9. Edificios

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Cuando la noche nos abandone

y en el techo ya no veamos

diseños cósmicos enlazados.

Sólo el cemento descascarando a los edificios.

me aterra el cansancio

a los edificios en donde soñamos

tú y yo.

.

.

.


Habían pasado unos meses. Varios meses.

-¿Entonces que sucedió?

-Todo comenzó a irse a la mierda.

-Sí, eso ya lo sé, pero cuéntame cómo...

John bebió un poco de su cerveza y miró el cielo.

-Año nuevo.

-Eso fue hace mucho...

-Sí, ahora solo es el final que tanto prolongué.

Greg encendió un cigarrillo.

-¿Entonces?

...

La noche de año nuevo. John estaba en casa de unos vecinos con su familia, y su plan era juntarse con Sherlock en el centro después de las 1 de la madrugada del nuevo año. El problema es que no se percató de la hora del reloj mientras abrazaba gente, bebía espumante y tiraba serpentinas en modo de fiesta. Cuando miró la hora, supo que ni aunque se fuera en el taxi más rápido de todos lograría estar a tiempo en el lugar donde acordó verse con su compañero. Y así fue, llegó 40 minutos tarde al centro y ni rastro había de Sherlock. John sacó su teléfono para llamarlo y preguntar si se había ido (si lo había hecho, daba igual pensó el rubio, pues el retraso había sido suyo) pero no hubo respuesta. De las miles de personas que habían disfrutado los fuegos artificiales de medianoche cerca del London Eye, muchos se habían dispersado y otros tomaban taxis con destinos a otras fiestas, probablemente. John miraba con los ojos muy abiertos entre el gentío que circulaba, pero no veía ni rastros de Sherlock entre ellos. Quizás solamente se había enojado y se había ido, por lo cual le escribió un mensaje a modo de disculpas. Estaba casi seguro de que si le escribía, recibiría sí o sí una respuesta por parte del joven. Pero en cambio, recibió una respuesta muy rara.

"jon.dfgdfglñf- hlep m plaedsflñ"

Sin pensarlo mucho, John comprendió inmediatamente que Sherlock estaba en problemas. Y quizás serios problemas. Salió caminando sin rumbo fijo, pues no tenía idea de donde podía ubicar a Sherlock. Caminó un poco alejándose del centro y del tumulto de gente que ya comenzaba a dispersarse mientras seguía llamando a Sherlock a su teléfono móvil, sin ningún éxito. Entonces se dio cuenta de que se encontraba caminando de regreso al parque donde había estado el circo durante la primavera pasada. El lugar estaba iluminado a lo largo del camino, pero a los lados estaba oscuro. Entre las sombras, se veían personas pululando por el sector encendiendo petardos y lanzándolos al cielo, cigarrillos y linternas. John se quedó parado ahí un rato, ya agotado de tanto caminar y entonces simplemente comenzó a gritar el nombre de Sherlock, no con la esperanza de encontrarlo ahí, sino más bien con la angustia de no saber donde se encontraba.

Siguió avanzando por la penumbra del parque, acercándose sin querer a la zona donde antes había estado el circo. Encendió la linterna incorporada de su teléfono móvil más pendiente de salir de ahí que de encontrar a Sherlock, que podía estar en cualquier sitio.

Revista de GimnasiaWhere stories live. Discover now