si estás condenado a esta escuela... ¿podemos hacer este infierno menos terrible?

La joven no recibió respuesta, pero en el fondo sabía que era un sí, que Sherlock aceptaba aquella especie de amistad que ella le estaba ofreciendo.

Revista de GimnasiaМесто, где живут истории. Откройте их для себя